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martes, 31 de enero de 2017

Santo Evangelio 31 de Enero 2017


Día litúrgico: Martes IV del tiempo ordinario

Santoral 31 de Enero: San Juan Bosco, presbítero

Texto del Evangelio (Mc 5,21-43): En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. 

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad». 

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.


«Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad»
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas 
(Girona, España)



Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.

La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).

A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.

Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).

Una monja, la única doctora en 500 kilómetros a la redonda: contra la superstición y la miseria


Una monja, la única doctora en 500 kilómetros a la redonda: contra la superstición y la miseria

La hermana Elisabetta muestra cómo usar un ecógrafo a las otras combonianas, voluntarias españolas y personal del hospital

Una monja, la única doctora en 500 kilómetros a la redonda: contra la superstición y la miseria

Alfonso Antequera es un cirujano del hospital público de Fuenlabrada, Madrid. Varios meses al año colabora en el pobrísimo hospital que gestionan las Misioneras Combonianas en Bebedjia, Chad. 

"Una especie de infierno en la tierra"
En su primer día allí, Antequera escribió: "Hoy ha empezado mi actividad en el Hospital St Joseph de Bebedjia, la verdad es que no es muy diferente del St Mary de Axum en Etiopía. Una especie de infierno en la tierra… ni siquiera yo que soy cirujano y estoy acostumbrado a ver cosas terribles  soy capaz de soportarlo. Termino el pase de visita a duras penas, conteniendo la nausea y las lágrimas, preguntándome qué demonios hago yo aquí. Se vive mejor ignorando esta realidad. El cerebro humano no está preparado para soportar el horror". 

Pero Antequera perseveró, y después hizo llegar a más y más compañeros, médicos, enfermeros y voluntarios para pasar un tiempo ayudando en el hospital.

Sin embargo, quien vive allí, en el horror (que no es sólo horror) son las religiosas combonianas. Mantiene milagrosamente la marcha del centro su directora, Elisabetta Raule, religiosa comboniana italiana.


 Sor Elisabetta Raule, misionera comboniana: dirige el hospital, atiende partos, opera, hace de todo... no hay otro centro médico a 500 kilómetros

"Atienden con devoción a los pacientes"
"El hospital, pese a todo, realiza un trabajo encomiable", escribe el doctor Antequera admirado. "Las misioneras combonianas atienden con devoción a todos los pacientes, a la vez que tratan que los enfermeros locales no se relajen demasiado... Tendencia que por otro lado no es infrecuente en estas latitudes, ya sea por el clima, ya sea por pensar que nada tiene solución, que todo es muy difícil. La desesperanza produce esa dejadez que ya he visto anteriormente asociada a lo que parece inevitable". 

Cuando algunos materialistas sugieren que África necesita recursos materiales, no cosas abstractas como "esperanza", desconocen la realidad de África... y del hombre en general.  Es la esperanza la que salva vidas y cambia cosas, y la desesperanza, el fatalismo, es lo que lo paraliza todo. 


La Muerte gana... pero que no sea por goleada
"Aquí la Muerte esta acostumbrada a ganar siempre la partida. Cuando vienes aquí, tienes que venir con el objetivo de no ser derrotado, aunque conforme avanzan los días la realidad te va poniendo en tu sitio y el objetivo inicial se transforma. Lo cambias y te conformas con intentar no perder por goleada", escribe Antequera. 

El médico de Fuenlabrada da más datos brutales. "Doscientas camas y un solo médico. Sor Elisabetta ejerce de mujer orquesta: dirige el hospital, pasa la visita a las camas de hospitalización de medicina, cirugía y pediatría, hace las ecografías, supervisa la sala de partos y, por si todo esto fuera poco, también opera. Dos quirófanos programados a la semana más todas las Urgencias que van llegando". 

Su conclusión: "Necesitaríamos cuatro o cinco médicos europeos para poder cubrir su mes de vacaciones. Si se entera algún consejero español de sanidad, la contrata para que abra ella sola algún que otro hospital". 

  Sor Elisabetta con voluntarios españoles de EnganCHADos y personal del hospital; le corresponde atender a las 300.000 personas de la zona

Único hospital en 500 kilómetros
El hospital Saint Joseph de Bebedjia es el único centro médico en 500 kilómetros a la redonda. Le corresponde atender a unas 300.000 personas en el sur de Sudán. Para eso, la Hermana Elisabetta tiene la ayuda de 4 religiosas combonianas, algunos trabajadores del hospital y los voluntarios que llegan gracias a la iniciativa EnganCHADos (www.enganchados.org) y un acuerdo con el hospital público de Fuenlabrada, con apoyo del ayuntamiento de Fuenlabrada. Solo las religiosas ya salvan miles de vidas en tareas de maternidad, pediatría, obstetricia, nutrición, vacunación... Sin ellas, sin el hospital, dice Antequera, "muchos niños morirían irremediablemente de malaria o desnutrición".

"En las dos semanas y pico que llevo en el Hospital de St. Joseph en Chad, de promedio, han nacido unos cuatro niños al día. Alrededor de veinte. La mitad han nacido muertos", escribe otro voluntario español. Simplemente, las madres, tras una gestación sin seguimiento alguno, llegan muy tarde, muy dañadas, débiles, enfermas, al hospital. 

En este contexto, los voluntarios de EnganCHADos han conseguido en 2016 grandes aportaciones. Practicamente hubo al menos un médico de refuerzo casi todos los meses del año, se enviaron medicinas, se dieron 4 cursos de formación al personal local, se inauguró una sala de reanimación postquirúrgica, comenzó un proyecto contra la desnutrición grave y se inyectaron 25.000 euros directos para ayudar a mantener el hospital en marcha, conseguidos en Fuenlabrada con mercadillos, festivales, colectas.... A medida que más voluntarios y donantes se sumen, EnganCHADos podrá hacer más para ayudar a las misioneras y sus pacientes. 

  Las charlas de formación para mujeres, con cambios de higiene, alimenticios, pediátricos, pueden salvar muchas vidas

Mata la pobreza, pero mata más la superstición
Chad es considerado uno de los dos o tres países más pobres del mundo: sólo hay un médico cada cien mil habitantes, la mitad de la población no tiene acceso a agua potable, sólo sabe leer uno de cada tres habitantes, y uno de cada tres niños menores de 5 años está desnutrido. Apenas un 11% de la población tiene acceso a sistemas de saneamiento. 

Los médicos españoles, cuando llevan unas semanas en Chad, comprueban que lo que mata no es la mera pobreza, sino también la superstición, la ignorancia, las acciones dañinas irracionales. Así, un bebé corre el riesgo de "morir ahogado por su propia madre al derramarle agua caliente por tu boca y fosas nasales desde recién nacido, costumbre local muy arraigada que excede cualquier intento de explicación lógica", según detalla un médico voluntario. 

