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miércoles, 31 de octubre de 2018

Santo Evangelio 31 de octubre 2018



Día litúrgico: Miércoles XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30):

 En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».


«Luchad por entrar por la puerta estrecha»

Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés 
(Tarragona, España)

Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su aire, con una “moral a la carta”?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?

Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades. Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).

Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Lc 13,27-28). 

Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n. 1036).

Dejemos de “pasarnos de listos” y de hacer cálculos. Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves».

Cari Goyanes cuenta cómo se acercó a Dios transformó su matrimonio gracias a un Retiro de Emaús

Cari Goyanes es empresaria y miembro de una de las familias habituales de la prensa rosa

La empresaria es habitual de la prensa del corazón

Cari Goyanes cuenta cómo se acercó a Dios transformó su matrimonio gracias a un Retiro de Emaús

Cari Goyanes es empresaria y miembro de una de las familias habituales de la prensa rosa

La familia Goyanes es una de las habituales de las revistas del corazón y de las más conocidas de la sociedad madrileña. Cari Goyanes, hija del célebre productor musical Carlos Goyanes y de Cari Lapique, cuenta ahora públicamente cómo un Retiro de Emaús ha cambiado su vida, ha ordenado sus prioridades y le ha quitado los numerosos miedos que la llevaban a la ansiedad. Y esto ha repercutido enormemente en ella, pero también en su matrimonio y en la relación con sus dos hijos.

Licenciada en Derecho, Cari decidió dedicar su vida profesional a los eventos y desde hace más de 15 años dirige una empresa de catering. En una entrevista en Mater Mundi TV, esta mujer relata que siendo niña iba a un colegio de monjas, porque su familia era católica. Sin embargo, explica que “todo era superficial” pues la enseñaron la imagen de un Dios castigador, y aunque creía en Dios “realmente no lo sentía en ningún momento”.

Una vida alejada de Dios

Así fue creciendo, con una adolescencia normal pero sin que Dios estuviera en su corazón. “No sentía la presencia de Dios y de la Virgen a mi lado”, cuenta.

Cari Goyanes se casó y tiene dos hijos. Fue precisamente con el nacimiento de la pequeña cuando comenzó a sentir un “miedo horrible”. Temía enormemente que algunas de las patas que sustentaban su vida, ya fuera su familia, amigos, su activa vida social o su casa, se viniera abajo. “Como me falle algo de esto, ¿qué hago?”, es la pregunta que se repetía.

“Me entró pánico a la pérdida, y me volví un poco loca. No dejaba hacer nada a mis hijos, y el miedo se convirtió en ansiedad”,cuenta esta empresaria.



El miedo, la ansiedad...

Su vida iba a toda velocidad mientras el miedo la atenazaba. Para intentar no pensar en ello acabó refugiándose totalmente en el trabajo. Recuerda que “me volví súper exigente con los niños, tenían que ser los mejores, y mi marido era siempre el que pagaba el pato”.

Al final fue su esposo el que le dijo que tenía que poner freno, porque algo estaba pasando en ella. Su solución entonces no pasó por Dios. “Hice 25.000 cursos de mindfulness, de yoga, de todo… pero nada de eso me servía, seguía con la misma ansiedad, nervios, estrés, gritos. Tenía un matrimonio vacío. Llegaba a casa y me ponía a trabajar o a ver una serie para no pensar…”, afirma.

La propuesta para ir al retiro

Entonces un amigo suyo le habló de los retiros de Emaús. La primera reacción de Cari Goyanes fue pensar que aquel amigo estaba loco con aquella propuesta. Dios no entraba en la ecuación de su vida en aquel momento, como no lo había estado en los momentos más importantes aunque fueran ceremonias religiosas como su boda, o los bautizos de sus hijos. Sus pensamientos iban a los vestidos, fiestas, etc… Pensaba en todo menos en el sacramento.

Sin embargo, en su mente se quedó aquello del retiro de Emaús. Además, otras personas le decían que este retiro de fin de semana había cambiado la vida a tal o cual persona. Al final aunque con muchos reparos acabó yendo a uno de ellos.

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“Se quedó en mi una semilla, y empecé a ir a las reuniones, a todo lo que podía, y mi vida empezó a cambiar muy poquito a poco. Veía que era otra persona, lo veían mis padres, mi marido”, cuenta tras asistir a este retiro el pasado año.

Aceptar la voluntad de Dios

Aquel encuentro con Dios, confiesa Cari Goyanes, “me quitó ese miedo, y además bastante rápidamente. Luego empecé a priorizar lo importante. Antes con cosas del trabajo me hundía al minuto, o si peleaba con mi marido lo ponía todo en jaque”.

Ahora esta mujer pide todos los días tener fe, y aceptar la voluntad de Dios. Resalta la importancia de “creer en los tiempos de Dios. Las cosas en la vida te van a pasar, a todos nos pasan. Hay que saber afrontarlo sin ese miedo o esa tristeza, a dejar de preguntarme por qué pasan las cosas sino en para qué”.

Cari confiesa que el mayor cambio tras este fuerte encuentro ha sido con su marido. “Ahora sí está Dios en nuestro matrimonio”, confiesa.  En el pasado, explica, “yo justificaba en lo que fallaba, tanto en el trabajo como en el matrimonio, y la culpa era siempre del otro o justificaba mi comportamiento”.

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Cari, en el medio, con su hermana y su madre

Muchísimo más feliz

Pero ahora ha conocido la importancia de “pedir perdón y de saber perdonar”. “Hablo mucho de mi matrimonio porque antes era un desastre y ahora es donde que más se ha dado el cambio”, insiste.  Y es que Cari asegura que a su esposo ya no lo ve como la persona que está a su lado sino “con la que quiero recorrer mi camino hasta la otra vida”.

Admite que de un año a esta parte es “muchísimo más feliz”. Por ello, recomienda los retiros de Emaús a todo el mundo, pues “es una experiencia distinta, un punto de inflexión en la vida de todo el mundo”. De hecho, afirma que no conoce a nadie que diga que no le ha servido para nada ir a uno de estos retiros.

Este despertar en la fe le ha dado más energía. Ha ido a Medjugorje y ha descubierto el gran poder de la Eucaristía. Incluso ha hecho la alianza de Schoenstatt con la Virgen. “Pido al Espíritu Santo que me guíe para las decisiones importantes, para tomar buenas decisiones, y para pensar correctamente”, concluye Cari Goyanes.

Fuente: Religión en Libertad

martes, 30 de octubre de 2018

Santo Evangelio 30 de octubre 2018


Día litúrgico: Martes XXX del tiempo Ordinario


Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): 

En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».


«¿A qué es semejante el Reino de Dios?»

+ Rev. D. Francisco Lucas MATEO Seco 
(Pamplona, Navarra, España)

Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).

El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.

Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.

Aprobados los 167 puntos del documento final del Sínodo: estos son los 5 temas con menos apoyos

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Cada párrafo logró los 166 votos (dos tercios); el párrafo sobre homosexualidad, el menos apoyado


Aprobados los 167 puntos del documento final del Sínodo: estos son los 5 temas con menos apoyos

Los padres sinodales votaron el viernes los párrafos del documento final y se preparan para volver a casa

Los padres sinodales votaron el viernes los párrafos del documento final y se preparan para volver a casa

Este miércoles 27 de octubre, a las ocho y media de la tarde (ya noche) se presentó en Sala de Prensa el Documento Final del Sínodo sobre los Jóvenes y el Discernimiento Vocacional (la XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos).

