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jueves, 31 de octubre de 2013

Santo Evangelio 31 de Octubre de 2013



Día litúrgico: Jueves XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,31-35): En aquel tiempo, algunos fariseos se acercaron a Jesús y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte». Y Él les dijo: «Id a decir a ese zorro: ‘Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén’.

»¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».


Comentario: Rev. D. Àngel Eugeni PÉREZ i Sánchez (Barcelona, España)
¡Jerusalén, Jerusalén! (...) ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos (...) y no habéis querido!

Hoy podemos admirar la firmeza de Jesús en el cumplimiento de la misión que le ha encomendado el Padre del cielo. Él no se va a detener por nada: «Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana» (Lc 13,32). Con esta actitud, el Señor marcó la pauta de conducta que a lo largo de los siglos seguirían los mensajeros del Evangelio ante las persecuciones: no doblegarse ante el poder temporal. San Agustín dice que, en tiempo de persecuciones, los pastores no deben abandonar a los fieles: ni a los que sufrirán el martirio ni a los que sobrevivirán, como el Buen Pastor, que al ver venir al lobo, no abandona el rebaño, sino que lo defiende. Pero visto el fervor con que todos los pastores de la Iglesia se disponían a derramar su sangre, indica que lo mejor será echar a suertes quiénes de los clérigos se entregarán al martirio y quiénes se pondrán a salvo para luego cuidarse de los supervivientes.

En nuestra época, con desgraciada frecuencia, nos llegan noticias de persecuciones religiosas, violencias tribales o revueltas étnicas en países del Tercer Mundo. Las embajadas occidentales aconsejan a sus conciudadanos que abandonen la región y repatríen su personal. Los únicos que permanecen son los misioneros y las organizaciones de voluntarios, porque les parecería una traición abandonar a los “suyos” en momentos difíciles.

«¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido! Pues bien, se os va a dejar vuestra casa» (Lc 13,34-35). Este lamento del Señor produce en nosotros, los cristianos del siglo XXI, una tristeza especial, debida al sangrante conflicto entre judíos y palestinos. Para nosotros, esa región del Próximo Oriente es la Tierra Santa, la tierra de Jesús y de María. Y el clamor por la paz en todos los países debe ser más intenso y sentido por la paz en Israel y Palestina.

San Quintín, 31 de Octubre


31 de Octubre 

San Quintín. Mártir. Año 287.

Fue Quintín hijo de un senador romano muy apreciado de la gente.

Se hizo amigo del Papa San Marcelino, quién lo bautizó.

El más grande deseo de Quintín era hacer que muchas personas conocieran y amaran a Jesucristo, y poder derramar su sangre por defender la religión.

Cuando el Papa San Cayo organizó una expedición de misioneros para ir a evangelizar a Francia, Quintín fue escogido para formar parte de ese grupo de evangelizadores.

Dirigido por el jefe de la misión, San Luciano, fue enviado Quintín a la ciudad de Amiens, la cual ya había sido evangelizada en otro tiempo por San Fermín, por lo cual hubo un nutrido grupo de cristianos que le ayudaron allí a extender la religión. Quintín y sus compañeros se dedicaron con tan grande entusiasmo a predicar, que muy pronto ya en Amiens hubo una de las iglesias locales más fervorosas del país.

Nuestro santo había recibido de Dios el don de sanación, y así al imponer las manos lograba la curación de ciegos, mudos, paralíticos y demás enfermos. Había recibido también de Nuestro Señor un poder especial para alejar los malos espíritus, y eran muchas las personas que se veían libres de los ataques del diablo al recibir la bendición de San Quintín. Esto atraía más y más fieles a la religión verdadera. Los templos paganos se quedaban vacíos, los sacerdotes de los ídolos ya no tenían oficio, mientras que los templos de los seguidores de Jesucristo se llenaban cada vez más y más.

