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sábado, 31 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 31 de Diciembre 2022

 


Texto del Evangelio (Jn 1,1-18):

 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.



«Y la Palabra se hizo carne»


Rev. D. David COMPTE i Verdaguer

(Manlleu, Barcelona, España)

Hoy es el último día del año. Frecuentemente, una mezcla de sentimientos —incluso contradictorios— susurran en nuestros corazones en esta fecha. Es como si una muestra de los diferentes momentos vividos, y de aquellos que hubiésemos querido vivir, se hiciesen presentes en nuestra memoria. El Evangelio de hoy nos puede ayudar a decantarlos para poder comenzar el nuevo año con empuje.

«La Palabra era Dios (...). Todo se hizo por ella» (Jn 1,1.3). A la hora de hacer el balance del año, hay que tener presente que cada día vivido es un don recibido. Por eso, sea cual sea el aprovechamiento realizado, hoy hemos de agradecer cada minuto del año.

Pero el don de la vida no es completo. Estamos necesitados. Por eso, el Evangelio de hoy nos aporta una palabra clave: “acoger”. «Y la Palabra se hizo carne» (Jn 1,14). ¡Acoger a Dios mismo! Dios, haciéndose hombre, se pone a nuestro alcance. “Acoger” significa abrirle nuestras puertas, dejar que entre en nuestras vidas, en nuestros proyectos, en aquellos actos que llenan nuestras jornadas. ¿Hasta qué punto hemos acogido a Dios y le hemos permitido entrar en nosotros?

«La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo» (Jn 1,9). Acoger a Jesús quiere decir dejarse cuestionar por Él. Dejar que sus criterios den luz tanto a nuestros pensamientos más íntimos como a nuestra actuación social y laboral. ¡Que nuestras actuaciones se avengan con las suyas!

«La vida era la luz» (Jn 1,4). Pero la fe es algo más que unos criterios. Es nuestra vida injertada en la Vida. No es sólo esfuerzo —que también—. Es, sobre todo, don y gracia. Vida recibida en el seno de la Iglesia, sobre todo mediante los sacramentos. ¿Qué lugar tienen en mi vida cristiana?

«A todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios» (Jn 1,12). ¡Todo un proyecto apasionante para el año que vamos a estrenar!

Sor Bernadette, septuagésimo milagro en Lourdes: «Para los médicos era imposible que me curase»

 


Sor Bernadette, septuagésimo milagro en Lourdes: «Para los médicos era imposible que me curase»

Bernadette Moriau.

¿Por qué yo? Sor Bernadette Moriau terminó aceptando su curación como un misterio de Dios. En la imagen, durante la entrevista que le hizo la CBS en diciembre de 2022.

El 11 de febrero de 2018, festividad de la Virgen de Lourdes, el obispo de Beauvais, Noyon y Senlis, Jacques Benoit-Gonnin, se dirigió a los fieles de su diócesis para anunciarles "una hermosa gracia que el Señor ha hecho en la diócesis": la curación milagrosa de Sor Bernadette Moriau, que se convietió así en la septuagésima certificada por la exigente comisión médica de Lourdes.

Recientemente, el programa 60 Minutes de CBS News dedicó un reportaje conducido por Bill Whitaker a los milagros de Lourdes, que incluye una entrevista a Sor Bernardette y a varios médicos que analizaron el caso.



Sor Bernadette es una religiosa de 83 años, nacida cerca de Valenciennes, junto a la frontera belga. Religiosa de las Franciscanas Oblatas del Sagrado Corazón de Jesús, ingresó en la congregación a los 19 años en Nantes, donde fueron fundadas a finales del siglo XIX por la Madre María Teresa de la Cruz (Sophie-Victorine Gazeau de La Brandanière, 1829-1911).

Incurable

Padecía una patología en la llamada cola de caballo o cauda equina, agrupación nerviosa en el extremo de la médula espinal fundamental para la movilidad de las extremidades inferiores y la funcionalidad de los órganos pélvicos. Fue operada cuatro veces de la columna vertebral, la primera en 1968 y la última en 1975. No hubo ninguna mejoría y a partir de 1988 fue quedando progresivamente inválida por las consecuencias neurológicas de su enfermedad. En 1994 empezó a tomar morfina para paliar su dolor incapacitante. Llevaba un corsé lumbar, y además a partir del año 2000 le pusieron una sonda para orinar, dado que la parálisis le afectaba también a la vejiga. En 2004 un pie se le torció a consecuencia de lo mismo, y tenía que llevar una prótesis día y noche para intentar corregirlo.

"Yo sabía que no podría mejorar", explica Sor Bernadette en un vídeo difundido entonces por la diócesis.


En diciembre de 2006 se trasladó desde Nantes de nuevo al norte, al departamento de L'Oise donde hoy vive, y comenzó a tratarla el doctor Christophe Fumery, quien en febrero de 2008 le propuso ir a Lourdes como enferma. "Yo había estado ya allí acompañando a otros, en la época en la que aún podía caminar, pero nunca había pensando en ir para mí", recuerda: "Pero me dije, ¿por qué no? Me llamo Bernadette [como la santa vidente, Bernadette Soubiroux], y es el 150º aniversario de las apariciones [1858], podría ser una gracia". Se apuntó para la peregrinación de julio.

"Jesús pasaba entre nosotros"

Espiritualmente fue una experiencia intensa: "Me impactó pasar por la gruta, esa presencia misteriosa de María y de la pequeña Bernadette. Realmente me impactó. Luego participé en el sacramento de la reconciliación y recibí junto a los enfermos el sacramento de la Unción, que para mí supuso una fuerza para continuar el camino”.

Luego tuvo lugar la procesión del Santísimo y la bendición de los enfermos en la basílica de San Pío X: "Realmente me impactó, porque yo estaba en una silla, no podía ir muy lejos. Era Jesús quien pasaba entre nosotros y nos bendecía por mediación de nuestro obispo. Y en mi oración sentí como una voz que me decía: ‘Estoy ahí, veo tus sufrimientos y el de tus hermanos y hermanas enfermos. Ofrécemelo todo’. Yo recé mucho por los enfermos, pero nunca había pedido mi curación, porque no se me ocurrió, pensaba que terminaría mis días así. Pero realmente sentí esa presencia de Jesús”.

En Lourdes, junto a un sacerdote, en la peregrinación donde fue curada.


El día 8 de julio regresaron: “Volví muy cansada del viaje y muy dolorida, pero realmente feliz".

Tres días después tuvo lugar el milagro.

"Es costumbre hacer una Adoración todas las semanas", explica: "El día 11 estaba en la capilla con una hermana, Sor María Albertina. La adoración era a las cinco de la tarde, y a las 17.45 reviví la experiencia de la presencia de Jesús que había vivido en la basílica, en la bendición de los enfermos. ¡Yo estaba en comunión con Lourdes, no podía ser de otra manera! Sentí un bienestar en todo mi cuerpo".

Sor Bernadette concluyó su turno de adoración y regresó a su celda: "Volví a mi habitación sobre las seis, y allí una voz me dijo: ‘Quítate tus aparatos’. Yo, sin saber qué me pasaba, sin plantearme nada, me lo quité todo, en un acto de fe, como cuando en el Evangelio Jesús le dice al paralítico: ‘Levántate, toma tu camilla y vete’. Para mi sorpresa, podía moverme. Mi pie, que estaba torcido, se recolocó. Fui a donde estaba la hermana y le dije: ‘Mira lo que me está pasando’".

La religiosa no lo dudó. Cortó el circuito de neuroestimulación que llevaba, dejó de tomar morfina de golpe y dejó de sondarse. "No tuve ningún síndrome de abstinencia de la morfina", añade.

Su conmoción personal fue intensa: "Me derrumbé, estuve llorando varios días. Me preguntaba qué me pasaba, porque no me lo podía ni imaginar". Su cuñada vio a verla y salieron de paseo por el bosque: "Anduve varios kilómetros, algo que no había podido hacer desde hacía años".

Perplejidad médica

Era un fin de semana. El lunes acudió al médico: "Llegué a las siete de la mañana, llorando, diciéndole ‘No sé qué me pasa’. Él vio el cambio. Me dijo que se sentía feliz. Me examinó y no encontró ningún signo clínico".

Al poco tiempo acudió a Nantes a una cita prevista desde hacía tiempo en la unidad del dolor: "Me vieron cuatro médicos, que se sorprendieron de verme así. Ninguno puso en duda lo que me pasaba. Fueran o no cristianos, para ellos era imposible que yo me curase".

Sor Bernadette explica que, del mismo modo que acudió a Lourdes por indicación del doctor Fumery, fue él mismo quien se tomó "muy a pecho" lograr el reconocimiento de la curación: "Enseguida hizo un informe. Yo tenía un informe médico completo con cartas de los hospitales e historia clínica de todos los sitios por los que había pasado", que eran varios porque "en la vida religiosa se viaja, no se está siempre en el mismo lugar. Así que pude aportar todos esos documentos".