El documento, en italiano, cuenta con 167 puntos. Cada punto fue votado por separado y logró la aprobación de al menos dos tercios de los padres sinodales presentes en la sala. En total eran 268, de los que estaban presentes 249, así que cada punto requería al menos 166 votos.

[El documento completo en italiano, con los votos de cada párrafo, aquí en Vatican.va]

Estos son los puntos que obtuvieron más votos en contra:

- el 150, sobre acompañamiento en la fe de las "personas homosexuales": 65 votos en contra, 178 a favor
- el 121, sobre “la forma sinodal de la iglesia”: 51 votos en contra
- el 39, sobre “las preguntas de los jóvenes”: 43 votos en contra
- el 3, sobre “el documento final de la asamblea sinodal”: 43 votos en contra.
- el 148, sobre “la mujer en la Iglesia sinodal”: 38 votos en contra

Evidentemente, en un documento con 167, los temas tratados son muchos: la vocación, las relaciones entre generaciones, la colonización cultural, el mundo del trabajo, la liturgia, la pastoral juvenil, el papel de la mujer en la Iglesia, la sexualidad, el escándalo de los abusos, las persecuciones, la espiritualidad o la importancia de la formación, en especial la de los seminaristas.

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Los auditores, muchos de ellos jóvenes, participan en el Sínodo aunque sin voto

Sexualidad: buscar trabajadores pastorales creíbles

En el punto 149 se indica que la Iglesia trabaja “para transmitir la belleza de la visión cristiana de la corporeidad y de la sexualidad". Se piden modalidades más adecuadas para transmitirla. “Se necesita proponer a los jóvenes una antropología de la afectividad y de la sexualidad capaz también de dar el valor justo a la castidad”. Para ello, “es necesario cuidar la formación de los trabajadores pastorales para que sean creíbles, a partir de la maduración de su propia dimensión afectiva y sexual”.

Acompañamiento a "personas homosexuales"

El punto 150, aunque habla de "personas homosexuales", considera "reductivo" definir a una persona por su "orientación sexual".

Hay que tener en cuenta que el Catecismo sí usa la expresión "personas homosexuales" (párrafo 2359: "Las personas homosexuales están llamadas a la castidad"). Pero el Catecismo nunca usa la expresión "orientación sexual". El Catecismo habla sólo de "atracción" y de "actos". En su párrafo 2357 dice: "La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. [...] La Tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados".

El documento del Sínodo afirma en este párrafo que “Dios ama a cada persona, y así lo hace la Iglesia, renovando su compromiso contra toda discriminación y violencia por motivos sexuales”. “Igualmente, reafirma la determinante relevancia antropológica de la diferencia y de la reciprocidad entre el hombre y la mujer, y considera reductivo definir la identidad de las personas a partir, únicamente, de su orientación sexual”.

En este sentido, pone el acento en que “ya existen en muchas comunidades cristianas caminos de acompañamiento en la fe de personas homosexuales: el Sínodo recomienda favorecer tales recorridos”.

La sexualidad ha sido uno de los puntos más debatidos en los trabajos del Sínodo, aunque los padres sinodales recordaron en todo momento que no se trata de un Sínodo sobre sexualidad, sino sobre los jóvenes.

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La mujer: su espacio en las tomas de decisiones

Dos veces se habla de mujeres en "procesos de toma de decisiones": en el párrafo 13 y el 148.

El punto 13 indica que la diferencia entre hombres y mujeres “puede ser un ámbito en el cual nacen formas de dominio, exclusión y discriminación, de los cuales la sociedad y la Iglesia misma necesitan liberarse”.

Hace hincapié en que entre los jóvenes existe la voluntad de “que haya un mayor reconocimiento y valoración de la mujer en la sociedad y en la Iglesia”. “Muchas mujeres desempeñan un papel insustituible en la comunidad cristiana, pero en muchos lugares hay una resistencia a otorgarles su espacio en los procesos de toma de decisiones, incluso cuando no se exige de forma específica una responsabilidad ministerial”.

Se lamenta, además, que “la ausencia de la voz y de la mirada femenina empobrece el debate y el camino de la Iglesia, sustrayendo al discernimiento una contribución preciosa”. Por ello, “el Sínodo recomienda que todos sean más conscientes de la urgencia de un cambio ineludible, también a partir de una reflexión antropológica y teológica sobre la reciprocidad entre hombres y mujeres”.

Asimismo, en el punto 148 se subraya que “la presencia femenina en los órganos eclesiales a todos los niveles, también en funciones de responsabilidad, y la participación femenina en los procesos de toma de decisiones eclesiásticas, con respeto al papel del ministerio del orden sacerdotal”, “se trata de un deber de justicia”.

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Vocación: tiempo para discernir, hay muchos caminos

El punto 77 dice que la vocación “comporta un largo viaje”. “La palabra del Señor exige tiempo para ser comprendida e interpretada; la misión a la que se ha sido llamado se desvela gradualmente”. “Para acoger en profundidad el misterio de la vocación que encuentra en Dios su origen último, estamos llamados a purificar nuestro imaginario y nuestro lenguaje religioso, reencontrando la riqueza y el equilibrio de nuestra narración bíblica”, se dice en el punto 78.

El Documento también llama a "una verdadera y específica cultura vocacional y un constante compromiso de oración por las vocaciones”.

El punto 88 habla de la vida consagrada y afirma que “la misión de muchos consagrados y consagradas que se entregan a los últimos en las periferias del mundo manifiesta concretamente la dedicación de una Iglesia en salida”.

“Si en algunas regiones se experimenta la reducción numérica y la fatiga del envejecimiento, la vida consagrada continúa siendo fecunda y creativa también por medio de la corresponsabilidad con tantos laicos que comparten el espíritu y la misión de los diferentes carismas”.

En el punto 89 se destaca que “la Iglesia siempre ha tenido un particular cuidado por las vocaciones al ministerio del orden sacerdotal, en la conciencia de que este último es un elemento constitutivo de su identidad y necesario para la vida cristiana”.

Por tal razón, “siempre ha cultivado una atención específica por la formación y el acompañamiento de los candidatos al presbiterato. La preocupación de muchas Iglesias por su descenso numérico hace necesaria una renovada reflexión sobre la fascinación sobre la persona de Jesús y de su llamada a hacerse pastores de su rebaño”.

Además, el Sínodo también reconoce que la condición de soltero, situación que “puede depender de muchas razones, voluntarias o involuntarias, y de factores culturales, religiosos y sociales”, “asumida en una lógica de fe y de entrega, puede derivar en muchos caminos por medio de los cuales actúa la gracia del bautismo y dirige hacia esa santidad hacia la que todos estamos llamados”.

Abusos: medidas rigurosas de prevención

El tema de los abusos de poder, económicos, de conciencia y sexuales en el seno de la Iglesia también tiene una importante presencia en el Documento Final. En el punto 29 se reconoce que “los diversos tipos de abusos cometidos por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provocan en aquellos que son víctimas, entre los que hay muchos jóvenes, sufrimientos que pueden durar toda la vida”.