Más casos: "Tu madre amparada en alguna estúpida superstición, como pensar que su hijos muertos de malaria lo fueron en realidad por haber sido amamantados, te dará antes agua sucia de algún pozo sin pretil, que su preciada leche. Si eres nómada, entonces te darán leche de vaca agriada con su propia orina, un poco mas sana… Si coges una pequeña gripe o faringitis tu familia te llevara al “guerisare” (curandero local) antes que al médico y él te extirpara la úvula en uno de las más crueles practicas de la medicina tradicional y te producirá una hemorragia incontrolada que es muy probable que acabe con tu vida".

Lo más tragicómico es que mucha gente sólo llega al hospital después de haber dejado que su caso empeore durante meses o años, después de pasar por muchos brujos y estafadores y sus tratamientos dañinos. Llegan moribundos, mueren en el hospital... y la gente ve reforzada la idea de que en el hospital ¡la gente se muere!, por lo que tienden a evitarlo. El perfecto círculo del absurdo.  


Formar, educar, alfabetizar cambia el mundo
En estas circunstancias, los cursos para formar a las madres de familia, la alfabetización de los niños, todo lo que signifique salir de la superstición, es liberador.

También hay violencias por venganzas, rencillas que se dirimen con armas blancas o de fuego. La mayoría de la población es musulmana o animista, y la cultura cristiana basada en el perdón y la reconciliación resulta ajena en algunas etnias que consideran que vengarse es un deber familiar, una virtud social.


  Voluntarios de EnganCHADos, la mayoría de ellos sanitarios y médicos, y amigos y colaboradores

Los voluntarios se emocionan y reflexionan
En Chad, los voluntarios que llegan de España se emocionan y reflexionan. La enfermera Encarni Jiménez escribe: "Aquí se reían sobre todo los jóvenes cuando les enseñaba las fotos de mis hijos y marido. Pensarían : ¡vaya familia mas blanca! Me decían siempre, extrañados: ¿solo dos hijos? Claro que ellos tienen entre 5 y 10 hijos por lo menos.  Cuántas veces he pensado en mis hijos, lo fácil que lo tenemos y las preocupaciones accesorias que nos buscamos, cuando aquí en Chad la lucha por la supervivencia es la principal y verdadera preocupación".

Encarni Jiménez valora que las misioneras estén permanentemente en un sitio tan duro. "Sor Elizabeth y Sor Lourdes, únicas médicos permanentes de St. Joseph... Sor Rafaela, Sor Elvia y sor Esperanza, magníficas enfermeras. Todas con una dedicación y labor excepcional, sin ellas esto no existiría. Presentes en todo momento. Garantía para estas gentes abandonadas por su gobierno, con todos los hospitales públicos y colegios cerrados desde hace meses. Sólo los hospitales y escuelas de los misioneros permanecen abiertos, como el liceo de al lado de nuestro amigo el frère Simon con su acento del Quebec y toda su sabiduría después de mas de 10 años de andanzas africanas".

Para ayudar con donativos o como voluntario médico/sanitario a las religiosas de Saint Joseph de Bebedjia visite: www.enganchados.org 

Vuente: Religión en Libertad

lunes, 30 de enero de 2017

Santo Evangelio 30 de Enero 2017



Día litúrgico: Lunes IV del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 5,1-20): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región. 

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término. 

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.


«Espíritu inmundo, sal de este hombre»
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero 
(Viladecans, Barcelona, España)



Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.

La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».

Un joven sacerdote relata su experencia de cómo en 33 días la Virgen le ayudó a dejar el alcoho


Un plan de abstinencia de 33 días para no acudir a su pub favorito

Un joven sacerdote relata su experencia de cómo en 33 días la Virgen le ayudó a dejar el alcohol

El joven sacerdote Edward Looney es experto en asuntos marianos

Un joven sacerdote relata su experencia de cómo en 33 días la Virgen le ayudó a dejar el alcohol

Los sacerdotes también pueden ser víctimas de adicciones como el alcohol. El cardenal Tobin reconocía hace no demasiado que había sido alcohólico y recientemente el sacerdote Edward Looney, que fue ordenado en 2015 sacerdote en la diócesis de Green Bay (Wisconsin), relataba con total sinceridad y franqueza a Catholic Exchange cómo gracias a la Virgen consiguió salir de este problema. Cari Fili News traduce el testimonio del padre Looney, miembro de la Sociedad Mariológica de América y autor de numerosos libros marianos:

La primera noche tras llegar a mi nuevo destino, el párroco y yo salimos a un bar del lugar, un pub irlandés. Me gustaba el ambiente del lugar y estaba a un kilómetro de casa. Supuse que me convertiría en un cliente habitual. Y supuse bien.

Era un buen lugar para comer unos fritos de pescado los viernes o un asado los sábados. Iba hasta allí andando y así hacía algo de ejercicio. En mis visitas, conocí su Club de Defensores de la Cerveza: si te bebías allí 50 cervezas, grababan tu nombre en una placa y la ponían en la pared. Acepté el desafío y lo cumplí en año y medio. En promedio, eso supuso una cerveza cada una o dos semanas.

Luego sufrí la pérdida de un ser querido, y lo sufrí mucho. Pasé por una sucesión de emociones: rabia y tristeza. Me sentía solo y abandonado. Para poder procesarlo todo, resultaba sencillo parar en mi pub irlandés favorito y tomar uno o dos tragos.

Su justificación para vivir
Lo justificaba de muchas maneras. Ya no tengo televisión, así que iba al bar a ver los partidos de béisbol y fútbol y los resultados electorales. Era mi excusa. El bar está convenientemente situado justo en la salida para llegar a casa, y tenía que pasar por delante. Me paraba a menudo para beber algo: “Sólo quiero una cerveza, y en casa no tengo ninguna en el frigorífico”. Mis visitas, cada vez más frecuentes, me convirtieron en cliente habitual, y ya me conocían por mi nombre. Empecé a considerarlo como un ministerio. Sabían que yo era sacerdote. Y teníamos conversaciones serias. Pero se convirtió en otra excusa que me permitía sobrellevar mis emociones de forma poco saludable.

Desencantado con la dirección que estaba tomando todo en mi vida, me volví hacia la Santísima Virgen María, la mujer de quien había sido devoto durante años y sobre la que había estudiado y escrito por mi oficio. Sabía que faltaba poco más de un mes para el 1 de enero, y decidí renovar mi consagración mariana.


Al embarcarme en la tarea, pensé que debía dejar de beber esos 33 días como sacrificio. No sabía que en el tercer día de la consagración, se me animaría a dejar algo mientras continuaba mi preparación. Lo tomé como una confirmación por parte de Dios. En los días iniciales de la preparación, muchas consideraciones sobre el espíritu del mundo se referían al alcoholismo. Ante esas consideraciones, me resolví a renunciar al alcohol todo el tiempo que durase la renovación de mi consagración.