El reconocimiento

Ese dossier se envió a Lourdes el 11 de diciembre de 2008, y en julio de 2009, durante una nueva peregrinación, Sor Bernadette compareció en una gran sala ante "unas ochenta personas del mundo médico". Tras ser interrogada y examinada la documentación, el doctor Alessandro de Franciscis, quien ese mismo año había sido nombrado por el obispo de Tarbes y Lourdes como 15º Médico Permanente del santuario y presidente de la Oficina de Constataciones Médicas que examina cada caso de posible curación, preguntó a todos los científicos presentes y se abría o no el dossier. No hubo dudas.



El doctor Alessandro de Franciscis.

El doctor Alessandro de Franciscis, desde 2009 al frente de la certificación de las curaciones extraordinarias en Lourdes. El proceso es exigente desde el punto de vista científico e incluso molesto para quien ha de pasar por él, por la multiplicación de revisiones y controles a lo largo del tiempo.

"El dossier se abrió, y a partir de ahí todos los años me vieron expertos y pasé controles de todo tipo, incluso de psiquiatría", explica la religiosa: "A partir de ese momento tuve que someterme a muchos controles, porque es muy estricto. Pero al mismo tiempo ha sido una experiencia, porque he conocido gente muy comprensiva, ha sido un descubrimiento. Es cierto que hay que querer pasar por ello, y yo he querido porque la gracia que he recibido no la podía guardar para mí, significaba poder dar testimonio de las maravillas de Dios y de los beneficios de Dios".

La gran pregunta y su respuesta

Sor Bernadette vive "con emoción" el hecho de que su curación haya sido el septuagésimo milagro reconocido oficialmente en Lourdes. Pero una pregunta le rondó la cabeza desde el principio, y aún hoy: "¿Por qué se hizo misericordia conmigo? ¿Por qué a mí? ¿Por qué, Señor? ¿Por qué yo? ¡Hay tantas personas que son más jóvenes que yo, personas con discapacidades o enfermas, y yo soy una persona anciana que podía terminar mis días así!".

Pero no hay respuesta: "Poco a poco, en la oración he descubierto finalmente que es el misterio de Dios, tal vez lo comprenda más adelante".

Y tiene claro para qué ha de servir: "Para el servicio de la misión. Me he dicho, 'He recibido este don en la Iglesia, y es en la Iglesia donde debo vivirlo, en la misión'. No es para mí, para Bernadette, yo no soy una vedette, eso no me interesa. Es para que yo lo dé a mi vez".

Ha seguido yendo a Lourdes acompaando enfemos, algunos terminales, y a sus familias.  He acompañado luego a grandes enfermos, en el final de la vida, he acompañado familias. Oigo muchas cosas. He oído a personas decirme que hago un bien cuando paso. Estoy habitada por esta gracia, no puedo mirar para mí misma".

Publicado en ReL el 12 de febrero de 2018 y actualizado.

viernes, 30 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 30 de Diciembre 2022



 Texto del Evangelio (Mt 2,13-15.19-23):

 Después que se fueron los Magos, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo.

Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño». El se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea, y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: «Será llamado Nazareno».



«Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel»


+ Rev. D. Joan Ant. MATEO i García

(Tremp, Lleida, España)

Hoy contemplamos el misterio de la Sagrada Familia. El Hijo de Dios inicia su andadura entre los hombres en el seno de una familia. Es el designio del Padre. La familia será siempre el hábitat humano insustituible. Jesús tiene un padre legal que le “lleva” y una Madre que no se separa de Él. Dios se sirvió en todo momento de san José, hombre justo, esposo fiel y padre responsable para defender a la Familia de Nazaret: «El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto’» (Mt 2,13).

Hoy, más que nunca, la Iglesia está llamada a proclamar la buena noticia del Evangelio de la Familia y la vida. Hoy más que nunca, una cultura profundamente inhumana intenta imponer un anti-evangelio de confusión y de muerte. San Juan Pablo II nos lo recordaba en su exhortación Ecclesia in Europa: «La Iglesia ha de proponer con fidelidad la verdad sobre el matrimonio y la familia. Es una necesidad que siente de manera apremiante, porque sabe que dicha tarea le compete por la misión evangelizadora que su Esposo y Señor le ha confiado y que hoy se plantea con especial urgencia. El valor de la indisolubilidad matrimonial se tergiversa cada vez más; se reclaman formas de reconocimiento legal de las convivencias de hecho, equiparándolas al matrimonio legítimo...».

«Herodes va a buscar al niño para matarle» (Mt 2,13). Herodes ataca de nuevo, pero no temamos, porque la ayuda de Dios no nos faltará. ¡Vayamos a Nazaret! Redescubramos la verdad de la familia y de la vida. Vivámosla gozosamente y anunciémosla a nuestros hermanos sedientos de luz y esperanza. El Papa nos convoca a ello: «Es preciso reafirmar dichas instituciones [el matrimonio y la familia] como provenientes de la voluntad de Dios. Además es necesario servir al Evangelio de la vida».

De nuevo, «el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: ‘Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel’» (Mt 2,19-20). ¡El retorno de Egipto es inminente!

Francisco pide «una oración especial» por Benedicto XVI: «Está muy enfermo»



 Francisco pide «una oración especial» por Benedicto XVI: «Está muy enfermo»

Papas

"Quisiera pedirles a todos una oración especial por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Acuérdense de él -está muy enfermo- pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final", dijo el Papa Francisco.

El Papa celebró este miércoles la habitual Audiencia General en el Vaticano y al término pidió oraciones especiales por Benedicto XVI: "Para que el Señor lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final".

"Quisiera pedirles a todos una oración especial por el Papa emérito Benedicto, que en silencio está sosteniendo a la Iglesia. Acuérdense de él -está muy enfermo- pidiendo al Señor que lo consuele, y lo sostenga en este testimonio de amor a la Iglesia, hasta el final", dijo el Papa Francisco al dirigirse en sus saludos a los peregrinos de lengua italiana, congregados en el Aula Pablo VI del Vaticano.

El director de la Oficina de Prensa del Vaticano, Matteo Bruni, ha confirmado el agravamiento del estado de salud del emérito: "Respecto a las condiciones de salud del Papa emérito, para quien el Papa Francisco ha pedido una oración al final de la Audiencia General de esta mañana, puedo confirmar que en las últimas horas se ha producido un agravamiento debido a su avanzada edad. Por el momento, la situación está bajo control, bajo seguimiento constante de los médicos", recalcó Bruni.

Y añadió: "Al término de la Audiencia General, el Papa Francisco se ha desplazado al monasterio Mater Ecclesiae para visitar a Benedicto XVI. Nos unimos a él en la oración por el Papa emérito".

Una vida de oración

Benedicto XVI cumplió 95 años de edad el pasado 16 de abril. En febrero de 2013, tras su renuncia, se trasladó al monasterio Mater Ecclesiae, en los Jardines Vaticanos, donde reside actualmente. En todo este tiempo está asistido por las consagradas de la Asociación Memores Domini y su secretario personal, monseñor Georg Gänswein. El Papa emérito ha seguido de cerca los acontecimientos de la Iglesia, desde una vida dedicada a la oración, la música, el estudio y la lectura.


Puedes ver aquí las palabras del Papa Francisco sobre su antecesor. 

La cercanía entre el Papa y Benedicto XVI, desde la renuncia de este último, ha sido muy estrecha. Francisco lo llamó "padre" y "hermano" en el Ángelus del 29 de junio de 2021, con ocasión del 70 aniversario de ordenación sacerdotal del alemán. También han sido varias las visitas de Francisco a su antecesor en el monasterio donde vive.

La primera visita tuvo lugar al inicio de su pontificado, cuando el Papa Francisco llegó en helicóptero a Castel Gandolfo, donde Benedicto permaneció unas semanas antes de trasladarse al monasterio Mater Ecclasiae en el Vaticano. En vísperas de las vacaciones de Navidad o Pascua, o con ocasión de los consistorios con los nuevos cardenales, el Papa Francisco ha acudido al monasterio vaticano para saludarlo y expresarle sus mejores deseos.

Benedicto-XVI



Una de las últimas apariciones públicas de Benedicto XVI tuvo lugar el uno de diciembre durante el encuentro con el arzobispo ucraniano Shevchuk, y con los galardonados del último premio Ratzinger de teología.

Fuente: Religión en libertad

jueves, 29 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 29 de Diciembre 2022



Texto del Evangelio (Lc 2,22-35):

 Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor y para ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones, conforme a lo que se dice en la Ley del Señor.

Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón; este hombre era justo y piadoso, y esperaba la consolación de Israel; y en él estaba el Espíritu Santo. Le había sido revelado por el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor. Movido por el Espíritu, vino al Templo; y cuando los padres introdujeron al Niño Jesús, para cumplir lo que la Ley prescribía sobre Él, le tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz para iluminar a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel».