Los sacerdotes paganos se quejaron ante el gobernador Riciovaro, diciéndole que la religión de los dioses de Roma se iba a quedar sin seguidores si Quintín seguía predicado y haciendo prodigios. Riciovaro, que conocía a la noble familia de nuestro santo, lo llamó y le echó en cara que un hijo de tan famoso senador romano se dedicara a propagar la religión de un crucificado. Quintín le dijo que ese crucificado ya había resucitado y que ahora era el rey y Señor de cielos y tierra, y que por lo tanto para él era un honor mucho más grande ser seguidor de Jesucristo que ser hijo de un senador romano.

El gobernador hizo azotar muy cruelmente a Quintín y encerrarlo en un oscuro calabozo, amarrado con fuertes cadenas. Pero por la noche se le soltaron las cadenas y sin saber cómo, el santo se encontró libre, en la calle. Al día siguiente estaba de nuevo predicando a la gente.

Entonces el gobernador lo mandó poner preso otra vez y después de atormentarlo con terribles torturas, mandó que le cortaran la cabeza, y voló al cielo a recibir el premio que Cristo ha prometido para quienes se declaran a favor de Él en la tierra.



Hay que ser: Pronto para escuchar y lento para responder (S. Biblia Ec. 5,11).

miércoles, 30 de octubre de 2013

Evangelizar en Facebook según el informe Pew: usar fotos, hablar de ti y reenvíar noticias

Es dar testimonio a amigos y parientes, no desconocidos

Evangelizar en Facebook según el informe Pew: usar fotos, hablar de ti y reenvíar noticias
Evangelizar en Facebook según el informe Pew: usar fotos, hablar de ti y reenvíar noticias
Evangelizar en Facebook según el informe Pew: usar fotos, hablar de ti y reenvíar noticias
Facebook no es para hablar de Dios, sino para hablar de ti... pero puedes hablar de lo que Dios hace en ti, y lo que tú haces en Dios


En febrero de 2010, Tote Barrera, promotor de Cursos Alpha en España, escribía un análisis en su blog en ReligionEnLibertad titulado "Facebook y la postmodernidad, hagamos una Iglesia así". Como evangelizador "a tiempo completo", señalaba estas ventajas de Facebook para evangelizar: 

- al contrario que Twitter y otras redes, más centradas en adolescentes, llega a gente de todas las edades

- es una red de gente que cuenta historias de otra gente, a la que muchas veces se conoce en persona

- como cuando Jesucristo pasaba invitando gente, "muchas personas observan el grupo y piden ser agregados"

- te hace sentir (un poco al menos) que perteneces a una comunidad: conectas gente, te tratas con ella, te da la sensación de que sabes lo que hacen las otras personas

Para dar testimonio, no propaganda
Además, Facebook cumple una ventaja sobre otros medios comunicadores: el lector sabe bastante bien quién es el emisor, a qué se dedica, y hasta qué punto "vive" aquello de lo que habla. 

El arzobispo Celli, presidente del Pontificio Consejo para las Comunicaciones, lo explicaba muy bien hace unas semanas a la agencia Aciprensa: “El problema no es repetir o transmitir solamente citas del Evangelio, esto lo podría hacer también una computadora, sino que lo que buscan hoy los hombres, es un testimonio de vida".



Ahora, un nuevo estudio del Pew Research Center a partir de 5.173 entrevistas con usuarios de Facebook da algunas ideas de qué se puede hacer, y qué no, para evangelizar en Facebook.

1. Se puede dar testimonio de lo que vives en tu vida de fe
Peregrinaciones, sacramentos, fiestas patronales, encuentros de oración... si llena tu corazón y lo compartes, tus lectores no se enfadarán ni molestarán, sobre todo si cumples una norma básica: que tus lectores sean amigos, o al menos conocidos, e incluso parientes, aunque los veas poco, gente que has tratado cordialmente fuera de Internet alguna vez. 

El estudio muestra que un 68% de usuarios de Facebook dice que lo usa porque quiere ver lo que hacen sus familiares y amigos. 

Un 62% dice que lo que quieren, sobre todo, es ver fotos de sus conocidos. 