Esto es lo que aprendí durante mis inspirados 33 días sin alcohol:

Pasaba la tarde-noche de forma distinta
¿Cuándo va la gente al bar a beber? Normalmente por la tarde-noche. Aunque uno podría querer ir sólo para un momento, normalmente se convierte en un compromiso por un tiempo mayor. Si yo iba a las ocho para ver el partido del domingo por la noche o del lunes por la noche, no llegaba a casa hasta las diez o las diez y media. Con lo que la noche quedaba prácticamente arruinada. Aunque un par de tragos no emborrachan a nadie, sí disminuyen algunas capacidades mentales, así que ni leía ni escribía. No ir al bar liberó mis noches para cosas más productivas. Iba a esquiar, leía y veía películas edificantes, como Cuento de Navidad o Las campanas de Santa María.

Mi oración nocturna fue mejor
Al retirarme a dormir después de unas copas, hacía deprisa mis oraciones, ya fuese Completas o cualquier otro tipo de oración. Como ahora estaba en casa, rezaba con mayor devoción y desde el corazón antes de acostarme, más que limitarme a cumplir una obligación y hablar de boquilla con Dios. Hice más lectura espiritual, especialmente en torno al Adviento. Todo esto me permite decir que hice el mejor Adviento de mi vida. Y además, como ya estaba en casa y no fuera, después de rezar me iba a la cama más temprano, dormía más cada noche y eso me permitía levantarme antes y rezar más antes de comenzar el día.



Aprendí la templanza y la renuncia
Durante mis 33 días, me obligué a mí mismo a no beber. En las fiestas de Navidad me abstuve de toda bebida alcohólica y me limité al agua o la soda. Volví a mi pub irlandés favorito a cenar con amigos, y como no tengo televisión, a ver el partido de los Green Bay Packers el domingo por la tarde. Siempre pedía agua o un Sprite. No era difícil, y me demostró que realmente podía negarme a mí mismo.

Fui consciente de lo que le pasa a los demás cuando beben
Por primera vez, iba a fiestas y no bebía. Eso me permitió vivir las cosas de modo distinto, pero también observar a otros después de unas cuantas copas. Antes nunca había podido verlo así, porque normalmente yo estaba con una copa o una cerveza en la mano. Esto me ayudó a darme cuenta de que beber te convierte en una persona diferente. Me convencí de que incluso con una sola copa te comportas de forma distinta. Ver las acciones y comportamientos de los demás después de beber me inspiró para mantenerme firme en mi resolución.

Fui más generoso
Piensa en ir a un lugar a tomar una cerveza y lo que cuesta. Cuatro dólares una pinta (como mínimo), y tal vez caen dos: ya son 8 dólares, más la propina. Y no puedes ir a un bar y no pedir algo de comer, aunque sea un aperitivo. Así que la factura puede llegar a oscilar entre 15 y 20 dólares. Haz eso tres o cuatro veces por semana, y es una cantidad significativa de dinero. Me di cuenta de que en mi cuenta corriente había un poco de dinero extra ese mes, lo que me permitió ser más generoso y ayudar a personas necesitadas durante las vacaciones. No solo ahorré dinero no bebiendo, sino que también me di cuenta de que comía menos fuera. Yo salía a comer y bebía algo para acompañar la comida. Si quitaba la cerveza, prefería quedarme en casa para cenar. Ahorrar dinero de comidas o bebidas innecesarias me permitió ayudar a personas necesitadas.

Dejé de desearlo
En el día 21º de mi abstinencia de 33 días, comprendí que ya no quería el alcohol. Los primeros días, especialmente después de una larga noche en la oficina, todo lo que quería hacer era beber. Me convencí a mí mismo de que no valía la pena, y perseveré. Al menos por ahora, la simple idea de beber no me atrae. No lo quiero. Soy feliz con las cosas tal como son ahora.

En la observancia de anteriores Cuaresmas intentaba dejar el alcohol, pero siempre cedía ante el argumento de que “el domingo no es realmente un día de Cuaresma” y satisfacía mi sed de cerveza. Normalmente, a la tercera o cuarta semana abandonaba mi ayuno de alcohol a favor de una penitencia más fácil. Nunca creí que pudiese hacerlo durante 33 días. Pero lo hice. Tal vez fue porque tenía la ayuda de María, que me inspiró en mi ayuno, o porque comprendí que necesitaba absolutamente ese giro en mi vida. No dejé de beber porque pensase que era un problema. Pero creo que si no hubiese hecho ese alto de 33 días, se habría convertido rápidamente en un problema en 2017.

Ahora, al ver que ha disminuido mi deseo de alcohol, mi ayuno de alcohol continuará porque lo que he encontrado lejos de la botella es paz, felicidad y alegría. Y tengo que agradecerle a Nuestra Señora que, como madre, cuidó de su hijo y me inspiró a vivir de forma mejor, más saludable y más santa.

Gracias, mamá.

Fuente: Religión en libertad

domingo, 29 de enero de 2017

Santo Evangelio 29 de enero 2017


Día litúrgico: Domingo IV (A) del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 5,1-12): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».


«Bienaventurados los pobres de espíritu...»
Rev. D. Pablo CASAS Aljama 
(Sevilla, España)



Hoy leemos este Evangelio tan conocido para todos nosotros, pero siempre tan sorprendente. Con este fragmento de las bienaventuranzas, Jesús nos ofrece un modelo de vida, unos valores, que según Él son los que nos pueden hacer felices de verdad. 

La felicidad, seguramente, es la meta principal que todos buscamos en la vida. Y si preguntásemos a la gente cómo buscan ser felices, o dónde buscan su propia felicidad, nos encontraríamos con respuestas muy distintas. Algunos nos dirían que en una vida de familia bien fundamentada; otros que en tener salud y trabajo; otros, que en gozar de la amistad y del ocio..., y los más influidos quizá por esta sociedad tan consumista, nos dirían que en tener dinero, en poder comprar el mayor número posible de cosas y, sobre todo, en lograr ascender a niveles sociales más altos.

Estas bienaventuranzas que nos propone Jesús no son, precisamente, las que nos ofrece nuestro mundo de hoy. El Señor nos dice que serán «bienaventurados» los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz, los perseguidos por causa de la justicia... (cf. Mt 5,3-11).

Este mensaje del Señor es para los que quieren vivir unas actitudes de desprendimiento, de humildad, de deseo de justicia, de preocupación e interés por los problemas del prójimo, y todo lo demás lo dejan en un segundo término.

¡Cuánto bien podemos hacer rezando, o practicando alguna corrección fraterna, cuando nos critiquen por creer en Dios y por pertenecer a la Iglesia! Nos lo dice claramente Jesús en su última bienaventuranza: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa» (Mt 5,11).