Se recuerda que ese fenómeno “está extendido en la sociedad, afecta también a la Iglesia y representa un serio obstáculo para su misión. El Sínodo reitera su firme compromiso para la adopción de medidas rigurosas de prevención que impidan el que se repita a partir de la selección y de la formación de aquellos a los que se confiarán responsabilidades educativas”.

El Sínodo pide actuar en la raíz del problema (punto 30): “el deseo de dominio, la falta de diálogo y de transparencia, las formas de doble vida, el vacío espiritual, así como la fragilidad psicológica”. También agradece a quienes “tienen la valentía de denunciar este mal rápidamente: ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de lo que ha sucedido y de la necesidad de actuar con decisión”.

Formación al sacerdocio, pastoral juvenil y matrimonio

La formación de los futuros sacerdotes y consagrados es “un desafío importante para la Iglesia”. No solo basta elegir formadores “culturalmente preparados”, sino capaces de “relaciones fraternas, de una escucha empática y de profunda libertad interior”.

Además, pidieron que la formación tenga presente la experiencia previa de los candidatos al sacerdocio o vida consagrada. Indicaron que ignorarla afecta el crecimiento de la persona y el desarrollo de los dones de Dios y la conversión del corazón.

El documento afirma que muchos jóvenes han expresado el deseo de “conocer mejor su fe” a través “del descubrimiento de las raíces bíblicas, comprender el desarrollo histórico de la doctrina, el sentido de los dogmas, la riqueza de la liturgia”.

Además, el Sínodo alienta a las Iglesias particulares, a las congregaciones religiosas, movimientos y otras realidades eclesiales, a “ofrecer a los jóvenes una experiencia de acompañamiento en vista al discernimiento”. Tal experiencia “se puede calificar como un tiempo destinado a la maduración de la vida cristiana adulta”, afirmó.

Igualmente se alienta a acompañar a los novios en el “camino de preparación al matrimonio”, para que cuenten con “los elementos necesarios para recibir (el sacramento) con las mejores disposiciones” e iniciar con solidez la vida familiar. El acompañamiento, indicaron los padres sinodales, debe seguir sobre todo en los primeros años del matrimonio, ayudándolos a formar “parte activa de la comunidad cristiana”.

Migraciones: expectativas irreales y duras decepciones

“La preocupación de la Iglesia se dirige, sobre todo, hacia aquellos que escapan de la guerra, de la violencia, de las persecuciones políticas y religiosas, de los desastres naturales producidos por los cambios climáticos y de la pobreza extrema”, afirma el texto.

En general, los migrantes dejan sus países para buscar “oportunidades para ellos y para sus familias”. Sin embargo, en el camino quedan expuestos a la violencia y la vulnerabilidad. Muchos parten de una visión idealizada de la cultura occidental, “nutriéndola a veces de expectativas irreales que los exponen a duras decepciones”.

En especial, los padres sinodales llamaron la atención sobre “la particular vulnerabilidad de los migrantes menores no acompañados”. También lamentan en el Documento Final que, en algunos países de destino, “los fenómenos migratorios suscitan alarmas y miedos, con frecuencia fomentados y explotados con fines políticos. Se difunde así una mentalidad xenófoba, de cierre, de repliegue sobre uno mismo, que es necesario rechazar con decisión”.

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Liturgia: celebrar con noble sencillez

“La celebración eucarística –dice el punto 134– es generadora de la vida de la comunidad y de la sinodalidad de la Iglesia. Es lugar de transmisión de la fe y de formación a la misión”. Se reafirma con claridad “que el compromiso a celebrar con noble sencillez y con la implicación de los diferentes ministerios laicales, constituye un momento esencial de la conversión misionera de la Iglesia”.

“Los jóvenes han mostrado que saben apreciar y vivir con intensidad celebraciones auténticas en las que la belleza de los signos, el cuidado de la predicación y la implicación comunitaria hablan realmente de Dios”. Por lo tanto, “es necesario favorecer su participación activa”.

Se anima a que los jóvenes descubran “el valor de la adoración eucarística como una prolongación de la celebración, en la cual vivir la contemplación y la oración silenciosa”.

Sinodalidad: participación de todos los bautizados

En el Documento se subraya, en el punto 119, una llamada a "practicar la sinodalidad como un modo de ser y de actuar, promoviendo la participación de todos los bautizados” y afirma "la importancia de una forma sinodal de la Iglesia para el anuncio y la transmisión de la fe”. 

Rueda de prensa del viernes a las 20.30 resumiendo cómo se votó el documento y los temas más tratados

lunes, 29 de octubre de 2018

Santo Evangelio 29 de octubre 2018


Día litúrgico: Lunes XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,10-17):

 En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad». Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. 

Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado». Le replicó el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?». Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.


«Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado...»

Rev. D. Francesc JORDANA i Soler 
(Mirasol, Barcelona, España)

Hoy, vemos a Jesús realizar una acción que proclama su mesianismo. Y ante ella el jefe de la sinagoga se indigna e increpa a la gente para que no vengan a curarse en sábado: «Hay seis días en que se puede trabajar; venid, pues, esos días a curaros, y no en día de sábado» (Lc 13,14).

Me gustaría que nos centráramos en la actitud de este personaje. Siempre me ha sorprendido cómo, ante un milagro evidente, alguien sea capaz de cerrarse de tal modo que lo que ha visto no le afecta lo más mínimo. Es como si no hubiera visto lo que acaba de ocurrir y lo que ello significa. La razón está en la vivencia equivocada de las mediaciones que tenían muchos judíos en aquel tiempo. Por distintos motivos —antropológicos, culturales, designio divino— es inevitable que entre Dios y el hombre haya unas mediaciones. El problema es que algunos judíos hacen de la mediación un absoluto. De manera que la mediación no les pone en comunicación con Dios, sino que se quedan en la propia mediación. Olvidan el sentido último y se quedan en el medio. De este modo, Dios no puede comunicarles sus gracias, sus dones, su amor y, por lo tanto su experiencia religiosa no enriquecerá su vida.

Todo ello les conduce a una vivencia rigorista de la religión, a encerrar su dios en unos medios. Se hacen un dios a medida y no le dejan entrar en sus vidas. En su religiosidad creen que todo está solucionado si cumplen con unas normas. Se comprende así la reacción de Jesús: «¡Hipócritas! ¿No desatáis del pesebre todos vosotros en sábado a vuestro buey o vuestro asno para llevarlos a abrevar?» (Lc 13,15). Jesús descubre el sinsentido de esa equivocada vivencia del sabath.

Esta palabra de Dios nos debería ayudar a examinar nuestra vivencia religiosa y descubrir si realmente las mediaciones que utilizamos nos ponen en comunicación con Dios y con la vida. Sólo desde la correcta vivencia de las mediaciones podemos entender la frase de san Agustín: «Ama y haz lo que quieras».

Los cuatro consejos de monseñor Pope para la venida del Señor: «¡Puede que venga pronto!»


Formas de cumplir el mandato de «estar preparados»

Los cuatro consejos de monseñor Pope para la venida del Señor: «¡Puede que venga pronto!»