Por eso, Facebook es para hablar de ti y no de Dios. Tus conocidos esperan que hables de tu vida, no de Dios. A menos que Dios esté integrado en tu vida. Porque entonces sí puedes hablar de lo que Dios hace en tu vida.

Así, las fotos de tus celebraciones religiosas, los comentarios acerca de tus actividades de fe, tu actividad en Cáritas, en el ropero de la parroquia, tus alumnos de catequesis, el bautizo de tus hijos, etc... son vistas con interés y normalidad por tus lectores. 

De hecho, lo que menos molesta a los usuarios de Facebook son las fotos de niños y mascotas: sólo un 7% declaran que les fastidian. Por eso, fotos de niños conocidos (hijos, primos, sobrinos) en actividades cristianas pueden ser la mejor evangelización visual posible. 



(Hay que tener en cuenta, eso sí, que cualquier foto en Facebook puede ser copiada y reutilizada, y puede que nos encontremos luego las fotos de nuestros hijos reutilizadas en sitios groseros, blasfemos, anticristianos, etc...)

2. También puedes reenviar y redifundir noticias cristianas o edificantes 
La gente no va a Facebook a buscar noticias, pero no le importa encontrárselas. Sólo a un 10% de personas les molesta encontrar que sus parientes o conocidos publican noticias (probablemente -aunque esto no lo dice el estudio- coincide con ese 10% de personas que les molesta casi todo, popularmente llamado "personas gruñonas") y sólo a un 16% les molestan las noticias de actualidad. 

De hecho, la mitad de los usuarios dice que le gusta encontrar noticias mezcladas con piezas más personales. Y casi 4 de cada 10 dicen que Facebook es para ellos una forma importante de seguir las noticias (aunque no la principal). 

Como dice uno de los entrevistados: "para mí Facebook es sobre todo entretenimiento, no noticias, pero si veo una historia que me interesa, la leeré".

Precisamente, reenviar noticias es especialmente útil para llegar a la población menos cristiana: los adultos jóvenes, de 18 a 29 años. Ellos, los que menos se pasan por las iglesias, son los que más usan Facebook para informarse y leer noticias. 



Un poco de sentido común
Las claves para que las noticias y testimonios personales fluyan con naturalidad son de sentido común, y se resumen en un concepto: naturalidad. Así, es bueno:

1) que las noticias (y posts en general) no sean muchos, que no agobien. A un 37% de usuarios -dice el nuevo estudio Pew- les agobia que alguien publique dos o más veces al día. Es mejor dosificar los temas. 

2) que no traten de política. Si en general hablar de política distrae de la evangelización de personas alejadas de la fe, el estudio muestra que a un 35% de usuarios le molesta que sus amigos y conocidos publiquen de temas políticos.

3) que no sólo publiquemos de religión: en la vida real, la gente tiene otras actividades, aficiones, intereses... Hasta el cartujo más devoto, si tuviese Facebook, publicaría una foto de las rosas (o calabazas) de su pequeño jardín, o de la golondrina que ha vuelto con el verano. Quien publica en Facebook sólo temas de religión es ineficaz para evangelizar personas alejadas de la fe.

4) que los temas tratados no sean "demasiado" personales; un 52% de usuarios ve mal que sus conocidos compartan información muy personal, un 47% ve mal que compartan quejas sobre su vida, problemas, etc... 

Cuando somos "demasiado personales"
Y ¿qué temas son demasiado personales? Puede depender del país, la edad y circunstancias.

En España, publicar fotos de tu Camino de Santiago, Confirmación, bautizo de los hijos, ir con trajes regionales a las fiestas de la Virgen local, etc... no se considera demasiado personal. Ni el pariente más ateo se molestará por ellas, aunque su primo le añada frases piadosas, de devoción, sobre todo si son auténticamente sentidas, no propagandísticas. 

A quien le emocione una experiencia religiosa, y lo escriba en Facebook, verá que la gente lo aprecia en su sinceridad. 

Por otra parte, nadie quiere leer en Facebook de qué te confiesas, tus pecados actuales o pasados, tus experiencias místicas (si las tienes), tus decepciones espirituales fuertes o tristes, etc... Sin duda hay personas de fiar a las que puedes escribir sobre esos temas por mail, o tratar en persona, pero no en Facebook. 