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de Él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: «Éste está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma!- a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones».



«Ahora, Señor, puedes (...) dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación»


Chanoine Dr. Daniel MEYNEN

(Saint Aubain, Namur, Bélgica)

Hoy, 29 de diciembre, festejamos al santo Rey David. Pero es a toda la familia de David que la Iglesia quiere honrar, y sobre todo al más ilustre de todos ellos: ¡a Jesús, el Hijo de Dios, Hijo de David! Hoy, en ese eterno “hoy” del Hijo de Dios, la Antigua Alianza del tiempo del Rey David se realiza y se cumple en toda su plenitud. Pues, como relata el Evangelio de hoy, el Niño Jesús es presentado al Templo por sus padres para cumplir con la antigua Ley: «Cuando se cumplieron los días de la purificación según la Ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarle al Señor, como está escrito en la Ley del Señor: Todo varón primogénito será consagrado al Señor» (Lc 2,22-23).

Hoy, se eclipsa la vieja profecía para dejar paso a la nueva: Aquel, a quien el Rey David había anunciado al entonar sus salmos mesiánicos, ¡ha entrado por fin en el Templo de Dios! Hoy es el gran día en que aquel que San Lucas llama Simeón pronto abandonará este mundo de oscuridad para entrar en la visión de la Luz eterna: «Ahora, Señor, puedes, según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos» (Lc 2,29-32).

También nosotros, que somos el Santuario de Dios en el que su Espíritu habita (cf. 1Cor 3,16), debemos estar atentos a recibir a Jesús en nuestro interior. Si hoy tenemos la dicha de comulgar, pidamos a María, la Madre de Dios, que interceda por nosotros ante su Hijo: que muera el hombre viejo y que el nuevo hombre (cf. Col 3,10) nazca en todo nuestro ser, a fin de convertirnos en los nuevos profetas, los que anuncien al mundo entero la presencia de Dios tres veces santo, ¡Padre, Hijo y Espíritu Santo!

Como Simeón, seamos profetas por la muerte del “hombre viejo”! Tal como dijo el Papa San Juan Pablo II, «la plenitud del Espíritu de Dios viene acompañada (…) antes que nada por la disponibilidad interior que proviene de la fe. De ello, el anciano Simeón, ‘hombre justo y piadoso’, tuvo la intuición en el momento de la presentación de Jesús en el Templo».

«En mi vida no hubo un Big Bang, pero Dios me ha conducido progresivamente para conocerle de cerca»

 


«En mi vida no hubo un Big Bang, pero Dios me ha conducido progresivamente para conocerle de cerca»

Frédéric no estaba dispuesto bajo ningún concepto a contarle a un sacerdote su vida en la confesión.

Los padres de Frédéric era profesores de los llamados “húsares negros”, denominación debida al escritor Charles Péguy para referirse a los maestros prototípicos de la III República Francesa, con su laicismo característico. Funcionarios moldeados por las leyes de enseñanza de finales del siglo XIX y principios del XX, eran adalides de una supuesta neutralidad religiosa, concebida con la única finalidad de sustituir a la educación católica tradicional en el país.

Al describirles así, Frédéric quiere decir que, provenientes de las escuelas públicas, como profesores “habían conservado el carácter laico de su educación, y eran defensores de la neutralidad religiosa en el ámbito de la escuela”.

En consecuencia, y por seguir “las costumbres de  la época”,  le bautizaron cuando tenía un mes e hizo la Primera Comunión al cumplir los 10 años. Pero nada más: “De vez en cuando iba a misa con mi abuela ‘para contentarla’, me decían, pero eso y poco más fueron mis puntos de contacto con la Iglesia en mi infancia”.

En busca de la felicidad

Frédéric empezó a pensar en Dios en la adolescencia, al reflexionar sobre “la búsqueda de la felicidad”: “Mi propia experiencia moral del bien y del mal me había hecho plantearme esa cuestión, y llegué a la conclusión de que si esa bondad y esa belleza podían existir de forma permanente y plena, eso debía ser lo que se denominaba ‘Dios’. Es decir, hice un recorrido intelectual hacia la noción de Dios”.

Años después conoció a quien hoy es su esposa. “Ella se había 'cocinado' desde pequeña en la olla cristiana”, bromea Frédéric, al contar esta historia a Découvrir Dieu: “Iba a misa, había hecho escultismo católico… Para ella, evidentemente, ir a misa era una costumbre, y yo la acompañaba”.

En su casa, donde conocían la poca religiosidad de su hijo, estaban sorprendidos.

-Pero ¿por qué va a misa? -se interrogaba su madre.

-Bueno, ¡van a casarse! ¡No querrás que no hagan las cosas juntos! –respondía su padre.

Organista

Frédéric no se aburría en misa porque había estudiado piano y pronto le asignaron al órgano, donde acompañaba los himnos. Y esa belleza en ese lugar empezó a cambiarle: “Aquello me dulcificaba, por decirlo de alguna manera. Enseguida me di cuenta de que las cuestiones que me planteaba encontraban allí su respuesta”.

Pasaron los años, su novia y él se casaron, tuvieron hijos y se instalaron en Rambouillet, a unos treinta kilómetros al suroeste de París. Allí se intensificó su participación en la vida de la Iglesia, siempre por razón musical, y eso le daba a él en su parroquia una relevancia cada vez mayor.

Como él no ocultaba su poca formación y escasa práctica –aunque a misa iba todos los domingos para tocar-, algunos fieles comentaban: “¡Este Fréderic…! Hace muchas cosas, pero no ha concluido su educación cristiana”.

La confesión, un obstáculo

En efecto, nunca había llegado a recibir el sacramento de la Confirmación. Cuando se lo propusieron, se mostró de acuerdo. Le explicaron que debía prepararse, para lo cual en el mes de mayo acudiría a un retiro al efecto convocados por los obispos del departamento de Yvelines. 




Ya allí cuando llegó la fecha, surgió el problema: “Había una etapa de esa preparación que no me obligaban a hacer, pero yo sabía que formaba parte del pack. Había que ir a un sacerdote y confiarse a él, contarle todo lo que uno había hecho mal, comentar con él cómo encauzar la propia vida. Y dije que no estaba dispuesto: todo lo demás que quisieran, sí, pero contarle mi vida a un sacerdote… renegaba de ello. Así que me confirmé… pero sin haber pasado por esa etapa”.

Que, a pesar de su buena disposición hacia la religión, él lograse sortear el sacramento de la Penitencia en un camino de asentamiento y fortalecimiento de la fe, no dejaba de ser una grave anomalía espiritual, y la Providencia se iba a encargar de resolverla.

Un empujón

Ese mismo año, su esposa le propuso otro retiro espiritual.

-Pero ¿qué es esto? –protestó–. ¿Es que aún no he hecho bastantes cosas?

La protesta no sirvió de mucho, y el matrimonio, acompañado por los cuatro hijos que tenían entonces, se puso en marcha: “Pasó día y medio durante el cual ni me acordé de esa historia de ir a contarle mi vida a un sacerdote. Cuando, de repente, sentí una imperiosa necesidad de hacerlo, como si una fuerza me hubiese propinado un golpe en la espalda para empujarme, diciéndome: ‘Frédéric, no te irás de aquí sin haberlo hecho’. Se había convertido en una urgencia”.

“Es lo que en la jerga cristiana llaman la ‘confesión’”, cuenta, algo que él no conocía en la práctica pero que supuso “una liberación enorme”: “Comprendí que Dios podía renovarme, otorgarme de nuevo toda su confianza, fuese cual fuese lo que yo hubiese hecho”.

Comunicando la fe

La gracia le renovó tanto, en efecto, que cambió su concepción de la fe de pasiva a activa: “A partir de ese momento, sentía el deseo de anunciar esta alegría a los demás, en particular en mi ámbito profesional”.

Frédéric trabaja en el sector del automóvil y suele hacer frecuentes viajes en avión: “Sentado junto a un compañero durante una hora o dos horas surgen las palabras. Y he podido constatar que las cuestiones de la fe, del sentido de la vida, están presentes en el corazón de muchos hombres y que la conversación se dirige de forma natural hacia esos temas”.

“¡Y éste es el resumen de mis 63 años de existencia!”, concluye Frédéric: “No ha habido un Big Bang ni grandes cambios de la noche a la mañana. Han sido etapas progresivas en las que el Señor ha intervenido en mi vida y me ha conducido para conocerle cada vez más de cerca”.

fuente. Reigion en libertad

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 28 de Diciembre 2022

 


Texto del Evangelio (Mt 2,13-18):

 Después que los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarle». Él se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: «De Egipto llamé a mi hijo».

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen».



«Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto»


Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu

(Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy celebramos la fiesta de los Santos Inocentes, mártires. Metidos en las celebraciones de Navidad, no podemos ignorar el mensaje que la liturgia nos quiere transmitir para definir, todavía más, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús, con dos acentos bien claros. En primer lugar, la predisposición de san José en el designio salvador de Dios, aceptando su voluntad. Y, a la vez, el mal, la injusticia que frecuentemente encontramos en nuestra vida, concretado en este caso en la muerte martirial de los niños Inocentes. Todo ello nos pide una actitud y una respuesta personal y social.

San José nos ofrece un testimonio bien claro de respuesta decidida ante la llamada de Dios. En él nos sentimos identificados cuando hemos de tomar decisiones en los momentos difíciles de nuestra vida y desde nuestra fe: «Se levantó, tomó de noche al Niño y a su madre, y se retiró a Egipto» (Mt 2,14).

Nuestra fe en Dios implica a nuestra vida. Hace que nos levantemos, es decir, nos hace estar atentos a las cosas que pasan a nuestro alrededor, porque —frecuentemente— es el lugar donde Dios habla. Nos hace tomar al Niño con su madre, es decir, Dios se nos hace cercano, compañero de camino, reforzando nuestra fe, esperanza y caridad. Y nos hace salir de noche hacia Egipto, es decir, nos invita a no tener miedo ante nuestra propia vida, que con frecuencia se llena de noches difíciles de iluminar.

Estos niños mártires, hoy, también tienen nombres concretos en niños, jóvenes, parejas, personas mayores, inmigrantes, enfermos... que piden la respuesta de nuestra caridad. Así nos lo dice San Juan Pablo II: «En efecto, son muchas en nuestro tiempo las necesidades que interpelan a la sensibilidad cristiana. Es la hora de una nueva imaginación de la caridad, que se despliegue no sólo en la eficacia de las ayudas prestadas, sino también en la capacidad de hacernos cercanos y solidarios con el que sufre».

Que la luz nueva, clara y fuerte de Dios hecho Niño llene nuestras vidas y consolide nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad.

El dolor de una pérdida acabó de golpe con su fe: Marie, un caso de rescate mediante la confesión



El dolor de una pérdida acabó de golpe con su fe: Marie, un caso de rescate mediante la confesión

La historia de Marie muestra el efecto inmediato en el alma de la confesión cuando se acude a ella con el corazón abierto.

La tragedia de perder inesperadamente (prematuramente, en términos de juicio humano) un ser querido adquiere un sentido en la fe y la confianza en el plan de Dios. Pero en ocasiones es precisamente la fe la que vacila ante la desgracia. Fue el caso de Marie, quien ofreció en L'1visible el testimonio de caída y sanación. Acudir al confesionario siempre compensa...:

María: un vacío abismal

El 20 de junio de 2012, dos de mis hermanos sufrieron un accidente de coche en Estados Unidos. Mi hermano Pierre, de 40 años, padre de cuatro hijos, murió en el acto, y mi otro hermano, de 36 años, padre también de cuatro hijos, quedó gravemente herido. Ello supuso para mí un gran momento de duda, de vacío abismal, de pérdida completa del sentido de la vida, de temor al futuro…

Ir a misa, una tortura

En aquella época yo creía en Dios, había recibido una buena formación cristiana y era practicante. Esa prueba me hijo perder la fe que yo tenía hasta entonces, porque Dios me pareció indiferente o ausente ante esta terrible experiencia.

 La misa dominical se convirtió en un momento molesto en el que volvía una y otra vez la cuestión: ¿está Él ahí? ¿Existe? Ante esta cuestión, me invadía una oleada de tristeza. No ir a misa me permitía evitar ese mal trago, pero implicaba la culpabilidad de separarme voluntariamente de mi familia. Y cuando, a pesar de todo, les acompañaba, verme allí rodeada de gente feliz se me hacía muy difícil.

Palabras que hacen pensar... 

En el verano de 2014, mis hijos y mi marido quisieron participar en un encuentro cristiano. Llegamos a aquel lugar, donde una masa de gente cantaba, alababa y aplaudía. Es alegría me resultaba insoportable y pensaba: “¡No es posible! ¿Nadie entre ellos ha vivido nunca algo tan triste como lo que he vivido yo?”. Además, el primer día un sacerdote dijo que de todo el mal que nos llegaba, Dios podía obtener un bien mayor. En mi desdicha, eso era inadmisible.

Así que le busqué para verle, pero no podía recibirme hasta tres días después. Fueron tres días de gran tristeza y de soledad, a pesar de la cantidad de gente que había…

...y palabras que perdonan

Llega el día de la cita. Lloro todo el rato, o casi. Me siento abrumada por el cansancio. No puedo avanzar. Estoy agotada por la lucha. Comienza la conversación. Le cuento mi historia. Le explico esa alegría de los demás que me agrede, esa ausencia de Dios desde hace dos años.

El sacerdote tiene palabras muy tranquilizadoras. Me insiste en que Pierre, mi hermano, está presente en la otra vida. Me hace comprender igualmente que seguir mirando al pasado no puede devolverme a mi hermano y lo único que hace es impedirme avanzar. Vuelve igualmente sobre la frase que dijo tres días antes: Dios quiere nuestro bien y no ha creado el mal. Puede sacar un bien de cualquier historia, por horrible que sea.

 En el momento del perdón de los pecados, la niebla que pesaba sobre mí como una capa de plomo desde el accidente se disipa de golpe, con una dulzura infinita. Me ha invadido una paz profunda.

¡Jesús está ahí! 

Sentí que Jesús estaba ahí, en mí, y que me amaba a mí, María, personalmente. Me amaba desde siempre y siempre había estado conmigo en mi camino de duelo. De golpe, me sentí reunificada: mi espíritu, mi cuerpo y mi corazón estaban unidos, y tenía una sensación de completitud increíble y muy tranquilizadora.

Al mismo tiempo, recibí una alegría profunda que me llenó de ganas de amar, de amar sin medida. Esta fuente de amor, que estaba casi seca, se abrió con mayor fuerza que antes, con el deseo de dar y de que todos a mi alrededor fuesen felices.

 Yo no he cambiado, pero todo ha cambiado. Nada me da miedo, todo puede suceder. ¡Jesús está ahí! La vida continúa con sus pruebas y sus dificultades, pero esta presencia y esta paz interior me acompañan desde entonces. Mi fe se ha hecho más encarnada: vivo en relación con un Dios vivo, en un corazón a corazón para profundizar cada vez más  y como una presencia en cada una de las personas con las que me encuentro. Quiero compartir con todos esta esperanza que habita en mí desde entonces y que me impulsa a abandonarme, a confiar.

 Insisto cada día en esta oración: “La vida sin ti es invivible. ¡Haz, Señor, que jamás me separe de ti!"

Publicado en ReL el 23 de enero de 2018.

martes, 27 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 27 de Diciembre 2022

 


Texto del Evangelio (Jn 20,2-8):

 El primer día de la semana, María Magdalena fue corriendo a Simón Pedro y a donde estaba el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: «Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó.



«Vio y creyó»


Rev. D. Manel VALLS i Serra

(Barcelona, España)

Hoy, la liturgia celebra la fiesta de san Juan, apóstol y evangelista. Al siguiente día de Navidad, la Iglesia celebra la fiesta del primer mártir de la fe cristiana, san Esteban. Y el día después, la fiesta de san Juan, aquel que mejor y más profundamente penetra en el misterio del Verbo encarnado, el primer “teólogo” y modelo de todo verdadero teólogo. El pasaje de su Evangelio que hoy se propone nos ayuda a contemplar la Navidad desde la perspectiva de la Resurrección del Señor. En efecto, Juan, llegado al sepulcro vacío, «vio y creyó» (Jn 20,8). Confiados en el testimonio de los Apóstoles, nosotros nos vemos movidos en cada Navidad a “ver” y “creer”.

Uno puede revivir estos mismos “ver” y “creer” a propósito del nacimiento de Jesús, el Verbo encarnado. Juan, movido por la intuición de su corazón —y, deberíamos añadir, por la “gracia”— “ve” más allá de lo que sus ojos en aquel momento pueden llegar a contemplar. En realidad, si él cree, lo hace sin “haber visto” todavía a Cristo, con lo cual ya hay ahí implícita la alabanza para aquellos que «creerán sin haber visto» (Jn 20,29), con la que culmina el vigésimo capítulo de su Evangelio.

Pedro y Juan “corren” juntos hacia el sepulcro, pero el texto nos dice que Juan «corrió más aprisa que Pedro, y llegó antes al sepulcro» (Jn 20,4). Parece como si a Juan le mueve más el deseo de estar de nuevo al lado de Aquel a quien amaba —Cristo— que no simplemente estar físicamente al lado de Pedro, ante el cual, sin embargo —con el gesto de esperarlo y de que sea él quien entre primero en el sepulcro— muestra que es Pedro quien tiene la primacía en el Colegio Apostólico. Con todo, el corazón ardiente, lleno de celo, rebosante de amor de Juan, es lo que le lleva a “correr” y a “avanzarse”, en una clara invitación a que nosotros vivamos igualmente nuestra fe con este deseo tan ardiente de encontrar al Resucitado.