San Basilio nos dice que «no se debe tener al rico por dichoso sólo por sus riquezas; ni al poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la salud de su cuerpo... Todas estas cosas son instrumentos de la virtud para los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no contienen la felicidad».

La familia Zambrano se ha propuesto recuperar los valores familiares


Los Zambrano han recorrido más de 20 países ya y el Rosario ha sido el gran descubrimiento

Un año «sin agenda» por el mundo: para recuperar los valores familiares que devora el estrés diario

La familia Zambrano se ha propuesto recuperar los valores familiares

Un año «sin agenda» por el mundo: para recuperar los valores familiares que devora el estrés diario

Venezuela, España, Reino Unido, Bélgica, Holanda, Alemania, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Rusia, Francia, Italia, Grecia San Marino, Mónaco, Portugal, Estados Unidos y México. Este es el recorrido realizado por el momento por la “familia sin agenda” conformada por José Enrique, Claudia y sus tres hijos en algo más de seis meses. Y aún les falta recorrer buena parte del mundo durante otros seis más.

Esta familia estaba experimentado que el frenético ritmo de vida de las familias actuales y la rutina del día a día les estaba devorando y precisamente la familia era la gran perjudicada. Por eso, decidieron hacer algo radical: romper con todo lo que les ataba y tomarse un año sabático para recorrer el mundo y así recuperar los valores familiares. Todos juntos, todo el tiempo. Y hasta la fecha las expectativas han sido más que cumplidas.

Una familia sin agenda para poder ser una familia
“Era una necesidad de la familia para compartir más tiempo con los hijos y entre los esposos así como tener ese espacio para vivir los valores y principios que la rutina diaria no dejaba por lo que no teníamos la oportunidad de dedicar tiempo de calidad para nuestros hijos”, cuenta a José Enrique Zambrano, ejecutivo de una multinacional en Venezuela, a Religión en Libertad.

Claudia explica que han creado un blog llamado “familia sin agenda” donde van contando todo lo que pasa para que así sus hijos recuerden en un futuro todo lo que experimentaron. Y se llama así porque habían experimentado que no tenían tiempo para poder dedicar a la familia y por ello “dejamos nuestras agendas y ahora nuestra agenda es nuestra familia durante un año”.

Inculcar a sus hijos valores universales
Tras ocho meses de preparativos finalmente empezaron su aventura en familia y José Enrique asegura que están aprovechando para inculcar valores en sus hijos para que también sean conscientes de la realidad que se vive. Por ello, en las ciudades en la que están dan de comer a los necesitados o recogen basura para reciclarla…


Grecia fue una de las paradas en la que la familia Zambrano pudo disfrutar de la historia y la naturaleza

Según cuentan ellos mismos, mucha gente se está poniendo en contactos con ellos porque gracias a la “familia sin agenda” han encontrado inspiración para recuperar esos valores de familia. “Este proyecto era el mejor para nosotros en esta circunstancia”, afirma Claudia, que considera que cada familia tendrá su momento o su determinado camino para alcanzar estas mismas metas.

Durante todos estos meses en los que están juntos 24 horas al día 7 días a la semana han descubierto, según el padre, “hemos descubierto cómo trabajar la paciencia, el perdón mutuo, ser humilde o el valor que tiene decir la verdad”.

El impresionante descubrimiento del Rosario en familia
Sin embargo, una de las grandes gracias que han recibido en estos meses ha sido el descubrimiento del Rosario. “Estamos rezando el Rosario junto todos los días, y eso no nos daba la vida para hacerlo en nuestras rutinas. Nos hemos dado cuenta de que un Rosario no te lleva más de 15-18 minutos. ¿Qué son quince minutos en la vida de uno?”, cuenta José Enrique.

Y precisamente esta oración se ha convertido en uno de los principales vínculos de la familia en estos meses. “Los niños ya dominan el Rosario incluso en inglés y como somos cinco cada uno lleva un misterio. Se están acercando mucho a lo espiritual y Papá Dios”, añade la madre.

Durante su paso por Italia pudieron explicar al Papa durante tres minutos su viaje familiar, lo cual alegró mucho a Francisco.


El Papa quiso conocer de primera mano el proyecto de esta familia y les animó a seguir adelante

Los milagros diarios
“Espiritualmente es impresionante como Papá Dios te va demostrando con hechos milagros diarios. Está siempre presente en nuestras vidas desde que nos levantamos”, cuenta José Enrique, mientras su esposa añade que “Dios nos ha mostrado su luz y nos ha llenado de energía para acercarnos a él. Escuchamos misa casi todos los días en todos los países y a pesar del idioma”.

Y es que cuentan emocionados que el estar juntos todo el día “ha encendido esa espiritualidad y ahora podemos dedicarle más tiempo con los niños y ellos están viviendo la religión de una manera natural”. “Vamos por la calle rezando el Rosario y ellos abiertamente y sin vergüenza están orgullosos de ir rezando”, añaden estos padres de familia.

La providencia les ha ido abriendo las iglesias
Además, destacan cómo la providencia les ha ido poniendo literalmente iglesias católicas allá por donde han pasado aunque fuesen países como Suecia o Rusia donde el catolicismo es una minoría: “en estos sitios hemos tenido la iglesia pared con pared.

Durante estos meses han conocido sacerdotes maravillosos con los que han podido celebrar misas en familia. “Ha sido una experiencia muy rica sentir a Dios de la mano, caminar con Papá Dios y es algo que me alegra mucho por los niños”, reconoce Claudia.

La experiencia del homeschooling
Además los niños están teniendo también otra experiencia nueva, el homeschooling, teniendo como profesores a sus padres. No lo ven como un año perdido sino como un tiempo de aprendizaje de la vida pues los pequeños también hacen trabajos de lo que ven en cada lugar.


Durante este año los niños van a recibir la formación en casa aprovechando el mundo que se presenta ante ellos

“Este año no será una pérdida para ellos sino de ganancias. No sólo han aprendido a tener a sus padres como profesores sino nosotros también de ellos, a tener una comunicación más fluida o ser más pacientes”, explica José Enrique.

"El mundo puede cambiar a través de la familia"
Dado el interés que está suscitando en las redes sociales, esta familia está preparando una campaña  de valores familiares para “poner ese granito de arena” y ayudar a otros. La realizarán a través de las redes sociales y se llama “la agenda es la familia”.

Durará diez semanas y durante cada una trabajarán un valor. Ponen como ejemplo el abrazo en familia, “esa fuerza que nos da el impulso para empezar el día”. Otro valor es compartir y durante esa semana salir con comida y repartir la comida de uno con las personas que la necesite.