Una escena de «Resucitado» (2016), de Kevin Reynolds. Los Apóstoles vieron la Ascensión del Señor sabedores por su palabra de que regresaría al final de los tiempos, pero ellos mismos totalmente ignorantes de cuándo sería el momento.

El Evangelio de la misa del pasado 23 de octubre recogía las palabras de Jesús a sus discípulos sobre la venida del Señor: “Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas. Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos” (Lc 12, 35-38).

“Jesús nos recuerda que debemos estar preparados, pero eso ¿qué significa?”, se pregunta Charles Pope, párroco de una de las iglesias históricas de Washington, D.C., la del Santo Consolador y San Cipriano, y uno de los creadores de opinión más influyentes del catolicismo norteamericano, con colaboraciones habituales en National Catholic Register y Our Sunday Visitor. En su blog del portal de la archidiócesis, en un artículo titulado "¿Estás preparado para cuando venga el Señor?", señala cuatro formas de cumplir este precepto divino tan impactante, en cuanto referido a un momento del que no sabemos “ni el día ni la hora” (Mt 24, 36).

Disponte a trabajar

Tener ceñida la cintura, explica monseñor Pope, es el equivalente a lo que hoy denominaríamos subirse las mangas: “El Señor tiene trabajo para nosotros y quiere que lo hagamos. Él no piensa en una carrera mundana, sino más bien en cosas como educar a los hijos en el temor de Dios, ser justos y crecer en santidad. El Señor quiere que trabajemos en su Reino”.

Una escena de «Resucitado» (2016), de Kevin Reynolds. Los Apóstoles vieron la Ascensión del Señor sabedores por su palabra de que regresaría al final de los tiempos, pero ellos mismos totalmente ignorantes de cuándo sería el momento.


Eso se traduce en que “debemos comprometernos a la oración, a la misa dominical, a recibir los sacramentos, a la obediencia y a la santidad”. La tarea que Dios tiene para nosotros “se basa en los dones que nos ha otorgado”: “Unos pueden enseñar, otros atender a los ancianos, otros tienen buena cabeza para los negocios y pueden crear empleo y pagar salarios justos. Algunos son llamados al sacerdocio o la vida religiosa. Algunos, a sufrir y ofrecer esos sufrimientos por la salvación de las almas. Unos sirven en la fortaleza, otros en la debilidad”.

Así pues, concluye, “trabaja con lo que el Señor te dio para construir su Reino. Una parte de estar preparados consiste en hacer nuestro trabajo”.

Lee la Palabra

Las lámparas que hay que tener encendidas son un símbolo de la Escritura, señala Pope.  Así que en ese pasaje del Evangelio “podemos comprender que una parte esencial de estar preparado es estar enraizado y embebido en las Escrituras y en las enseñanzas de la Iglesia”.

“En este mundo cada vez más secularizado y tan hostil a la fe”, añade, “nuestra mente está abocada a ensuciarse a menos que leamos las Escrituras a diario. ¿Cómo puede nuestra mente ser discreta y clara si estamos embriagados por el mundo? Estar preparado significa leer la Biblia todos los días y fundamentar en ella nuestra vida”.



Estate vigilante

“Hay diferentes formas de observar y esperar”, recuerda monseñor Pope: “Está la vigilancia y espera pasivas, como cuando esperamos el autobús, pero hay formas mucho más activas, como la que exhibe un camarero cuando acecha en segundo plano para anticiparse a las necesidades de los comensales”. Es este segundo espíritu, afirma el sacerdote, el que nos pide el Señor en el pasaje citado: “Si tenemos invitados en casa, la preparamos y, en lo que llegan, nos aseguramos de que todo está en orden”.

Pero hay un sentido “menos literal”, según el cual “preparar nuestra casa es limpiar bien nuestra alma del pecado y de toda maldad por la gracia de Dios, y vaciar el trastero de la mundanidad”.

Para ello hay dos recetas: “La confesión periódica y el arrepentimiento diario [examen de conciencia] limpian la casa de nuestra alma. Simplificar nuestra vida y minimizar las ataduras mundanas vacían el trastero de nuestra alma”.

“¿Has preparado la casa de tu alma para la venida del Señor?”, interpela Pope, antes de recordar que Él mismo ha dicho que vendrá “como un ladrón en la noche” (1 Tes 5, 2). No porque sea un ladrón, “pues todo Le pertenece”, sino porque, “si no hemos renunciado a nuestra mundanidad y nuestra avaricia, si no hemos vaciado el trastero de las ataduras mundanas, entonces el Señor, cuando venga, tomará lo que es suyo, y nos parecerá un ladrón porque nosotros pensamos que lo que se lleva es nuestro”.

“¡Y nunca es una buena idea llamar ladrón a Dios, Señor y dueño de todas la cosas!”, advierte.

Medita en el premio

“El Señor es claro: tiene un premio para aquellos a quienes encuentre preparados”, un premio “prefigurado en el banquete eucarístico… Nos ofrece la maravillosa bendición del Cielo, donde estaremos para siempre con Él y con aquellos a quienes amamos, en una dicha y paz inexplicables”.

“¿Meditas a menudo en el Cielo y anhelas sus recompensas? Es extraño lo poco que hablamos del Cielo. Como es un lugar en el que ninguno hemos estado, es difícil comprender completamente cómo será, pero debemos meditar con frecuencia sobre la alegría que nos espera allí”, anima monseñor Pope: “Parte de estar preparados para ir a la casa del Señor es anhelar ese día. Cuando queremos hacer algo, nos preparamos con impaciencia, estamos motivados y nos sacrificamos por ello”.

Y pone un ejemplo: “El año pasado, un grupo de mi parroquia peregrinó a Tierra Santa. Muchos ahorraron durante dos años para poder  ir. Como preparación, nos juntábamos periódicamente, estudiábamos los planos y leíamos las historias de la Biblia. El día de la salida, muchos madrugaron y llegaron al aeropuerto horas antes del despegue. Meditar con impaciencia sobre el cielo y la alegría que nos espera debería ser algo parecido. Si queremos ir al Cielo, es lo más natural del mundo que queramos estar preparados y apartar lo que sea necesario para llegar allí”.



Un clásico del Gospel de los años 50, "Jesus hits like an atom bomb", interpretado por Chanticlear. "A todo el mundo le preocupa la bomba atómica, pero a nadie el día en el que vendrá mi Señor", dice la letra. Las imágenes que acompañan la música pertenecen al documental de 1982 The Atomic Cafe.

Monseñor Charles Pope concluye su exhortación con una enigmática sugerencia: “Así pues, he aquí los cuatro ingredientes de la receta del ‘estar preparados’. ¡Mejor que pongas tu casa en orden, porque puede que Él venga pronto!”

Pincha aquí para leer el artículo completo de monseñor Charles Pope.

Fuente: Religión en Libertad

domingo, 28 de octubre de 2018

Santo Evangelio 28 de octubre 2018



Día litúrgico: Domingo XXX (B) del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mc 10,46-52): 

En aquel tiempo, cuando Jesús salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!». Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!». Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle». Llaman al ciego, diciéndole: «¡Ánimo, levántate! Te llama». Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?». El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!». Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado». Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino.