El demonio existe, el reiki lo atrae y hay cosas peores: los curas de «Red de Redes» hablan del mal

 


El demonio existe, el reiki lo atrae y hay cosas peores: los curas de «Red de Redes» hablan del mal

Los padres Bronchalo, Silva y Domenech en Red de Redes, en un capítulo sobre el demonio y los exorcismos

¿El demonio existe? Siguiendo el Catecismo de la Iglesia, los sacerdotes interneteros Jesús Silva, Patxi Bronchalo y Antonio María Domenech están seguros de que sí, pero no se quedan ahí. Con ánimo de ayudar y aclarar, Silva, Bronchalo y Domenec dedican al tema el nuevo capítulo de Red de Redes, el programa de catequesis desenfadada de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).

Aquí recogemos las principales conclusiones del episodio:

1) El demonio existe: tiene mente y voluntad

La primera pregunta es sobre la propia existencia del diablo. ¿Está ahí o es sólo un concepto, o una especie de energía negativa?

Los tres sacerdotes dicen que tiene mente, personalidad. Es un ser personal. "Existe y tiene libertad, actividad, intenciones, métodos”, recuerda Domenech.

Los sacerdotes recuerdan el Catecismo: el demonio es una criatura, un ángel caído. Silva recuerda que aquel a quien llamamos “demonio” habitualmente es Satanás, que es el “cabecilla”, pero que hay un número determinado de demonios: ángeles que han dado la espalda a Dios. ¿Y esto qué significa? Señalan que la caída de Satanás es haber dicho a Dios “No serviré”, y que esto corrompió su esencia. “El demonio odia nuestra felicidad”, apunta Domenech, y Bronchalo advierte: “Lo que quiere es tu destrucción, tu condenación”.

“El demonio odia a Dios, a las criaturas y a sí mismo, y quiere arrastrar a todos los seres posibles a la condenación, para herir el corazón de Dios”, insiste Silva, para quien es importante hablar del demonio, pero teniendo claro que no es el protagonista.

“El protagonista es Jesucristo, que derrota al demonio”, dice. “Hablamos del demonio -añade- para conocer y comprender al enemigo, para poderle vencer y resistir”.

2) La brujería o el reiki abren la puerta a la acción diabólica

Los sacerdotes detallan que hay tres maneras en las que el demonio puede afectarnos: la posesión, la opresión y la tentación, y pasan a detallar cada una, empezando por la más cinematográfica. “En una posesión, una persona abre alguna puerta de su libertad al demonio y este entra en su cuerpo y lo domina”, detalla Silva.

¿Y cómo se abren estas puertas? Silva da algunos ejemplos: a través del satanismo, la brujería, el reiki, las terapias de invocación de energías cósmicas… “Toda brujería o terapias de este tipo son intentos de influir y manipular lo sobrenatural; es lo contrario de la relación que tenemos los cristianos con lo sobrenatural, que es decir a Dios ‘Hágase tu voluntad’”, apunta Bronchalo.

Silva concluye: “Nosotros solo podemos rezar, que es pedir; todo lo que vaya más allá puede abrir una puerta al enemigo”.

Los tres clérigos detallan algunos síntomas de la posesión -desasosiego, un odio especial a lo sagrado…-, pero insisten en que no hay que obsesionarse buscándolos. “Se sabe si una persona está poseída en un exorcismo, donde el sacerdote -debidamente delegado por el obispo- increpa al demonio con una oración litúrgica”, explica Silva, y dice que muchas veces hace falta más de un exorcismo para sacar al demonio, pero que al final, es un proceso que -en su experiencia- ha llevado siempre a una mayor conversión de la persona que lo atraviesa.

3) No es lo mismo exorcismo y oración de liberación

El segundo modo de actuar del demonio es la opresión, que es cuando no posee el cuerpo pero sí lo ronda. “Es una situación en la que estás más influenciado por el demonio que el resto: es más que una tentación, a veces parece que te han quitado la libertad, o no conoces qué estás haciendo”, explica Domenech.

Silva, además, distingue entre opresión -cuando el demonio está a tu alrededor-, obsesión -que tiene que ver con los pensamientos malignos, y que va más allá de lo psicológico- e infestación, que es cuando un demonio posee un lugar o una cosa.

El sacerdote apunta que este tipo de casos pueden requerir de una oración de liberación, que no es lo mismo que los exorcismos. 

En una oración de liberación lo se le habla ni increpa al demonio, sino que se le habla a Dios: se suplica a Dios que libere a esa persona del Maligno -como se pide en el Padrenuestro-. Además, un exorcismo requiere un ministerio concreto, mientras que una oración de liberación la puede hacer cualquier sacerdote (o de hecho cualquier laico: todos pueden suplicar a Dios).

El Balrog de Moria y Gandalf el Blanco, versiones cabezonas de la escena de El Señor de los Anillos, en Red de Redes



El Balrog de Moria y Gandalf el Blanco, versiones cabezonas de la escena de El Señor de los Anillos, en Red de Redes: el arte, la teología y el buen humor pueden apoyarse mutuamente.

4) La tentación, lo más peligroso

“Parece que lo peor es la posesión, pero en realidad lo más peligroso es la tentación, porque es la obra del demonio que de manera ordinaria nos afecta a todos”, señala Bronchalo. Silva añade que la tentación puede llevar al pecado, y el pecado sin arrepentimiento, a la condenación.

¿Pero quién tentó al demonio? Los tres curas añaden que la tentación diabólica no es la única causa de pecado: también puedo pecar por el mundo -la incitación de los otros, del ambiente social- o porque me deje llevar por mí mismo.

“Y cuidado con hacer las paces con el pecado, porque va a más: el demonio en el Génesis aparece como una culebra y en el Apocalipsis ya es un dragón”, advierte Bronchalo.

Para resistir a la tentación, añaden, hay que conocer “las argucias del enemigo”. La primera es que busca atacar el punto más débil; la segunda, que obra con insistencia para lograr su objetivo -y hay que decir “No” de entrada-, y la tercera, que obra ocultando sus intenciones y sin querer salir a la luz.

“La tentación, explicada al confesor, ya está vencida”, apunta Domenech.

5) El demonio es “profundamente mentiroso”

Bronchalo pide tener mucho cuidado con frases como “es que el demonio le ha dicho a tal exorcista que…”. “Mucho cuidado, porque el demonio es profundamente mentiroso, y todo lo que diga hay que ponerlo en tela de juicio”, señala Bronchalo.

“Y cuidado, porque muchas de sus mentiras -como en el Génesis- están rodeadas de verdad: cuanta más verdad tenga una mentira, más daño hace”, añade Domenech.

El episodio termina, como todos, con tres recomendaciones: un santo -el padre Pío de Pietrelcina-, un libro -en este caso dos: Habla un exorcista, de Gabriele Amorth, y Jesús está vivo, de Emiliano Tardif- y una película. O dos: El rito y El exorcismo de Emily Rose, “que enfocan el tema desde un punto de vista adecuado”, dice Bronchalo.


Fuente: Religión en Libertad

lunes, 26 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 26 de Diciembre 2022

 


Texto del Evangelio (Mt 10,17-22):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus Apóstoles: «Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros. Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará».



«Os entregarán a los tribunales y os azotarán»


+ Fray Josep Mª MASSANA i Mola OFM

(Barcelona, España)

Hoy, recién saboreada la profunda experiencia del Nacimiento del Niño Jesús, cambia el panorama litúrgico. Podríamos pensar que celebrar un mártir no encaja con el encanto navideño… El martirio de san Esteban, a quien veneramos como protomártir del cristianismo, entra de lleno en la teología de la Encarnación del Hijo de Dios. Jesús vino al mundo para derramar su Sangre por nosotros. Esteban fue el primero que derramó su sangre por Jesús. Leemos en este Evangelio como Jesús mismo lo anuncia: «Os entregarán a los tribunales y (…) seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio» (Mt 10,17.18). Precisamente “mártir” significa exactamente esto: testigo.

Este testimonio de palabra y de obra se da gracias a la fuerza del Espíritu Santo: «El Espíritu de vuestro Padre (…) hablará en vosotros » (Mt 10,19). Tal como leemos en los “Hechos de los Apóstoles”, capítulo 7, Esteban, llevado a los tribunales, dio una lección magistral, haciendo un recorrido por el Antiguo Testamento, demostrando que todo él converge en el Nuevo, en la Persona de Jesús. En Él se cumple todo lo que ha sido anunciado por los profetas y enseñado por los patriarcas.