“Queremos fomentar estos valores que el día a día va enterrando”, aseguran pero sobre todo tienen un convencimiento: “Creemos que el mundo puede cambiar a través de la familia. Queremos que esta luz vaya tocando corazones”.

Si quiere conocer más sobre esta familia sin agenda puede hacerlo a través de su blog AQUÍ o a través de su cuenta en Instagram AQUÍ

Fuente Religión en libertad

sábado, 28 de enero de 2017

Santo Evangelio 28 de Enero 2017


Día litúrgico: Sábado III del tiempo ordinario

Santoral 28 de Enero: Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia
Texto del Evangelio (Mc 4,35-41): Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».


«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»
Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez 
(St. Esteve de P., Barcelona, España)


Hoy, el Señor riñe a los discípulos por su falta de fe: «¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Jesucristo ya había dado suficientes muestras de ser el Enviado y todavía no creen. No se dan cuenta de que, teniendo con ellos al mismo Señor, nada han de temer. Jesús hace un paralelismo claro entre “fe” y “valentía”.

En otro lugar del Evangelio, ante una situación en la que los Apóstoles dudan, se dice que todavía no podían creer porque no habían recibido el Espíritu Santo. Mucha paciencia le será necesaria al Señor para continuar enseñando a los primeros aquello que ellos mismos nos mostrarán después, y de lo que serán firmes y valientes testigos.

Estaría muy bien que nosotros también nos sintiéramos “reñidos”. ¡Con más motivo aun!: hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace capaces de entender cómo realmente el Señor está con nosotros en el camino de la vida, si de verdad buscamos hacer siempre la voluntad del Padre. Objetivamente, no tenemos ningún motivo para la cobardía. Él es el único Señor del Universo, porque «hasta el viento y el mar le obedecen» (Mc 4,41), como afirman admirados los discípulos.

Entonces, ¿qué es lo que me da miedo? ¿Son motivos tan graves como para poner en entredicho el poder infinitamente grande como es el del Amor que el Señor nos tiene? Ésta es la pregunta que nuestros hermanos mártires supieron responder, no ya con palabras, sino con su propia vida. Como tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, cada día hacen de cada contradicción un paso más en el crecimiento de la fe y de la esperanza. Nosotros, ¿por qué no? ¿Es que no sentimos dentro de nosotros el deseo de amar al Señor con todo el pensamiento, con todas las fuerzas, con toda el alma?

Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, Reina de los confesores. Al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe... ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!

Fue madre con 16 y muestra a las menores embarazadas la verdad que la cultura abortista les oculta



Fue madre con 16 y muestra a las menores embarazadas la verdad que la cultura abortista les oculta

Marta Páramo tiene 21 años y ser madre adolescente ha sido una gracia para ella

Fue madre con 16 y muestra a las menores embarazadas la verdad que la cultura abortista les oculta

Su cara transmite la felicidad con la que vive y una sonrisa que no se le borra de su cara. Su nombre es Marta Páramo, tiene 21 años y una hija llamada Lucía que ya tiene cuatro. Su historia es la de una adolescente de 16 años que se quedó embarazada, que decidió seguir adelante y que encontró el apoyo que muchas chicas que han pasado por su misma situación no tuvieron.

Y ahora pregona a los cuatro vientos que ser madre es lo mejor que le ha pasado nunca y que no por ello ha dejado de hacer su vida. Ella estudia Filosofía, tiene sus amigos y Lucía no le ha arruinado su existencia sino que se la ha enriquecido, derribando el argumento abortista de que hay que vivir la vida y que un hijo es un freno para ello.

La Contra TV, medio dirigido por Gonzalo Altozano, ha entrevistado a esta joven que da un testimonio provida que derrumba mitos sobre la maternidad entre los adolescentes y para quien incluso en España se preparó una ley para que pudieran abortar sin consentimiento paterno. Y para ello habla de la familia, del amor a su hija, de sus inquietudes sin las que no se podría entender su vida.



Segunda de siete hermanos, Marta recuerda que no soñaba con ser madre, “no era la típica niña que jugaba a ser madre” aunque para ser madre le vino muy bien su experiencia como canguro por lo que los biberones y los pañales no eran al menos unos grandes desconocidos para ella.

Del baño de la fiesta a los brazos de su madre
Aún recuerda perfectamente el día en que con sus 16 años se enteró que estaba embarazada. “No era ni miedo ni angustia, era una mezcla de todo”, cuenta esta joven madrileña, que explica que se realizó el test de embarazo en el cuarto de baño de una fiesta mientras su novio le esperaba fuera.

El siguiente paso era contárselo a su familia. Muy agobiada y con miedo por “romperles todos sus esquemas” se lo dijo a sus padres. “La verdad es que no fue para tanto. Por un lado me agobiaba decírselo pero por otro lado lo necesitaba. Necesitaba dejarme caer en los brazos de alguien especualmente los de mi madre- necesitaba contárselo y ponerme a llorar”, cuenta ahora con una sonrisa.

Más miedo tenía incluso de anunciarlo en el colegio pero de nuevo una cosa eran los pensamientos que le venían a la cabeza y otra la realidad. “Tuve un apoyo incondicional”, asegura mientras todavía tiene en la retina cómo se lo dijo a su directora, que además era su profesora de Religión y que durante el curso les había hablado una y otra vez sobre las relaciones prematrimoniales y el aborto.

Las lágrimas con la primera ecografía
Fue la primera ecografía la que la dejó marcada. “Me puse a llorar”, relata Marta en la entrevista, “estaba con mi madre y el médico era el pediatra que me atendía cuando era pequeña. Y yo estaba impactada, ‘eso’ era mi hijo o hija…”.

Pero uno de los puntos clave de la entrevista y que mueve a la reflexión es cuando Marta afirma que “me he dado cuenta después de lo arropada que he estado comparada con otras situaciones”. Sus padres se volcaron con ella, su colegio donde incluso al final del embarazo iban los profesores a casa, sus compañeras…


Marta reconoce que su pequeña Lucía es lo mejor que le ha pasado en la vida

Ser madre ofrece una nueva "perspectiva"
Y además añade otro aspecto importante que desmonta los argumentos abortistas. Ella estudia Filosofía en la Universidad de San Dámaso de Madrid y “Lucía no ha coartado el tener una vida independiente. Al revés, le ha dado riqueza, me ha dado una perspectiva que nunca me hubiera imaginado a los 16 años”.

Marta explica que es duro decir a un hijo que fue concebido sin intención de buscarle pero tiene claro que “en ningún momento no la he querido pero la explicaré que tenía miedo y que pensaba que me venía grande todo pero que desde que nació ha sido lo mejor de mi vida”.

Contar su experiencia le abrió los ojos de otra realidad
Pero hubo otro momento que marcó su vida una vez que su pequeña Lucía ya había nacido, el ser consciente de que muchas chicas como ella no tenían nadie que las apoyara, motivo que le ha llevado a involucrarse en esta ayuda.