«‘¿Qué quieres que te haga?’. El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’»

+ Rev. D. Pere CAMPANYÀ i Ribó 
(Barcelona, España)

Hoy, contemplamos a un hombre que, en su desgracia, encuentra la verdadera felicidad gracias a Jesucristo. Se trata de una persona con dos carencias: la falta de visión corporal y la imposibilidad de trabajar para ganarse la vida, lo cual le obliga a mendigar. Necesita ayuda y se sitúa junto al camino, a la salida de Jericó, por donde pasan muchos viandantes.

Por suerte para él, en aquella ocasión es Jesús quien pasa, acompañado de sus discípulos y otras personas. Sin duda, el ciego ha oído hablar de Jesús; le habrían comentado que hacía prodigios y, al saber que pasa cerca, empieza a gritar: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» (Mc 10,47). Para los acompañantes del Maestro resultan molestos los gritos del ciego, no piensan en la triste situación de aquel hombre, son egoístas. Pero Jesús sí quiere responder al mendigo y hace que lo llamen. Inmediatamente, el ciego se halla ante el Hijo de David y empieza el diálogo con una pregunta y una respuesta: «Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: ‘¿Qué quieres que te haga?’. El ciego le dijo: ‘Rabbuní, ¡que vea!’» (Mc 10,51). Y Jesús le concede doble visión: la física y la más importante, la fe que es la visión interior de Dios. Dice san Clemente de Alejandría: «Pongamos fin al olvido de la verdad; despojémonos de la ignorancia y de la oscuridad que, cual nube, ofuscan nuestros ojos, y contemplemos al que es realmente Dios».

Frecuentemente nos quejamos y decimos: —No sé rezar. Tomemos ejemplo entonces del ciego del Evangelio: Insiste en llamar a Jesús, y con tres palabras le dice cuanto necesita. ¿Nos falta fe? Digámosle: —Señor, aumenta mi fe. ¿Tenemos familiares o amigos que han dejado de practicar? Oremos entonces así: —Señor Jesús, haz que vean. ¿Es tan importante la fe? Si la comparamos con la visión física, ¿qué diremos? Es triste la situación del ciego, pero mucho más lo es la del no creyente. Digámosles: —El Maestro te llama, preséntale tu necesidad y Jesús te responderá generosamente.

A través de las rejas y armadas con su Rosario estas monjas luchan por la conversión de Hollywood

Las dominicas rezan el Rosario por la conversión de Hollywood y de todo el mundo

El convento de estas dominicas está entre las grandes productoras de cine

A través de las rejas y armadas con su Rosario estas monjas luchan por la conversión de Hollywood

Las dominicas rezan el Rosario por la conversión de Hollywood y de todo el mundo

Hollywood es el centro mundial de la industria del cine. El dinero, la fama y el poder conviven en este distrito de Los Ángeles, donde la droga y la sexualidad desenfrenada tampoco son un elemento extraño. Y en medio de este lugar tan representativo para el mundo se encuentran unas monjitas de clausura, las dominicas del Monasterio de los Ángeles.

Como buenas discípulas de Santo Domingo, estas religiosas tienen en el Rosario una de sus armas más potentes, y no dudan en utilizarlo públicamente para pedir la intercesión de la Virgen en Hollywood, cuya industria cinematográfica influye de manera determinante en decenas de millones de personas

“En cualquier lugar menos en Hollywood”

En un reportaje que publica Angelus News, sor Mary Gabriel, la fundadora de este convento, solía decir cuando la orden buscaba un nuevo lugar en Estados Unidos para instalar una nueva comunidad: “En cualquier lugar menos en Hollywood”.

Sin embargo, el Espíritu Santo tenía otros planes, y ahora estas dominicas consideran “perfecto” la ubicación del convento pese a que ahora está rodeado de tiendas y de clubs de striptease. O quizás por ello era necesario. Por ello, estas religiosas no se amilanan y rezan a la Virgen por la conversón de Hollywood, Los Ángeles, Estados Unidos y el mundo entero.


Para dar testimonio en medio de este mundo, las dominicas realizan procesiones por las calles de este distrito angelino. En ellas rezan el Rosario en público. Así lo llevan haciendo durante décadas e igualmente a principios de este mes de octubre en honor de la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, que marca para ellas el inicio del mes del Rosario.

Esta oración mariana tiene una especial significación para la orden dominica pues fue el español Santo Domingo el que extendió su rezo por Europa.

El Rosario, “fundamental” para estas monjas

Además de estas procesiones, la comunidad religiosa agrega que “el Rosario es fundamental” en su vocación, y por ello cada día a las cuatro de la tarde lo rezan para pedir a María por las intenciones que les hayan llegado al convento.

Desde que se instalasen aquí en 1924, por el convento han pasado distintas personalidades del cine como Bob Hope, actor de Morena y Peligrosa y The Big Broadcast of 1938, o Debby Reynolds, protagonista del musical Cantando bajo la lluvia.


El Padre Peyton, el apóstol del Rosario, visitaba frecuentemente este convento

Un asiduo a este convento fue el padre Patrick Peyton, sacerdote que está en estos momentos en proceso de beatificación, y que fue un verdadero apóstol del Rosario.

Cientos de miles de familias empezaron o fortalecieron aún más el rezo del Rosario gracias a su incesante labor por todo el mundo. La hermana Mary St. Pious, que lleva entre estos muros desde 1952, recuerda las visitas de este religioso y como también en este convento pronunció su frase más célebre: “La familia que reza unida permanece unida”.

El padre Peyton fue uno de los pioneros de la evangelización a través de los medios de comunicación, hablando a través de la radio, el cine y la televisión alentando a los católicos a orar por la intercesión de la Virgen María a través del Rosario. Este celo le valió el sobrenombre de “el sacerdote del Rosario”.


Su lucha contra el mal

Las dominicas de Hollywood mantienen esta influencia recibida por el padre Peyton y ayudan a las parejas que están pasando por dificultades en su matrimonio a rezar juntos el Rosario. En estos años han visto numerosos casos de parejas que han hallado la paz y calma después de comenzar a rezar juntos y a diario la oración mariana.

Pero además, las dominicas de Hollywood son conocidas por otra potentísima arma para contrarrestar el influjo del mal en esta zona. El convento tiene Adoración Perpetua, y las religiosas son conocidas en la zona por su profunda devoción a la Eucaristía.

Un grupo de laicos se reúne con las monjas en la capilla en la que se encuentra expuesto el Santísimo Sacramento. A través de las rejillas que las separan del exterior, recitan las cuentas del Rosario ante Cristo Eucaristía rezando por Hollywood y por todo el mundo.

(Publicado originariamente en Cari Filii News. Puede suscribirse aquí a su boletín)

Fuente: Religión en Libertad

sábado, 27 de octubre de 2018

Santo Evangelio 27 de octubre 2018


Día litúrgico: Sábado XXIX del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Lc 13,1-9): 

En aquel tiempo, llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo».

Les dijo esta parábola: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: ‘Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar la tierra?’. Pero él le respondió: ‘Señor, déjala por este año todavía y mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no da, la cortas’».