Brevedad, fotos, amistad
Además, un post de Facebook debe ser corto; no tiene sentido copiar y pegar una noticia, sino que lo razonable es poner un link o enlace a la noticia. 

Y si hay foto, mejor aún: la gente repasa y reenvía más las fotos que los textos. 

Por último, hay que recordar la clave evangelizadora de Facebook: tus amigos y agregados no son desconocidos, no debes llenar tu Facebook de desconocidos a los que enviar mensajes, por muy edificantes que sean. La clave de Facebook es que allí tienes a personas con las que te has tratado en persona alguna vez, con al menos cierta cordialidad. 

Cordialidad y no cortar relaciones
Eso hace que los que leen nuestro muro en Facebook quizá quieran comentar, llevarnos la contraria, disentir de la noticia que hemos publicado. 

Mantener la relación cordial es clave para seguir evangelizando a esa persona: quizá la noticia que publicaste le molestó, pero si no cortas relaciones y mantienes la cordialidad, en el futuro una foto de una peregrinación o un vídeo de un momento hermoso en tu familia, o un comentario sobre lo que has visto en Cáritas, puede que le acerque a la fe.

Se cumple así lo que decía el arzobispo Celli: "lo que buscan hoy los hombres, es un testimonio de vida". Aunque se transmita por Facebook.

Santo Evangelio 30 de Octubre de 2013



Día litúrgico: Miércoles XXX del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,22-30): En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».


Comentario: Rev. D. Lluís RAVENTÓS i Artés (Tarragona, España)
Luchad por entrar por la puerta estrecha

Hoy, camino de Jerusalén, Jesús se detiene un momento y alguien lo aprovecha para preguntarle: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» (Lc 13,23). Quizás, al escuchar a Jesús, aquel hombre se inquietó. Por supuesto, lo que Jesús enseña es maravilloso y atractivo, pero las exigencias que comporta ya no son tan de su agrado. Pero, ¿y si viviera el Evangelio a su aire, con una “moral a la carta”?, ¿qué probabilidades tendría de salvarse?

Así pues, pregunta: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús no acepta este planteamiento. La salvación es una cuestión demasiado seria como para resolverla mediante un cálculo de probabilidades. Dios «no quiere que alguno se pierda, sino que todos se conviertan» (2Pe 3,9).

Jesús responde: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’» (Lc 13,24-25). ¿Cómo pueden ser ovejas de su rebaño si no siguen al Buen Pastor ni aceptan el Magisterio de la Iglesia? «¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!. Allí será el llanto y el rechinar de dientes» (Lc 13,27-28). 

Ni Jesús ni la Iglesia temen que la imagen de Dios Padre quede empañada al revelar el misterio del infierno. Como afirma el Catecismo de la Iglesia, «las afirmaciones de la Sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión» (n. 1036).

Dejemos de “pasarnos de listos” y de hacer cálculos. Afanémonos para entrar por la puerta estrecha, volviendo a empezar tantas veces como sea necesario, confiados en su misericordia. «Todo eso, que te preocupa de momento —dice san Josemaría—, importa más o menos. —Lo que importa absolutamente es que seas feliz, que te salves».

San Alonso Rodriguez, 30 de Octubre


30 de octubre


SAN ALONSO RODRIGUEZ
(+ 1617)


Desaparecida su partida de bautismo, discuten los modernos biógrafos del Santo la fecha de su nacimiento, pareciendo casi seguro que éste tuvo lugar en Segovia el año 1533. Fue hijo de Diego Rodríguez y de María Gómez, dedicados al comercio de paños, y fue el segundo de los once hijos, siete varones y cuatro hembras, nacidos de este matrimonio. Cuando Alonso tenía doce años llegaron a Segovia dos de los primeros jesuitas, que se hospedaron en casa de Diego Rodríguez y, después de practicar su apostolado en la ciudad, se retiraron a una casa de campo. Durante todo el tiempo que estuvieron en Segovia tuvo el niño Alonso verdadera intimidad y trato con ellos, y los padres le enseñaron la doctrina cristiana, a rezar el rosario, a ayudar a misa y a confesarse.