En la narración de su martirio encontramos una bellísima alusión trinitaria: «Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios» (Hch 7,55). Su experiencia fue como una degustación de la Gloria del Cielo. Y Esteban murió como Jesús, perdonando a los que lo inmolaban: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado» (Hch 7,60); rezó las palabras del Maestro: «Padre, perdónales porque no saben lo que hacen» (Lc, 23, 34).

Pidamos a este mártir que sepamos vivir como él, llenos del Espíritu Santo, a fin de que, fijando la mirada en el cielo, veamos a Jesús a la diestra de Dios. Esta experiencia nos hará gozar ya del cielo, mientras estamos en la tierra.

En «Barioná», Sartre «se tomó en serio la Navidad y la confrontó con su existencialismo ateo»

 


En «Barioná», Sartre «se tomó en serio la Navidad y la confrontó con su existencialismo ateo»

Jean-Paul Sartre.

Que en la bibliografía de Jean-Paul Sartre (1905-1980), uno de los pensadores ateos más influyentes del siglo XX, figure una preciosa obra sobre la Navidad, descolocó tanto a sus seguidores que el texto se hizo inencontrable.

La editorial Voz de Papel acaba de sacar de la imprenta una nueva edición de la obra que hace casi veinte años descubrió José Ángel Agejas y se publicó por primera vez en español en 2004: Barioná. El hijo del trueno, de Jean-Paul Sartre. Una pieza de teatro  inspirada en la Navidad (en la Navidad real, el nacimiento de Cristo) absolutamente sorprendente en la bibliografía del filósofo ateo y activista comunista, uno de los padres intelectuales de Mayo del 68.

Agejas, doctor en Filosofía, es catedrático de Ética y Deontología en la Universidad Francisco de Vitoria y periodista con muchos años de ejercicio. Encontrar Barioná fue fruto de una ardua investigación. 

-¿Qué le parece si empezamos por la pregunta que formula usted al inicio de la introducción a la nueva edición de Barioná? Dice así: ¿puede un reconocido intelectual ateo escribir una obra de teatro sobre la Navidad?

-Rotundamente, sí. Lo cual sorprende a quien encasilla al cristianismo como una especie de senda iniciática al margen de la razón y de la historia. Pero si algo tiene el hecho cristiano es, precisamente, eso: es un hecho histórico que apela a la persona en lo más íntimo de su ser. Cristo no vino a predicar una doctrina o iniciar un camino esotérico espiritualista. Cristo es la Palabra de Dios hecha carne para que todos los seres humanos podamos escucharla, contemplarla… y abrazarla. La propuesta de Cristo es incondicional y, por lo mismo, accesible a todo el que quiera acercarse a ella, desde donde se encuentre y desde su experiencia.

»En ese sentido uno puede acercarse, confrontarse con la propuesta de Cristo… y luego optar: abrazar la salvación que se le propone o rechazarla. Salvando las distancias, el ejercicio de Sartre en Barioná me recuerda al del libro Un rabino habla con Jesús de Jacob Neusner, con el que a su vez entraba en diálogo el Papa Benedicto XVI a través de su libro sobre Jesús de Nazaret. En ese texto, el rabino y profesor, judío observante, se tomaba en serio a Jesús, sus hechos y palabras, su enseñanza para luego tomar su propia decisión. Y del mismo modo que de ese diálogo sale luz para todos, como nos hizo ver Benedicto XVI, pues de ese contraste todos aprendemos, también aquí. Sartre se tomó en serio la Navidad y la confrontó con su existencialismo ateo… de ahí salió una obra radicalmente novedosa y apasionante.

-¿Qué motivó su interés por una obra de teatro de Sartre inspirada en la Navidad? ¿Cómo la descubrió?

-El mayor experto católico en el estudio de los llamados “evangelios de la Infancia de Jesús”, esto es, de los relatos evangélicos relativos a los primeros años de la vida de Cristo, citaba en un tratado sobre la Virgen María unas líneas de esta obra, al mismo tiempo que hacía dos cosas: agradecer a Sartre que le dejara citarlas, por un lado, y por otro, afirmar que era el texto que más le había ayudado a entender la Navidad.

»Dos afirmaciones, cuando menos, extrañas. La primera, porque para citar un texto ya publicado no necesitas autorización, pues basta con poner la referencia. Lo cual apuntaba a que, precisamente, había un texto pero que no contaba con una edición pública. Y dos: que un ateo fuera tan elogiado por el mayor experto católico en la Navidad… Eso, junto con la sospecha de algunos amigos de que fuera una atribución espuria me impulsaron a buscar la obra.



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»La historia del descubrimiento es más tortuosa, pues hube de dar muchas vueltas. Su rastro aparecía y desaparecía constantemente en referencias, estudios y biografías, incluso con datos contradictorios. Había quienes negaban que se hubiera escrito, quienes negaban la autoría plena de Sartre, quienes la daban por desaparecida… Conseguí reconstruir la historia del manuscrito y encontrar en la Universidad de Indiana un ejemplar de la segunda impresión que hicieron artesanalmente los prisioneros que la habían representado. Finalmente, y después de localizar ese texto, apareció el cuaderno original manuscrito en un archivo cedido a la Biblioteca Nacional Francesa. Así se disiparon todas las dudas sobre la verdadera autoría de la obra y quedó fijo el texto definitivamente.

-Han pasado más de 80 años desde que Sartre escribió esta obra y casi veinte desde que publicó usted la primera edición de Barioná en español. ¿Sigue siendo un texto vigente para la sociedad del siglo XXI?

-La mayoría de los jóvenes ya no han oído hablar de Sartre ni lo han estudiado en el bachillerato. No es el último youtuber ni instagramer de moda. Pero no se dan cuenta de hasta qué punto su manera de verse a sí mismos, de ver sus relaciones y de concebir la sociedad está radicalmente configurada por el pensamiento de un ateo que aleccionó a sus abuelos europeos. Es impresionante comprobar que lo que en Barioná era un pensamiento revolucionario hoy es moneda de cambio común: el menosprecio de la vida humana, el rechazo de la tradición, el desprecio de la conciencia, el desapego de la libertad respecto de la verdad…

-¿Podemos hablar de Barioná como un texto profético?

-En el sentido que acabo de apuntar, sí. Por desgracia. Porque podía haber sucedido que, ochenta años después del conflicto de la libertad y los totalitarismos en la Segunda Guerra Mundial hubiéramos aprendido la lección. Y entonces, estaríamos leyendo esta obra como una reliquia del pasado, con la curiosidad de quien se sorprendiera de qué cosas tan extravagantes llegaron a proponer unos filósofos amargados. Sin embargo, los totalitarismos no han desaparecido, su germen sigue agazapado dispuesto a rebrotar a la primera de cambio, como el dinosaurio de Monterroso. En este sentido considero que esta obra, lejos de ser una reliquia, es una especie de anuncio profético. Sus proclamas revolucionarias desesperanzadas han configurado un modo muy extendido y difuso de pensar y de vivir. Es un claro ejemplo de que las ideas tienen consecuencias. Europa se suicida. Los hijos del baby boom no tienen hijos. Y sus nietos tampoco parece que tengan ganas de vivir. La religión de la nada propuesta por Barioná gana adeptos cada día.

José Ángel Agejas.



José Ángel Agejas es actualmente director editorial de la revista 'Misión' y de la revista interdisciplinar de filosofía y humanidades 'Relectiones'.

-Habla en su introducción de la ausencia del padre. Camus y Sartre compartían la misma carencia, perdieron a su padre antes de cumplir los dos años. Una cosa es que un padre fallezca y otra muy diferente es la muerte de la identidad del padre en vida o como dice en su texto “el padre ausente”. ¿Por qué incide en este aspecto?

-El padre ausente es otro de los grandes temas de nuestro tiempo… profético también entonces, hoy batalla cultural de muchas maneras. Explícitas unas, con la obsesión de la ideología de género por la caricatura del heteropatriarcado, o como el interés de muchos psicólogos y psiquiatras por recuperar y defender la figura y el papel del padre como aportación clave de la cultura occidental al desarrollo de la civilización. O implícitas otras, como sucede en infinidad de películas y series audiovisuales.

»Son muchos los amigos y conocidos algo mayores que yo, que protagonizaron la juventud del 68 y sus derivados, como la transición española, que llegados a la madurez “necesitan” ajustar las cuentas con un padre al que rechazaron. El último conocido, por ejemplo, Joaquín Sabina en el documental Sintiéndolo mucho, donde llega a afirmar que cuando se mira en el espejo, ve a su padre mirándole. Es una especie de regreso a Ítaca, solo que aquí es Telémaco quien regresa a buscar a Ulises, y no al revés. Pero no hay duda de que, en ese encuentro, ambos, se juegan el pleno reconocimiento de su identidad personal. 

-Hay también una referencia a Europa y a la cultura que ha heredado el culto a la fealdad. ¿Dónde reside la belleza de Barioná?