«Fue a buscar fruto (...) y no lo encontró»

+ Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret 
(Vic, Barcelona, España)

Hoy, las palabras de Jesús nos invitan a meditar sobre el inconveniente de la hipocresía: «Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en ella y no lo encontró» (Lc 13,6). El hipócrita aparenta ser lo que no es. Esta mentira llega a su cima al fingir virtud (aspecto moral) siendo vicioso, o devoción (aspecto religioso) al buscarse uno mismo y sus propios intereses y no a Dios. La hipocresía moral abunda en el mundo, la religiosa perjudica a la Iglesia.

Las invectivas de Jesús contra los escribas y fariseos —más claras y directas en otros pasajes evangélicos— son terribles. No podemos leer o escuchar lo que acabamos de leer o escuchar sin que estas palabras nos lleguen al fondo del corazón, si realmente las hemos escuchado y entendido. 

Lo diré en plural personal, ya que todos experimentamos la distancia entre lo que aparentamos ser y lo que somos de veras. Lo somos los políticos cuando nos aprovechamos del país proclamando que estamos a su servicio; los cuerpos de seguridad cuando protegemos a grupos corruptos en nombre del orden público; el personal sanitario cuando suprimimos vidas incipientes o terminales en nombre de la medicina; los medios de comunicación social cuando falseamos las noticias y pervertimos al personal diciendo que lo estamos divirtiendo; los administradores de los fondos públicos cuando desviamos una parte de ellos hacia nuestros bolsillos (individuales o de partido) y alardeamos de honestidad pública; los laicistas cuando impedimos la dimensión pública de la religión en nombre de la libertad de conciencia; los religiosos cuando vivimos de nuestras instituciones con infidelidad al espíritu y a las exigencias de los fundadores; los sacerdotes cuando vivimos del altar pero no servimos abnegadamente a nuestros feligreses con espíritu evangélico; etc.

¡Ah!: y tú y yo también, en la medida en que nuestra conciencia nos dice lo que tenemos que hacer y dejamos de hacerlo para dedicarnos únicamente a ver la paja en el ojo ajeno sin querer darnos cuenta siquiera de la viga que ciega el nuestro. ¿O no?

—Jesús, Salvador del mundo, ¡sálvanos de nuestras pequeñas, medianas y grandes hipocresías!

«Intenté dejarlo pasar, pero ese vacío permanecía en mí»: así surgió la vocación religiosa de Marta

Marta Dávila realizó sus votos perpetuos el pasado 29 de septiembre

Acaba de realizar los votos perpetuos en Granada

«Intenté dejarlo pasar, pero ese vacío permanecía en mí»: así surgió la vocación religiosa de Marta

Marta Dávila realizó sus votos perpetuos el pasado 29 de septiembre

El pasado 29 de septiembre, la granadina de 35 años, Marta Dávila, realizó los votos perpetuos en la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María. Antes de ingresar en la vida religiosa esta joven con grandes inquietudes religiosas desde niña estudió Magisterio, algo que le sirve enormemente en su misión actual. 

En una entrevista con la web Jóvenes Católicos, esta religiosa cuenta cómo vivió este momento tan importante en su vida, y cómo descubrió la vocación que la ha llevado hasta aquí:

- Marta, acabas de hacer los votos perpetuos a la Congregación de las Hermanas de la Presentación de María, ¿Cómo es posible?

- Es posible porque para Dios no hay nada imposible. Si me pongo a pensar fríamente, tengo claro que mis propias fuerzas no bastarían, sin embargo, con Él las cosas se ven de otra manera. Con el tiempo me he ido dando cuenta de que mi vida es obra suya y eso me da fortaleza y seguridad. Yo tengo que poner mi respuesta, pero cuando veo mi limitación, me conforta la certeza de saber que Él es siempre fiel a sus promesas.

- ¿Cómo descubriste tu vocación?

- Yo crecí en una familia cristiana. Recuerdo como en casa mis padres desde pequeña me enseñaron que Dios es Alguien que nunca falla. Cada noche mi madre venía al cuarto para rezar con mi hermana y conmigo. La semilla que mis padres pusieron en mí cuando era pequeña fue creciendo, en el colegio también me ayudaron a cuidarla y a regarla. Con el e tiempo me fui apuntando a muchos grupos: Catequista de confirmación, grupo misionero, un grupo universitario, Cristianos Sin Fronteras… Intentaba llenar la inquietud que sentía con muchas actividades, hasta que me di cuenta que las actividades no saciaban esa inquietud y empecé a plantearme que lo mismo Dios me estaba llamando a la vida religiosa.

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- No tuvo que ser fácil tomar la decisión  ¿Cómo se lo tomó tu familia? ¿Y tus amigos?

- La verdad es que no fue una decisión nada fácil. Estuve varios años dándole vueltas, haciendo discernimiento con una hermana de la Congregación. Vivía una tensión interna, porque por una parte sentía que por muchos grupos a los que me apuntara, había algo en mí que no se terminaba de llenar, pero por otra, yo tenía mi grupo de amigos con los que me gustaba salir, quería formar una familia… Intenté dejarlo pasar, pero ese vacío permanecía en mí y comprendí que no perdía nada con intentarlo, aunque que tenía mucho miedo de la reacción de mi familia, pero sobre todo de mis amigos. Ahora lo pienso y me doy cuenta de lo tonta que fui. Estuve sufriendo 5 años por lo que pudieran pensar mi familia y amigos y después todos se lo tomaron fenomenal. Es verdad que hubo de todo; a algunos les costó más porque sentían que podían perderme, otros se sorprendieron, pero todos respetaron mi decisión y me apoyaron en mi vocación. Muchas veces es más el miedo que te paraliza por lo que te imaginas, que por lo que realmente después es.

- ¿Cómo es la vida en comunidad dentro de la Congregación?

- Para nosotras la vida fraterna es algo fundamental. Es algo en lo que nuestros fundadores insistieron mucho. Sobre todo la fundadora que era monja clarisa y lo que más le costaba era la vida particular que allí se vivía. Somos una Congregación pequeña y para mí eso es una suerte,  porque somos una verdadera familia y se siente el calor del hogar.

- ¿Qué es lo que te llamó más la atención en un primer momento?

- No sé decir que es lo que más me llamó la atención en un primer momento, sobre todo porque soy antigua alumna y entré con cinco años. Pero si hay algo que me gustó y aprecié siendo adolescente, es la normalidad de las hermanas. Su sencillez, su alegría, su cercanía… Esa sensación de acogida y sentirte como en casa. Recuerdo como nos pasábamos las tardes de los viernes hasta las tantas hablando con las hermanas después de terminar las reuniones y no tener nunca prisa por irnos. La sensación de sentirte familia de la Presentación y creo que eso es algo que siente también la gente que trabaja con nosotros y nuestros alumnos.

- ¿Cómo es un día normal para ti?

- Comienzo el día en la capilla, eso sí, después de haberme tomado un café, rezando con la comunidad. Después desayuno y me voy a clase al colegio. Principalmente doy religión a los primeros cursos de primaria y  apoyo al primer ciclo. La mañana me la paso entre niños y es verdaderamente un regalo, a veces pienso que me lo paso yo mejor que ellos, aunque es verdad que es un verdadero reto el tema de la educación hoy.