Uno de estos padres era nada menos que el padre Fabro, y, aunque San Alonso olvidó sus nombres, recordó toda su vida y evocaba en su ancianidad estas enseñanzas recibidas en la niñez. Su padre envió a Alonso y a su hermano mayor a estudiar a Alcalá en el colegio de jesuitas allí fundado por el padre Francisco Villanueva, amigo de la familia, y a quien fueron encomendados los dos hermanos. No estuvo allí Alonso mas que un año, pues, fallecido su padre, la madre decidió que el primogénito continuase los estudios y Alonso regresase a Segovia para ponerse al frente del negocio paterno. Parece que el Santo no reunía grandes condiciones para el comercio, y el negocio iba cada día peor. Por consejo de su madre se casó con una joven montañosa llamada María Juárez, que poseía algunos bienes de fortuna. De este matrimonio nacieron dos hijos, pero la desgracia perseguía a Alonso, que perdió primeramente a uno de los hijos y a su mujer. Ya viudo, se murieron el otro hijo y la madre del Santo, que así quedó solo.

Se produce entonces en su alma una profunda crisis, decidiendo entregarse a una nueva vida, que inicia con una confesión general hecha con el padre Juan Bautista Martínez, predicador de la Compañía. Después pasó tres años de rigurosa penitencia con disciplinas cotidianas, cilicio, ayunos, cuatro horas y media diarias de oración y comunión cada ocho días. En una de sus memorias escrita en 1604 (Obras, t. l pp. 15-17) nos explica el Santo cómo en esta época fue ascendiendo de la oración vocal a la oración extraordinaria y sobrenatural, iniciándose ya las visitas de Jesucristo y la Virgen, tan constantes durante el resto de su vida. Después de seis años de esta vida hace en 1569 cesión a sus hermanas de sus bienes y se va a Valencia en busca de su confesor, el padre Luis Santander, rector del colegio de la Compañía en esta ciudad, y con el propósito de ingresar en la misma. Para esto se presentaron dificultades casi insuperables: su edad, su falta de estudios, su poca salud.

El padre Santander lo colocó primero en casa de un comerciante, después de ayo de un hijo de la marquesa de Terranova. Vistas las dificultades para ingresar en la Compañía, y obedeciendo a la sugestión de un conocido en quien el Santo creía ver después una influencia diabólica, formó el propóstio de dedicarse a la vida eremítica. Se produce entonces una crisis decisiva para su futura vida espiritual, pues, cuando dió cuenta al padre Santander de su proyecto, éste le dijo: "Me temo, hijo, que os perdéis, porque veo que queréis hacer vuestra voluntad". Ante estas palabras la conmoción de Alonso fue extraordinaria, haciendo allí mismo firme propósito de no realizar nunca su voluntad en los restantes dias de su vida. Esto explica una de las notas características de la espiritualidad del Santo: la obediencia ciega y absoluta.

Finalmente, todas las dificultades para el ingreso de Alonso en la Compañía fueron vencidas por la decisión del padre Antonio Cordeses, uno de los grandes espirituales jesuítas y provincial a la sazón, que dijo que "quería recibir a Alonso Rodríguez en la Compañía para que fuese en ella un santo y con sus oraciones y penitencias ayudase y sirviese a todos". Fue admitido en 31 de enero de 1571. En este mismo año, el 10 de agosto, llegaron a Palma, enviados desde Valencia para ingresar en el colegio de Monte Sión, dos padres y un hermano. Era éste el hermano Alonso Rodríguez, que desde este momento residió en Monte Sión, desarrollándose allí todos los acontecimientos de su vida religiosa. En 5 de abril pronunció sus votos del bienio o votos simples. Doce años más tarde, en 1585. también en 5 de abril, hizo sus últimos votos de coad jutor.