-Cuando terminó la Primera Guerra Mundial, Claudel ya denunciaba la fealdad de las iglesias que se construían en Europa en aquel momento, como expresión de los pecados y defectos de una cultura mortecina, pagada de sí misma y que rechazaba la trascendencia. La Europa de las catedrales había derivado hacia el feísmo. La belleza de Barioná aparece, precisamente, a través de las rendijas por las que penetra la luz en el ateo Sartre: en la ternura de Dios hecho niño, en la pasión de una libertad que apuesta por el sentido y la esperanza, en el amor que puede recuperar una vida y una entrega hechas familia. En esos pasajes Sartre no pudo resistirse a dejar que la belleza se abriera camino. Como en la historia humana, la belleza irrumpe con la luz y el brillo de la vida y la esperanza.

-Me viene a la mente una reflexión de Pedro Salinas: “Todo poema digno acaba en iluminaciones” ¿Es Barioná una obra que ilumina a los hombres?

-Precisamente en el sentido que acabo de apuntar. Como en el momento de inflexión de la obra dice Sara, la mujer de Barioná a la que el rebelde zelote quiere obligar a abortar, en el portal de Belén está “una mujer feliz y plena, una madre que ha dado a luz por todas las madres del mundo y lo que ella me ha dado es como un permiso: el permiso de traer mi hijo al mundo. Quiero ver a esa madre feliz y sagrada, quiero verla. Y sé también que Dios está conmigo”. Citando a otro gran escritor, Dostoievski , “la Belleza salvará al mundo”. Esa es la luz que ilumina desde Barioná.

-Sartre escribió una especie de disculpa o justificación en la que dejaba claro que, a pesar de haber escrito un texto sobre la Navidad, su pensamiento “no había cambiado ni siquiera por un momento” ¿Cree que esto era del todo cierto o se vio “obligado” a defender su posición al hacerse pública su autoría?

-Es muy peligroso hacer juicios de intenciones. No hay ninguna duda de que, en la década de los sesenta, cuando se hacen las primeras copias de la obra a petición de los soldados que la representaron, Sartre vivía a cuerpo de rey gracias al partido comunista de la Unión Soviética. Era un claro activista de las ideas de Moscú durante la Guerra Fría, aunque a eso él lo llamaba apostar por el acercamiento entre los dos bloques. Bueno, el comunismo siempre ha actuado así: caricaturizando a todo el que no es comunista como si fuera un monigote desalmado, carente de juicio y de libertad. Y sorprendentemente siguen haciéndolo todavía hoy, aunque la historia y los hechos lo contradicen. Son magos de la propaganda. Sartre funcionó así y no podía permitir que ese discurso propagandístico se viera “manchado” por una obra como ésta en la que Dios se propone como el único que da sentido a la libertad humana. 

-Teniendo en cuenta que es usted profesor universitario ¿por qué le recomendaría esta obra a su alumnado? ¿Se trata de una obra para todos los públicos, jóvenes, adultos, creyentes, ateos…?

-Hace poco hablé de la obra en clase, casi de pasada. El caso es que tras el examen una alumna me escribió para darme las gracias, y lo que destacó del curso fue, precisamente, la mención a esa obra. Le había llamado tanto la atención que ese mismo día la consiguió para leérsela. Por lo menos a ella, me decía, le había conmovido y despertado. Barioná es así: al buscador, le abre horizontes. Al creyente, le ayuda a contemplar con una belleza inusitada el misterio de la encarnación. Al descreído o al ateo, al menos, le interpela porque le enfrenta radicalmente ante la opción del sentido o del absurdo… Logra lo que supuso Belén: toda la humanidad fue convocada a adorar al Niño, y todos acudieron: pastores y reyes, propios y extraños, judíos y extranjeros. 

-Cuéntenos Barioná en diez palabras.

-Te doy dos opciones. Se pueden hacer muchos tuits así: “Dios se ha encarnado: la indiferencia no es una opción”. “Dios es un niño tierno, abrázalo: te llenará de amor”.

Fuente: Religión en libertad

domingo, 25 de diciembre de 2022

Santo Evangelio 25 de Diciembre 2022

 


Texto del Evangelio (Lc 2,1-14):

 Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Quirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.

Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El Ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y de pronto se juntó con el Ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace».



«Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor»


Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero

(Viladecans, Barcelona, España)

Hoy, nos ha nacido el Salvador. Ésta es la buena noticia de esta noche de Navidad. Como en cada Navidad, Jesús vuelve a nacer en el mundo, en cada casa, en nuestro corazón.

Pero, a diferencia de lo que celebra nuestra sociedad consumista, Jesús no nace en un ambiente de derroche, de compras, de comodidades, de caprichos y de grandes comidas. Jesús nace con la humildad de un portal y de un pesebre.

Y lo hace de esta manera porque es rechazado por los hombres: nadie había querido darles hospedaje, ni en las casas ni en las posadas. María y José, y el mismo Jesús recién nacido, sintieron lo que significa el rechazo, la falta de generosidad y de solidaridad.

Después, las cosas cambiarán y, con el anuncio del Ángel —«No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo» (Lc 2,10)— todos correrán hacia el portal para adorar al Hijo de Dios. Un poco como nuestra sociedad que margina y rechaza a muchas personas porque son pobres, extranjeros o sencillamente distintos a nosotros, y después celebra la Navidad hablando de paz, solidaridad y amor.

Hoy los cristianos estamos llenos de alegría, y con razón. Como afirma san León Magno: «Hoy no sienta bien que haya lugar para la tristeza en el momento en que ha nacido la vida». Pero no podemos olvidar que este nacimiento nos pide un compromiso: vivir la Navidad del modo más parecido posible a como lo vivió la Sagrada Familia. Es decir, sin ostentaciones, sin gastos innecesarios, sin lanzar la casa por la ventana. Celebrar y hacer fiesta es compatible con austeridad e, incluso, con la pobreza.

Por otro lado, si nosotros durante estos días no tenemos verdaderos sentimientos de solidaridad hacia los rechazados, forasteros, sin techo, es que en el fondo somos como los habitantes de Belén: no acogemos a nuestro Niño Jesús.


Navidad, ¿por qué el 25 de diciembre? ¿Qué dice y que no dice el Evangelio? ¿Hubo buey y mula?

 


Navidad, ¿por qué el 25 de diciembre? ¿Qué dice y que no dice el Evangelio? ¿Hubo buey y mula?

"Adoración de los pastores", obra de Murillo realizada hacia el año 1650 y expuesta en el Museo Nacional del Prado.

La Navidad, que los católicos celebran el 25 de diciembre, es una de las grandes fiestas para los cristianos y fuente de un gran número de tradiciones que se llevan celebrando desde hace siglos. El nacimiento de Cristo cambió el rumbo de la historia y transformó la humanidad. Como dijera San Juan Pablo II en 1998, "desde la noche de Belén hasta hoy, la Navidad continúa suscitando himnos de alegría, que expresan la ternura de Dios sembrada en el corazón de los hombres. En todas las lenguas del mundo se celebra el acontecimiento más grande: el Emmanuel, Dios con nosotros para siempre".

Índice para conocer mejor todo lo relacionado con la fiesta de Navidad

-¿Qué es la Navidad?

-¿Cuál es el origen de la palabra Navidad?

-¿Qué dicen los Evangelios sobre la Navidad?

-¿Qué dice el Catecismo sobre la Navidad?

-¿Por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre?

-¿Qué es la Misa de Gallo?

-¿Por qué el Papa imparte la bendición “Urbi et Orbi” en Navidad?

-¿Cuándo comenzó la tradición de colocar el Nacimiento en Navidad?

-¿El árbol de Navidad es de origen cristiano?

-¿Hubo un buey y una mula en el lugar en el que nació Jesús?

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-¿Qué es la Navidad?

La Navidad es la gran fiesta con la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo, por lo que es un día de gran importancia para los cristianos. De este modo se celebra, tal y como recoge el Credo Niceno-Constantinopolitano que Jesucristo, el Hijo de Dios “por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre”.

-¿Cuál es el origen de la palabra Navidad?

En español la palabra Navidad procede del latín tardío “natitivitas, -atis”, cuyo significado es nacimiento. La Navidad es, por tanto, la festividad del nacimiento de Cristo, pero también el tiempo que comprende entre la noche del 24 de diciembre hasta la Epifanía, la manifestación del Señor al mundo.

-¿Qué dicen los Evangelios sobre la Navidad?

De los cuatro evangelios sólo dos de ellos, el de Mateo y el de Lucas, hacen mención al nacimiento de Jesús, mientras que los de Juan y Marcos no entran en este momento de la vida de Cristo.

En el Evangelio de Lucas, en el segundo capítulo, el evangelista escribe: "Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo gobernador de Siria Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Angel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor. El ángel les dijo: ‘No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace’. Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: ’Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado’. Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, dieron a conocer lo que les habían dicho acerca de aquel niño; y todos los que lo oyeron se maravillaban de lo que los pastores les decían. María, por su parte, guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho”.