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Después de comer estamos un rato las hermanas juntas y por la tarde voy a la facultad de teología, pues estoy estudiando Ciencias Religiosas. Hay un ambiente muy bonito y familiar entre los compañeros y profesores. Estamos diferentes congregaciones y también bastantes laicos. Es un momento del día bonito para compartir la fe y las inquietudes con otros.

Cuando llego, ceno y tenemos otro rato de compartir las hermanas nuestro día.

- Ahora que es el Sínodo de los jóvenes y del discernimiento vocacional ¿Qué le dirías a las jóvenes que les ronda por la cabeza la vocación religiosa?

- Que no tengan miedo a abrirse al Señor, porque Él nunca falla y siempre nos devuelve el 100×1. Mi experiencia me dice que los miedos que nos paralizan después se quedan en nada cuando somos capaces de ponerles nombre y dar el paso. Dios no se deja vencer en generosidad, aunque haya momentos de dificultades como en todos los estados de vida. Merece la pena intentarlo y entregar la vida por Jesús y por su Evangelio.

- ¿Qué esperas del Sínodo de los jóvenes? ¿Qué crees que necesitan los jóvenes de hoy?

- Espero que sea un tiempo de gracia en el que se escuche a los jóvenes y descubramos cuáles son sus necesidades, sus anhelos, sus preocupaciones, sus ilusiones… Espero que los jóvenes sientan que la Iglesia los valora y los necesita, igual que ellos necesitan de la Iglesia.

Creo que necesitan a  Jesucristo. Veo juventudes sedientas de Dios y muchas veces ni siquiera saben ponerle nombre. Pienso que los jóvenes de hoy tienen muchos valores, pero necesitan ser escuchados y aceptados en su realidad. Ojalá que sepamos llevarle a Jesús  y sepamos hacerles entender que su valía, no es por lo que tienen, sino por lo que son.

Fuente: Religión en Libertad

viernes, 26 de octubre de 2018

Santo Evangelio 26 de Octubre 2018


Día litúrgico: Viernes XXIX del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Lc 12,54-59):

 En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento decís: ‘Va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís: ‘Viene bochorno’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo? Cuando vayas con tu adversario al magistrado, procura en el camino arreglarte con él, no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al alguacil y el alguacil te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo».


«¿Cómo no exploráis (...) este tiempo? ¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?»

Rev. D. Frederic RÀFOLS i Vidal 
(Barcelona, España)

Hoy, Jesús quiere que levantemos nuestra mirada hacia el cielo. Esta mañana, después de tres días de lluvia persistente, el cielo ha aparecido luminoso y claro en uno de los días más espléndidos de este otoño. Vamos entendiendo en el tema de cambios de tiempo, ya que ahora los meteorólogos son casi como de la familia. En cambio, nos cuesta más entender en qué tiempo estamos o vivimos: «Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo?» (Lc 12,56). Muchos de los que escuchaban a Jesús dejaron perder una ocasión única en la historia de toda la Humanidad. No vieron en Jesús al Hijo de Dios. No captaron el tiempo, la hora de la salvación.

El Concilio Vaticano II, en la Constitución Gaudium et Spes (n. 4), actualiza el Evangelio de hoy: «Pesa sobre la Iglesia el deber permanente de escrutar a fondo los signos de los tiempos e interpretarlos a la luz del Evangelio (…). Es necesario, por tanto, conocer y comprender el mundo en que vivimos y sus esperanzas, sus aspiraciones, su modo de ser, frecuentemente dramático».

Cuando observamos la historia, no nos cuesta mucho señalar las ocasiones perdidas por la Iglesia por no haber descubierto el momento entonces vivido. Pero, Señor: ¿cuántas ocasiones no habremos perdido ahora por no descubrir los signos de los tiempos o, lo que es lo mismo, por no vivir e iluminar la problemática actual con la luz del Evangelio? «¿Por qué no juzgáis por vosotros mismos lo que es justo?» (Lc 12,57), nos vuelve a recordar hoy Jesús.

No vivimos en un mundo de maldad, aunque también haya bastante. Dios no ha abandonado su mundo. Como recordaba san Juan de la Cruz, habitamos en una tierra en la que anduvo el mismo Dios y que Él llenó de hermosura. La beata Teresa de Calcuta captó los signos de los tiempos, y el tiempo, nuestro tiempo, ha entendido a la beata Teresa de Calcuta. Que ella nos estimule. No dejemos de mirar hacia lo alto sin perder de vista la tierra.

¿Cómo vive una familia con 16 hijos en la España actual? «Dios ha sido providente, no somos héroes»

Ángel y Carmen tienen 16 hijos: Carmen Celeste, Ángel Salén, Juan de Dios, Clara Estrella, Salvador, Isaac, Pedro Andrés, Ezequiel, Abigail, Rafael, Francisco José, Martín Nicolás, Guadalupe, Santiago, Leonardo y Belén.

Los Jiménez Peral tuvieron que cambiar Málaga por Soria; antes fueron misioneros en Brasil

¿Cómo vive una familia con 16 hijos en la España actual? «Dios ha sido providente, no somos héroes»

 Juan de Dios, Clara Estrella, Salvador, Isaac, Pedro Andr Ezequiel, Abigail, Rafael, Francisco Jos, Mart Nicol, Guadalupe, Santiago, Leonardo y Bel. 

Ángel y Carmen tienen 16 hijos: Carmen Celeste, Ángel Salén, Juan de Dios, Clara Estrella, Salvador, Isaac, Pedro Andrés, Ezequiel, Abigail, Rafael, Francisco José, Martín Nicolás, Guadalupe, Santiago, Leonardo y Belén.

Desde el pasado verano la provincia de Soria, una de las más despobladas y de edad media más alta, es un poco más joven. A estas tierras numantinas ha llegado la familia Jiménez Peral, formada por Ángel (50 años) y Carmen (48), un matrimonio malagueño con 16 hijos, sin duda, una de las familias más numerosas de España.

Carmen Celeste, Ángel Salén, Juan de Dios, Clara Estrella, Salvador, Isaac, Pedro Andrés, Ezequiel, Abigail, Rafael, Francisco José, Martín Nicolás, Guadalupe, Santiago, Leonardo y Belén. Estos son los nombres de esta familia católica que ha revolucionado y rejuvenecido la provincia de Soria, especialmente la localidad de Almazán, donde ahora viven.

Las favelas de Brasil, Málaga y ahora Soria

Este matrimonio se puso desde el principio en manos de la providencia de Dios, y hasta el momento nunca les ha fallado. Ni ahora en Soria cuando tuvieron que mudarse desde su tierra malagueña debido a que no podían pagar una vivienda, ni cuando ha habido que alimentar a tantos niños, ni tampoco cuando estuvieron casi 10 años como familia misionera del Camino Neocatecumenal en las favelas de Brasilia, donde nacieron cinco de sus hijos.

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Ángel y Carmen llevan casi un cuarto de siglo como matrimonio

Ángel Andrés y Carmen Encarnación han relatado a Religión en Libertad cómo ha sido el proceso de dejar su tierra, cómo vive una familia tan grande y sobre todo cómo Dios les ha sostenido en todo momento.