En este lapso de tiempo entre los dos votos hay que situar el periodo más duro y doloroso de su vida espiritual: los siete años llenos de sufrimiento y de terribles tentaciones, que el Santo nos relata en sus escritos. A partir de 1572 se hizo cargo del puesto de portero, que desempeñó sin interrupción durante más de treinta años, hasta mediados de 1603. Según nos relata el padre Colín, habiendo pasado ya de los setenta y dos años, "consumida su salud con la lucha perpetua de su carne y espiritu, y quebrantadas las fuerzas..., advirtiendo los superiores que no tenia sujeto para tanto trabajo ni pies para tantos pasos, habiéndole eximido primero de subir escaleras y otras cargas pesadas del oficio, se lo hubieron finalmente de quitar todo y encomendaron otros más llevaderos... Y esto hasta el año 1610, que los siete restantes ni para esto estuvo".

Un conjunto de enfermedades le obligó en el año 1617 a guardar cama, no levantándose ya más, falleciendo en medio de acerbos sufrimientos en 31 de octubre de 1617 con el nombre de su amado Jesus en los labios.

En la manuscrita Historia de Monte Síón se nos cuenta cómo desde 1635 se inició con limosnas la construcción de una capilla de traza y arquitectura "curiosa y magnífica" para, además de a otros servicios religiosos, destinarla a guardar en ella el cuerpo del venerable hermano Alonso Rodríguez. Esto no se realizó sino mucho después. Hasta 1760 no declaró Clemente XIII heroicas sus virtudes. La causa de beatificación del hermano Alonso fue interrumpida en razón de las vicisitudes sufridas en esta época por la Compañía con las persecuciones, que culminaron en la supresión, llevada a cabo por el papa Clemente XIV. El proceso se activó cuando en 1816 Pío VII restableció la Compañía y los padres volvieron al colegio de Palma en 1823. El 25 de mayo de 1825 León Xll le proclamaba Beato y, finalmente, León XIII, en 15 de enero de 1888, canonizó al Beato Alonso Rodríguez al mismo tiempo que a su amado discípulo San Pedro Claver, el apóstol de los negros esclavos.

El conjunto de los opúsculos de San Alonso no obedece a un plan sistemático: pero pueden clasificarse en tres grupos, conforme a los fines para que fueron escritos: a) consejos espirituales, que el Santo daba por escrito, unas veces espontáneamente, otras atendiendo peticiones, y estos papeles fueron tan solicitados que los superiores llegaron a prohibir su salida del convento sin su autorización; b) notas en las que el Santo recogía sus inspiraciones para tenerlas presentes y conseguir su progreso espiritual, denominándolas Avisos para mucho medrar; c) la cuenta de conciencia, que, obedeciendo a sus superiores, debía dar periódicamente por escrito, de las gracias recibidas de Dios, de su espíritu, de sus sentimientos. Así se formó su Memorial o Autobiografía, que, empezada en mayo de 1604, llega hasta junio de 1616. El conjunto de los escritos reproducidos en la edición del padre Nonell está constituido por trece cartapacios en cuarto y cinco en octavo. Los elementos antes indicados están agrupados formando algunos trataditos. Por ejemplo: Tratadito de la oración, Tratado de la humildad..., Amor a Dios..., Contemplación y devoción a la Virgen, Avisos para imitar a Cristo, etc. Si a esto añadimos las cartas, tenemos el panorama de la producción literaria del Santo. La manera de escribir, que hemos indicado, dió ocasión a numerosas repeticiones de conceptos e ideas, como puede comprobarse en la copiosa edición del padre Nonell. Para remediar este inconveniente elaboró el padre Borrós su Tesoro ascético, donde en solas 183 páginas recoge lo fundamental de la producción del Santo. Finalmente, su doctrina ha sido plenamente sistematizada en la obra del padre Tarragó.

San Alonso, que escribió por estricta obediencia sus confesiones más íntimas, nunca habla de sí, refiriéndose siempre a una cierta persona, cuyas vicisitudes espirituales se relatan. Dentro de la Compañía la obra de San Alonso puede ser considerada como el símbolo y modelo de la espiritualidad de los hermanos coadjutores, que, alcanzando la santidad con sus trabajos humildes y obscuros, representan una especial faceta del apostolado y espiritualidad del organismo a que pertenecen.