Por su parte, Mateo recoge el relato de la Navidad en los capítulos primero y segundo de su Evangelio: "La generación de Jesucristo fue de esta manera: su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuando el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: ‘José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados’. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: Ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús”. Y a continuación añade que Jesús nació “en Belén de Judea, en tiempos del Rey Herodes”.



Papa Francisco, en la misa de Gallo, besando al Niño Jesús.

- ¿Qué dice el Catecismo sobre la Navidad?

El Catecismo de la Iglesia Católica, que expone de manera oficial la fe, la doctrina y la moral de la Iglesia, recoge en sus puntos 525 y 526 el “Misterio de la Navidad”. De este modo, indica que “Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche” y para ello cita a San Romano Melodo: “Hoy la Virgen da a luz al Transcendente. Y la tierra ofrece una cueva al Inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la estrella: Porque ha nacido por nosotros, Niño pequeñito el Dios eterno”.

Además, el Catecismo señala que “‘hacerse niño’ con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3,7), "nacer de Dios" (Jn 1, 13) para ‘hacerse hijos de Dios’ (Jn 1, 12). El misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo ‘toma forma’ en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el misterio de este ‘admirable intercambio": ‘¡Oh admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de la Virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad’ (Solemnidad de la Santísima Virgen María, Madre de Dios, Antífona de I y II Vísperas: Liturgia de las Horas)”.

-¿Por qué la Navidad se celebra el 25 de diciembre?

Los Evangelios no dicen nada sobre la fecha de nacimiento de Jesús, por lo que se ha estudiado e investigado mucho sobre qué día pudo haber nacido. Hasta el siglo III no hay constancia sobre la fecha, y los primeros testimonios señalan, de hecho, días diferentes.

Acerca del 25 de diciembre, fecha en la que los católicos y otros muchos cristianos celebran la Navidad, el primer testimonio indirecto que cita la natividad este día lo ofreció Sexto Julio Africano en el año 221. Por su parte, la primera referencia directa de su celebración es la del calendario litúrgico filocaliano del año 354 (MGH, IX,I, 13-196): VIII kal. Ian. natus Christus in Betleem Iudeae (“el 25 de diciembre nació Cristo en Belén de Judea”). A partir del siglo IV los testimonios de este día como celebración del nacimiento de Cristo son comunes en la tradición occidental, pero no tanto en Oriente, donde prevalecía, y a día de hoy sigue siendo así entre los ortodoxos, el 6 de enero.

-¿Qué es la Misa de Gallo?

Uno de los elementos más característicos y que da inicio a la Navidad es la que se conoce popularmente como la Misa de Gallo, que se celebra a medianoche y que según se cree tiene su origen en el Papa Sixto III en el siglo V. La tradición cuenta que este pontífice introdujo en Roma la costumbre de celebrar una vigilia nocturna previa a la Navidad en la capilla del pesebre, en la basílica romana de Santa María la Mayor.

Esta misa recibe este peculiar nombre porque se celebraba “mox ut gallus cantaverit”, en seguida de cantar el gallo, pues para los antiguos romanos este era el momento en el que daba inicio un nuevo día.

-¿Por qué el Papa imparte la bendición “Urbi et Orbi” en Navidad?

Otra de las tradiciones más conocidas y arraigadas para los católicos en Navidad es la tradicional bendición “Urbi et Orbi” que imparte el Papa cada 25 de diciembre. Proviene de los términos en latín que significan “a la ciudad (en este caso Roma) y al mundo”, pues era la fórmula habitual con las que se iniciaban las proclamas en el Imperio Romano.

En estos momentos, esta bendición solemne es impartida por el Santo Padre a la ciudad de Roma, de la cual es obispo, y al mundo entero. Únicamente se imparte al año en dos ocasiones: el día de Navidad y el Domingo de Pascua de Resurrección. En otros momentos, esta bendición también es ofrecida por el Papa en el momento de su elección.

La bendición “Urbi et Orbi” se lleva a cabo desde el balcón de las bendiciones de la basílica de San Pedro. Con ella, los fieles católicos que la reciben obtienen la remisión por las penas de los pecados ya perdonados. La culpa por el pecado es remitida por el Sacramento de la Reconciliación, de manera que la persona vuelve a estar en gracia de Dios, por lo cual se salvará si no vuelve a caer en pecado mortal. Dado que la indulgencia plenaria remite completamente esa pena debida el fallecido, sin haber caído nuevamente en pecado no ha de pasar por el purgatorio y accede directamente al cielo.


Gruta de la Natividad, en Greccio

Gruta de la Natividad, en Greccio, el lugar en el que San Francisco montó el primer Nacimiento.

-¿Cuándo comenzó la tradición de colocar el Nacimiento en Navidad?

Sin ningún género de dudas, la colocación del Belén es una de las tradiciones más importantes y extendidas de la Navidad. Y todo ello se debe a San Francisco de Asís, uno de los santos más importantes y relevantes de la Iglesia.

Su origen data concretamente de 1223 en Greccio (Italia), donde se sitúa uno de los cuatro santuarios que fundaría el santo de Asís. En este pueblo cercano a Rieti Francisco se detuvo para ver a Giovanni Vellita, amigo y seguidor suyo. Al ver las cuevas que había allí se le vino a la mente la imagen de Belén, pueblo que visitó cuando peregrinó a Tierra Santa.

San Francisco, inspirado a celebrar la memoria del “Niño que nació en Belén”, expresó este deseo a su amigo y organizó lo que fue el primer Nacimiento. En una cueva colocaron un pesebre, así como un buey y un asno de carne y hueso. Seguidores de Francisco y vecinos se dieron cita el 25 de diciembre en torno a este escenario llevando flores y antorchas. Y allí junto a la Virgen, San José y el niño conformaron lo que hoy se coloca en multitud de hogares.

-¿El árbol de Navidad es de origen cristiano?

Sí, el árbol de Navidad tiene una significación cristiana, aunque tradicionalmente no ha sido tan común en los países católicos mediterráneos o iberoamericanos como en los países centroeuropeos. Sin embargo, fue San Juan Pablo II quien introdujo en 1982 la tradición de colocar un gran árbol de Navidad en la Plaza de San Pedro del Vaticano, costumbre que han seguido adoptando tanto Benedicto XVI como Francisco.

En 2004, el Papa polaco afirmaba: “En invierno, el abeto siempre verde se convierte en signo de la vida que no muere […] El mensaje del árbol de Navidad es, por tanto, que la vida es ‘siempre verde’ si se hace don, no tanto de cosas materiales, sino de sí mismo: en la amistad y en el afecto sincero, en la ayuda fraterna y en el perdón, en el tiempo compartido y en la escucha recíproca” (Audiencia, 19 de diciembre de 2004).

El origen de esta tradición se remonta al siglo IV cuando San Bonifacio evangelizó el territorio que hoy es Alemania. El escritor y periodista Luis Antequera, colaborador de ReL, lo explicaba así en Trece TV: “Existía una tradición de veneración y adorno de los árboles por parte de los celtas. San Bonifacio, preso de un ataque de indignación, liquida uno de estos árboles, y lo sustituye por un pino de hoja perenne, como perenne es el mensaje de Jesucristo”. Además, los adornos tienen también una simbología: “Primero se colocaban manzanas, que representan el pecado, ahora sustituidas por las famosas bolas del árbol. Y segundo las luces, que empezaron siendo velas y representan la luz de Cristo”.

-¿Hubo un buey y una mula en el lugar en el que nació Jesús?

En los Evangelios de Lucas y Mateo, que son los que se hacen eco del nacimiento de Jesús, sí que son citados ya sean los pastores o los magos, pero no así el buey y la mula. Sin embargo, estos animales están siempre presentes en los nacimientos que se colocan en millones de hogares e iglesias de todo el mundo, tal y como ya hiciera San Francisco.

El buey y la mula forman parte de una tradición muy arraigada y son específicamente estos animales porque son mencionados en el evangelio apócrifo de Pseudomateo. "Los Evangelios son breves al narrar la realidad histórica del nacimiento de Jesús, por lo que la tradición añade información que complementa desde un punto de vista humano el momento del nacimiento del Niño en Belén", explica la doctora y profesora de Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo, Sirga de la Pisa. Recuerda además que "el buey y la mula están mencionados en el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo, texto no considerado canónico por la Iglesia, escrito en el siglo VII por un autor desconocido".

En Isaías 1, 3 se dice: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo; pero Israel no conoce, mi pueblo no discierne”. La profecía del profeta se relaciona con el nacimiento humilde de Jesús y por tanto con estos animales que la tradición ha introducido en el portal de Belén. Pero De la Pisa recuerda igualmente que los textos apócrifos "no pretenden ser históricos sino que atienden la curiosidad popular que quería conocer la vida cotidiana de la Sagrada Familia en todos sus detalles".

 Fuente: Religión en Libertad