El obligado cambio de ciudad

Marchar con tantos hijos desde el sur de España a la fría Soria no fue una “decisión fácil, pero sí necesaria”, asegura Ángel. En Málaga vivían en una casa grande que les habían cedido y que tenían que dejar ya. “Fue una búsqueda en la que se nos cerraban todas las puertas. Incluso estábamos dispuestos a vivir en cualquier casa aunque fuera pequeña. Pero cuando decíamos que éramos 18 no nos la alquilaban”, explica este padre de familia.

¿Por qué ir a Soria? El tiempo para dejar la casa en Málaga se agotaba, y entonces Ángel, sabiendo el problema de despoblación de la provincia, pensó que sería más fácil encontrar un hogar allí. Al final dejaron incluso su trabajo en Andalucía para mudarse todos a Almazán, un pueblo de 5.000 habitantes. Desde entonces tampoco les ha faltado trabajo, ahora disponen de una casa grande y de un pueblo entero donde los niños pueden jugar sin problemas.

Ángel y Carmen se conocieron en la Jornada Mundial de la Juventud de 1989 que se celebró en Santiago de Compostela. Él iba con un grupo de Melilla, ella con uno de Málaga. Iban en el mismo autobús, aunque no fue hasta cinco años después cuando comenzaron el noviazgo. En ese tiempo no tuvieron noticias el uno del otro, hasta que Carmen supo que Ángel lo estaba pasando mal y le llamó. Ahí saltó la chispa que inició lo que es hoy su familia.

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El fuerte encuentro con Dios en la juventud

Este padre no siempre se fío de Dios. “Yo no era religioso, dejé de ir a misa en la adolescencia, comencé a llevar una vida un poco desorganizada. No estudiaba nada. Bebía durante el recreo, también por la noche, llegaba a casa tarde… En el fondo sentía un vacío que tenía que llenar con colocones, colegas, etc”, explica Ángel.  Pero además, hubo un momento clave en este momento de su vida, cuando su mejor amigo murió de sobredosis.

“Estaba en la cuerda floja, a punto de llevar mi vida al desastre. Fue justo en ese momento en el que Dios me llamó, me llevó a la Iglesia y me rescató con gran misericordia”. Confiesa que fue a través del testimonio de sus padres, a los que tras pasar momentos difíciles les vio un cambio en sus vidas. Fue así como acabó yendo a las catequesis del Camino Neocatecumenal.

Hubo un antes y un después en su vida en aquel momento. A Ángel lo que más le impactó fue el anuncio del Kerigma, que “Dios te ama tal y como eres, que Él ha dado la vida por ti”. “Descubrí que en el fondo yo quería ser alguien, quería ser amado. Recurría a los vicios para sentirme importante, para desinhibirme”, explica. Pero entonces en aquella comunidad “empecé a ver la obra de Dios en los hermanos: matrimonios reconstruidos, jóvenes abandonando las drogas...”, explica.

Dios realmente provee

Sin aquel encuentro fuerte con Dios y sin la fuerza que recibe de Dios viviendo la fe en comunidad nunca habrían podido llegar hasta aquí. La experiencia de esta enorme familia es muy clara: “Dios ha sido providente y muy generoso, y los momentos de estrecheces los hemos podido vivir con naturalidad, nadie se ha traumatizado por esto, más bien hemos aprendido a valorar las cosas y a experimentar la providencia divina”.

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La providencia es para ellos, explica este matrimonio, “la actuación de Dios cuando ya no te queda nada ni nadie en quien puedas apoyarte. No la definiría solamente como los bienes que recibes sino también como la paciencia y serenidad que Dios te da para entrar en la historia de cada día sin murmurar. Pero Dios siempre ha aparecido y provisto”.

Ni héroes, ni personas especiales

Sobre el hecho tan inusual en la sociedad actual como es tener 16 hijos, aseguran que lo que primero que hay que dejar claro es que “no somos especiales, ni héroes, ni valientes ni mejor que nadie, pues en realidad somos muy débiles, meros espectadores de la obra que Dios hace en nosotros”.

“A través de los años y a pesar de nuestros egoísmos, (Dios) nos ha enseñado que la vida y la felicidad consisten en darte a los demás, en la donación, en no vivir exclusivamente para ti dándote gusto en todo. Es cierto que tenemos momentos difíciles, pero en el Señor, la comunidad, la oración y los sacramentos encontramos las fuerzas que nos sostienen en el combate diario”, relata Ángel.

Leonardo, "un pedacito de cielo"

Al enorme tamaño de la familia se une además que el penúltimo de los hijos, el pequeño Leonardo, tiene síndrome de Down. Ya en el embarazo sabían que llegaba con esta discapacidad, pero “no nos supuso ningún tipo de problema”. Para sus padres, este hijo “más que un problema ha sido un nexo de unión en la familia y ha venido a traer más alegría”.

Su madre le llama “pedacito de cielo”, y todos en casa aseguran que aprenden muchísimo de él y de sus actitudes, de su inocencia, el no tener grandes pretensiones y conformarse con poco. Además, para sus hermanos ha supuesto un “aprendizaje” para la vida. En un mundo en el que los referentes son los futbolistas, el dinero o la belleza, un niño como Leonardo les muestra “la vida en su faceta real. Ven el sufrimiento, la diferencia, la diversidad con una visión de la vida real porque lo ven cada día en su casa”.

Su día a día "no tiene mucho misterio"

Precisamente, la siguiente pregunta es cómo viven el día a día, cómo se organiza una familia con 18 miembros. “No tiene mucho misterio”, afirma el matrimonio.

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Para lo que muchos es un imposible, para los Jiménez Peral es el pan nuestro de cada día. Explican que “generalmente te planeas la jornada, pero siempre surge algo que te obliga a reorganizarte de nuevo, y todo en un pequeño espacio de tiempo. Las comidas son lo más fácil, pues en vez de cacerolas tradicionales tenemos las industriales, echas unos poquitos garbanzos más y ya está…”.

Alguna anécdota familiar

Tampoco faltan las anécdotas en la familia, como lo que les ocurrió en un parque. “Tenía una vieja furgoneta y como suele ocurrir, los niños no querían montarse en el coche. Conforme entraban por la puerta, saltaban y volvían a salir, así que me vi obligado a meterlos apresuradamente: ‘venga niños, para dentro’. Por fin, conseguí cerrar las puertas y arrancar. Nos pusimos en movimiento y entonces escuché un lloro que no me era familiar. Paré, miré por el retrovisor y había un niño que me decía entre pucheros: ‘que yo no soy tu hijo’. El niño estaba viendo el espectáculo en el parque, lo había cogido del brazo y lo había metido también en la furgoneta. Lo devolví después”.

Otra escena típica familiar era la de ir a la playa en Málaga andando. Una hora para ir y otra para volver. Todos en caravana con las toallas, los bocadillos, la nevera, las sombrillas y también los carritos de bebés. Eso sí, esas noches todos dormían del tirón.

Echando la vista atrás ven el gran regalo de Dios que supone su familia. “Me sorprende la obra de Dios. Me miro en el espejo y veo mi incapacidad, mi debilidad, pero a pesar de ello el Señor se fía de nosotros y nos capacita para vivir nuestra paternidad y maternidad con gran alegría”, concluye Ángel.

Fuente: Religión en Libertad