Así, para una manifestación provida de Cada Vida Importa grabaron su testimonio. “Nunca me hubiera imaginado que mi situación era como para contarla”, asegura. Pero una vez que lo hizo “tuvo una repercusión que me hizo ver la vida desde otra perspectiva”.


Marta Páramo ofrece su testimonio para ayudar a otras chicas, como en esta ocasión en Navarra

La "responsabilidad" de ayudar a otras chicas
“Para mí, todo lo que yo tenía era normal y de repente me di cuenta de que no era lo normal. Me llegaron muchas chicas embarazadas de 16,17 y hasta de 14 años que estaban totalmente solas y me decía lo injusto que era que yo hubiera tenido un apoyo incondicional  de mi ambiente y que esta niña que quiere salir adelante no tiene ningún apoyo”, explica Marta.

Por ello, considera que tiene una “responsabilidad” con estas chicas y de contar públicamente “una parte de la verdad de la que nadie habla y es decirlas que su hijo es un tesoro, eso es la verdad”.

La misión de Marta
Marta reconoce que hay momentos de soledad y miedo pero esto cambia cuando hay alguien ahí que ofrece su apoyo. “¿Quién te va a contar la suerte de que es tener un hijo si estás sola? Yo tengo la suerte de que ahora tengo a Lucía y la veo todos los días pero la niña a la que sus padres la dicen que vaya a abortar y la llevan a la puerta del abortorio nunca va a escuchar esto".

Y por eso quiere hablar y está dispuesta a contar su testimonio allá donde se lo pidan. Colegios, parroquias o medios de comunicación. Hay niños como Lucía que podrían no nacer. Esta es la misión de una joven de 21 años

Fuente Religión en libertad.

viernes, 27 de enero de 2017

Santo Evangelio 27 de Enero 2017


Día litúrgico: Viernes III del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 4,26-34): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite, en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega». 

Decía también: «¿Con qué compararemos el Reino de Dios o con qué parábola lo expondremos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra». Y les anunciaba la Palabra con muchas parábolas como éstas, según podían entenderle; no les hablaba sin parábolas; pero a sus propios discípulos se lo explicaba todo en privado.


«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano (...y) la tierra da el fruto por sí misma»
Rev. D. Jordi PASCUAL i Bancells 
(Salt, Girona, España)


Hoy Jesús habla a la gente de una experiencia muy cercana a sus vidas: «Un hombre echa el grano en la tierra (...); el grano brota y crece (...). La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga» (Mc 4,26-28). Con estas palabras se refiere al Reino de Dios, que consiste en «la santidad y la gracia, la Verdad y la Vida, la justicia, el amor y la paz» (Prefacio de la Solemnidad de Cristo Rey), que Jesucristo nos ha venido a traer. Este Reino ha de ser una realidad, en primer lugar, dentro de cada uno de nosotros; después en nuestro mundo.

En el alma de cada cristiano, Jesús ha sembrado —por el Bautismo— la gracia, la santidad, la Verdad... Hemos de hacer crecer esta semilla para que fructifique en multitud de buenas obras: de servicio y caridad, de amabilidad y generosidad, de sacrificio para cumplir bien nuestro deber de cada instante y para hacer felices a los que nos rodean, de oración constante, de perdón y comprensión, de esfuerzo por conseguir crecer en virtudes, de alegría...

Así, este Reino de Dios —que comienza dentro de cada uno— se extenderá a nuestra familia, a nuestro pueblo, a nuestra sociedad, a nuestro mundo. Porque quien vive así, «¿qué hace sino preparar el camino del Señor (...), a fin de que penetre en él la fuerza de la gracia, que le ilumine la luz de la verdad, que haga rectos los caminos que conducen a Dios?» (San Gregorio Magno).

La semilla comienza pequeña, como «un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es más pequeña que cualquier semilla que se siembra en la tierra; pero una vez sembrada, crece y se hace mayor que todas las hortalizas» (Mc 4,31-32). Pero la fuerza de Dios se difunde y crece con un vigor sorprendente. Como en los primeros tiempos del cristianismo, Jesús nos pide hoy que difundamos su Reino por todo el mundo.

Lejos de Dios, relaciones tóxicas y alcohol para olvidar... un sacerdote «divertido» la hizo cambiar


Lejos de Dios, relaciones tóxicas y alcohol para olvidar... un sacerdote «divertido» la hizo cambiar

La hermana Miriam James es una buena comunicadora y suele compartir su testimonio en universidades e institutos

Lejos de Dios, relaciones tóxicas y alcohol para olvidar... un sacerdote «divertido» la hizo cambiar

La Hermana Miriam James Heidland es, desde 1998, religiosa misionera de la Sociedad de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad (www.solt.net), pero aunque fue educada en una familia católica, en su juventud se alejó de Dios, dejó de ir a misa y quedó enganchada al alcohol y a relaciones tóxicas. Ver a un sacerdote alegre fue lo que inició un proceso de transformación en ella.

Infancia católica, buena doctrina... pero sin Jesús
“Fui criada como católica. Mi padre se convirtió para casarse con mi madre, que era de una comunidad católica granjera alemana del sur de Texas. Íbamos a misa cada domingo y rezábamos juntos el rosario. Incluso cuando yo era pequeña eran fieles a los sacramentos, y después tuvieron incluso una conversión más profunda”, explica la hermana Miriam.

Sin embargo, la Miriam niña y adolescente no experimentaba la fe como algo vivo. “Crecí aprendiendo, básicamente, las ‘reglas’ del catolicismo. Veía a Dios como alguien al que hay que obedecer, y si no lo obedeces, te irás al infierno. Lo encontraba opresivo. No amaba a Cristo, en realidad ni siquiera lo encontré”.

Por supuesto, nunca pensó que acabaría de religiosa misionera. “Yo quería ser empresaria o periodista deportiva”, comenta.


La hermana Miriam James
aún recuerda como jugar a voleibol

Deportista en la universidad... lejos de Dios 
De su pequeño pueblo del estado de Washington (al noroeste de EEUU) llegó a la pequeña universidad de Reno-Nevada para estudiar comunicación con una beca como deportista por su buen rendimiento como jugadora de voleibol.

Se le pedía ir simplemente a clase y aprobar más o menos las asignaturas, y entrenar mucho y jugar bien para la selección de la universidad. “Grandes viajes, y estancias en sitios buenos y los ayudantes del entrenador nos gestionaban muchas cosas”, recuerda.

Los entrenadores y ayudantes pedían a las jugadoras que estuviesen listas para los entrenamientos y los partidos y las castigaban si alguna no podía acudir por trasnochar, estar de fiesta o emborracharse. Pero no había ninguna supervisión más que esa. Los otros días Miriam se emborrachaba, iba de fiestas inacabables y, por supuesto, lejos de la supervisión familiar, dejó de ir a misa.

 

Buscando amor en sitios equivocados
Hoy Miriam explica que ella buscaba amor, buscaba sentido y significado a la vida… “y tocaba a cualquier puerta”. Buscaba amor en los sitios equivocados, en relaciones dañinas, y en el alcohol buscaba olvido.

“Yo aún tenía sueños grandes, quería ser alguien. Pero como sabía que era infeliz, evitaba el silencio, la sobriedad… porque sabía que las cosas que me dañaban salían a la superficie en esos momentos”, recuerda.

En los programas de 12 pasos para dejar adicciones se suele decir: “tu dolencia es tan profunda como tus secretos”. “Esa era yo: tenía muchos secretos, que eran tóxicos, en mi interior. Yo ya sabía lo que era bueno y lo que era malo, pero tomaba decisiones que me dañaban y avergonzaban”.
  
Ha reflexionado mucho sobre eso para poder ayudar a otras personas. Señala que buscamos plenitud en cosas que no pueden dárnoslas, llegando a la adicción (en móviles, comida, ir de compras, alcohol, relaciones). “Un día entiendes que esas cosas te dañan, pero no estás dispuesta a dejarlas, y te autoconvences de que si tuvieras más de eso, todo se arreglaría”.

Algo nos hace desear la eternidad en el bien
Hoy entiende que “hay algo en el ser humano que, desde el principio de los tiempos, le hace desear la eternidad”. Cuando experimentamos un momento hermoso, de plenitud, queremos que sea para siempre. 

Pero también experimentamos una tendencia destructiva, engancharnos a cosas que no nos dan vida, pero nos mantienen caminando, aunque sea en círculos dañinos.

Un sacerdote que "era divertido"
Ella empezó a salir de este ciclo cuando conoció a un sacerdote que llamó su atención: “Era divertido, con los pies en la tierra… y caminaba con Dios. Me decía verdades, me animaba a salir de donde estaba, como un padre espiritual”.

Fue un proceso lento. Lo conoció a los 19, y a los 21 ella aún no era capaz ni siquiera de reconocer que era alcohólica y que “estaba muy llena de lujuria, muy rota”.

Pero a esa edad le dijo: “Padre, no sé lo que tiene usted en la vida que es diferente, pero yo lo quiero”.

"Mirarle a él me hacía sentir que era posible vivir para Dios y ser feliz”, explica.

Miriam cree que Benedicto XVI lo expresa bien en su encíclica Spe Salvi: “el que tiene esperanza, vive distinto”. Y este sacerdote tenía esperanza, y así podía darla.

La transformación de Miriam fue lenta, con muchas caídas y recaídas. Pero entendió lo que necesitaba. Entendió que su corazón deseaba tres cosas buenas: amor, comunidad y belleza. Y entendió que las había buscado en modos y lugares incorrectos.

Unos días de silencio: la llamada 
Al acabar la carrera universitaria y ya de vuelta a su casa, este sacerdote la invitó a acompañarla unos días en una misión en Nuevo México. Por supuesto, ella no quería ser misionera en absoluto, pero por confianza hacia él acudió.

“Allí no había televisión, de hecho no había casi nada que pudiera distraerme. Tenía mucho tiempo para estar en silencio. Y en ese silencio entendí que mi deseo último, final, era estar con Dios”.  

 “Y oí que Dios me llamaba. Sentí que en un momento oí con claridad que Dios me llamaba a ser suya. Y dije sí: eso fue hace 18 años”, explica en una entrevista a Coming Home Network, un portal de testimonios de conversos.


Crecimiento y compromiso 
El proceso de conversión y de vocación siguió: requirió crecer en honestidad, en apertura, en sobriedad, aceptar el asesoramiento  y la dirección espiritual y confesarse. "Era aprender cómo ser una persona, aprender cómo amar”. Finalmente, en 1998 entró en la Sociedad de Nuestra Señora de la Santísima Trinidad.

A la gente que evita el silencio, que busca engañarse atiborrándose de experiencias, emociones o adicciones para no dejar hablar a la conciencia y a Dios, les anima a pensar en esos momentos de paz y belleza verdadera y a imaginar cómo debe ser vivir eso eternamente: eso es lo que Dios da.  

“Él quiere que seamos felices, y quiere que seamos felices en Él”, explica.

Fuente : Religión en libertad

jueves, 26 de enero de 2017

Santo Evangelio 26 de Enero 2016


Día litúrgico: Jueves III del tiempo ordinario

Santoral 26 de Enero: Santos Timoteo y Tito, obispos
Texto del Evangelio (Mc 4,21-25): En aquel tiempo, Jesús decía a la gente: «¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho? ¿No es para ponerla sobre el candelero? Pues nada hay oculto si no es para que sea manifestado; nada ha sucedido en secreto, sino para que venga a ser descubierto. Quien tenga oídos para oír, que oiga». 

Les decía también: «Atended a lo que escucháis. Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará».

«¿Acaso se trae la lámpara para ponerla debajo del celemín o debajo del lecho?»
Rev. D. Àngel CALDAS i Bosch 
(Salt, Girona, España)



Hoy, Jesús nos explica el secreto del Reino. Incluso utiliza una cierta ironía para mostrarnos que la “energía” interna que tiene la Palabra de Dios —la propia de Él—, la fuerza expansiva que debe extenderse por todo el mundo, es como una luz, y que esta luz no puede ponerse «debajo del celemín o debajo del lecho» (Mc 4,21).

¿Acaso podemos imaginarnos la estupidez humana que sería colocar la vela encendida debajo de la cama? ¡Cristianos con la luz apagada o con la luz encendida con la prohibición de iluminar! Esto sucede cuando no ponemos al servicio de la fe la plenitud de nuestros conocimientos y de nuestro amor. ¡Cuán antinatural resulta el repliegue egoísta sobre nosotros mismos, reduciendo nuestra vida al marco de nuestros intereses personales! ¡Vivir bajo la cama! Ridícula y trágicamente inmóviles: “ausentes” del espíritu.

El Evangelio —todo lo contrario— es un santo arrebato de Amor apasionado que quiere comunicarse, que necesita “decirse”, que lleva en sí una exigencia de crecimiento personal, de madurez interior, y de servicio a los otros. «Si dices: ¡Basta!, estás muerto», dice san Agustín. Y san Josemaría: «Señor: que tenga peso y medida en todo..., menos en el Amor».

«‘Quien tenga oídos para oír, que oiga’. Les decía también: ‘Atended a lo que escucháis’» (Mc 4,23-24). Pero, ¿qué quiere decir escuchar?; ¿qué hemos de escuchar? Es la gran pregunta que nos hemos de hacer. Es el acto de sinceridad hacia Dios que nos exige saber realmente qué queremos hacer. Y para saberlo hay que escuchar: es necesario estar atento a las insinuaciones de Dios. Hay que introducirse en el diálogo con Él. Y la conversación pone fin a las “matemáticas de la medida”: «Con la medida con que midáis, se os medirá y aun con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mc 4,24-25). Los intereses acumulados de Dios nuestro Señor son imprevisibles y extraordinarios. Ésta es una manera de excitar nuestra generosidad.

Munilla, «decepcionado» con Silencio: es un filme que muestra la «mente atormentada» de Scorsese


El obispo de San Sebastián cree que ofrece una visión «relativista» del martirio

Munilla, «decepcionado» con Silencio: es un filme que muestra la «mente atormentada» de Scorsese

El obispo de San Sebastián ha dado su impresión sobre la última película de Martin Scorsese

Munilla, «decepcionado» con Silencio: es un filme que muestra la «mente atormentada» de Scorsese

La película Silencio de Martin Scorsese ha encontrado reacciones encontradas dentro del ámbito católico, un filme que trata sobre los mártires cristianos de Japón y de los jesuitas que estaban con ellos.

Los que defienden la película afirman que no hay apostasía real, sino sólo fingida y obligada y que en la película todos los cristianos mantienen su fe y siguen amando a Cristo y confiando en Dios pese a los horrores que viven, tal y como lo recogen Pablo Ginés en ReL, Juan Manuel de Prada en Osservatore Romano o en su blog el sacerdote experto en cine Peio Sánchez. El otro argumento que utilizan es que tanto el libro como la película se centran en la parte final de las persecuciones, en las que ya apenas quedaban sacerdotes vivos.

Entre los que se muestran críticos, como Estanislao Martín en Forum Libertas, está el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que considera que Scorsese proyecta en la película su “mentalidad relativista” y no recomienda ver la película a aquel que no sea un experto cinéfilo. En el progama Sexto Continente, el prelado explicó su impresión de la película, tal y como recoge Aciprensa:

El obispo de San Sebastián criticó duramente a Silencio, el filme más del director Martin Scorsese, afirmando que es una proyección “de su mente atormentada” y de una “mentalidad relativista”.

Una vela a Dios y otra al diablo
“Es una proyección de la mente atormentada de Martin Scorsese. Una mente que está interiormente dividida, que no tiene una unidad de vida, y que como tiene montones de incoherencias colocando una vela a Dios y otra al Diablo, termina haciendo una película que proyecta su crisis interior”, aseguró recientemente para su programa radial “Sexto Continente”.

Silencio trata sobre la persecución de misioneros católicos y sobre la crisis de fe de su protagonista en el Japón del siglo XVII. El filme está protagonizado por Andrew Garfield, Adam Driver, Tadanobu Asano, Ciarán Hinds y Liam Neeson, quienes rodaron la película en Taiwán entre enero y mayo del 2015.

El testimonio de fidelidad de los jesuitas
Munilla explicó que la película “le decepcionó” porque no es fiel al martirio que aconteció en aquel tiempo. “Los padres jesuitas, ellos por delante, dieron un testimonio de fidelidad en medio de aquella prueba martirial y, desde luego, la apostasía en ningún momento fue la que allí primó”, afirmó.



“Esta película lo que está planteando es que los que iban al martirio eran los fieles más sencillos que no tenían una formación teológica y cultural. Pero los jesuitas que estaban más formados, terminaban apostatando. Como si con la fe adulta de los jesuitas se les puede permitir hacer esta distinción: ‘apostato por fuera aunque por dentro siga siendo cristiano; pero el pueblo menos formado debe ir al martirio de cabeza’. Eso, históricamente, es totalmente falso. En aquel momento los evangelizadores que predicaron al pueblo fueron los que abrieron el martirio, quienes iban por delante”, detalló.

El martirio "es una gracia"
El obispo también aseguró que la escena en la que el mismo Jesucristo le pide al padre Rodrigues que apostate y pise su imagen “es un absurdo”.

“El martirio es una gracia. Llegado el momento Jesús da esa gracia para que no caigamos en el pecado de la apostasía. Ese don gratuito que supera nuestras fuerzas Dios lo dará en la medida que seamos fieles y humildes”, aclaró.

Una película errática
El prelado reiteró que Silencio es una película “errática” en la que, en el fondo, “lo que se está proyectando es el relativismo de nuestros días”.

“El decir interiormente ‘sí soy cristiano’ pero exteriormente no lo demuestro con mis obras. Es la proyección del relativismo de quien puede plantear una vida sin coherencia interna: pacto con Jesucristo pero pacto con el mundo. Esto es lo que se expresa con la película”, concluyó.

Intervención completa de monseñor Munilla en su programa en Radio María


miércoles, 25 de enero de 2017

Santo Evangelio 25 de Enero 2017


Día litúrgico: 25 de Enero: La Conversión de san Pablo, apóstol

Texto del Evangelio (Mc 16,15-18): En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Éstas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva»
Rev. D. Josep GASSÓ i Lécera 
(Ripollet, Barcelona, España)


Hoy, la Iglesia celebra la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. El breve fragmento del Evangelio según san Marcos recoge una parte del discurso acerca de la misión que confiere el Señor resucitado. Con la exhortación a predicar por todo el mundo va unida la tesis de que la fe y el bautismo son requisitos necesarios para la salvación: «El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará» (Mc 16,16). Además, Cristo garantiza que a los predicadores se les dará la facultad de hacer prodigios o milagros que habrán de apoyar y confirmar su predicación misionera (cf. Mc 16,17-18). La misión es grande —«Id por todo el mundo»—, pero no faltará el acompañamiento del Señor: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,20).

La oración colecta de hoy, propia de la fiesta, nos dice: «Oh Dios, que con la predicación del Apóstol san Pablo llevaste a todos lo pueblos al conocimiento de la verdad, concédenos, al celebrar hoy su conversión, que, siguiendo su ejemplo, caminemos hacia Ti como testigos de tu verdad». Una verdad que Dios nos ha concedido conocer y que tantas y tantas almas desearían poseer: tenemos la responsabilidad de transmitir hasta donde podamos este maravilloso patrimonio.

La Conversión de san Pablo es un gran acontecimiento: él pasa de perseguidor a convertido, es decir, a servidor y defensor de la causa de Cristo. Muchas veces, quizá, también nosotros mismos hacemos de “perseguidores”: como san Pablo, tenemos que convertirnos de “perseguidores” a servidores y defensores de Jesucristo.

Con Santa María, reconozcamos que el Altísimo también se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para participar de la misión sacerdotal y redentora de su Hijo divino: Regina apostolorum, Reina de los apóstoles, ¡ruega por nosotros!; haznos valientes para dar testimonio de nuestra fe cristiana en el mundo que nos toca vivir.