Aunque ningún aspecto de las etapas y manifestaciones de la vida espiritual dejan de tener su representación en el conjunto doctrinal de los escritos del Santo, creo que tres notas principales se destacan como las más caracteristicas y personales de esta espiritualidad: el ejercicio permanente para lograr la constante y auténtica familiaridad con Dios, la ciega obediencia y profunda abnegación de sí mismo, el amor y deseo de la tribulación, que el Santo consideraba el mayor bien que se puede recibir de Dios. Desde aquella promesa que hizo al confesarse en Valencia con el padre Santander, el Santo consideró la ciega obediencia como el primer deber. Él mismo, hablando de sí dice: "Lo que le pasa a esta persona con Dios sobre esta materia de la obediencia es que era tan cuidadosa en obedecer a ciegas que un padre le dijo que obedecía a lo asno". Se cuentan de él sucedidos que recuerdan por su ingenua simplicidad los relatos referentes a los humildes compañeros de San Francisco de Asís. En una ocasión, hallándose enfermo, el enfermero le lleva la comida, ordenándole de parte del superior que coma todo el plato. Cuando regresa el enfermero le encuentra deshaciendo el plato y comiéndoselo pulverizado.

Los beneficios de la tribulación los expuso San Alonso en un encantador escrito titulado Juegos de Dios y el alma. Un breve texto nos explica las ganancias del alma beneficiándose con la tribulación. "Y el juego es de esta manera: que juega Dios con el alma, su regalada y querida, y el alma con su Dios, al cual ama con amor verdedero, y juega con Él a la ganapierde. Y es que, perdiendo en esta vida, según el uso del mundo, gana ella; y es que permitiendo Dios que sea maltratada, perdiendo, gana, callando y sufriendo el mal tratamiento, no se vengando, como se venga el mundo."

"Pasa adelante el juego, y es que el alma va siempre perdiendo de su derecho, según su carne y el mundo le enseña; y así, perdiendo, gana, porque, si ganase según el mundo y la carne le enseña, quedaría perdida. ¡Oh juego enseñado por Dios al alma, cuan digno sois de ser ejercitado!"

El Santo escribe en el sabroso castellano popular y corriente de la época y sin pretensiones literarias. A veces logra páginas de verdadera belleza, cuando expone doctrinas por las que siente apasionado entusiasmo: tal ocurre al explicar los frutos que se obtienen con el Ejercicio de la presencia de Dios: "Pues así como todas las plantas y criaturas de la tierra, con la comunicación y presencía del sol reciben de él gran virtud y las causa que crezcan y den fruto, así las almas que andan siempre en la presencia de Dios reciben de este Señor gran virtud y es causa que crezcan y den gran fruto de virtudes y buenas obras, enseñándolas grandes cosas de perfección. Y si las flores, y rosas, y los árboles reciben de parte del sol con su presencia y comunicación tanta hermosura y lindeza, y si él les faltase pondrían luto, como si fuesen sensibles. Como se ve en algunos géneros de rosas o flores, que cuando el sol quiere salir dan muestra de alegría descubriendo su hermosura y belleza con la venida y presencia del sol, que parece que le salen a recibir alegres; y cuando el sol se va de su presencia parece que ponen luto, porque luego cubren su hermosura, que parece a nuestra tristeza, por su ausencia, hasta que vuelva y le salgan a recibir con su acostumbrada hermosura y alegría; así, ni más ni menos, el alma que no reside y anda delante de su Dios, ¿cómo vivirá con tanta tristeza? ¿Quién alegrará su corazón? ¿Quién dará luz a su entendimiento? ¿Quién la encenderá en el amor divino?" (Obras, III p. 493).

Pero la verdadera influencia espiritual no la ejerció San Alonso Rodríguez con sus obras, que permanecieron inéditas hasta el siglo XIX. El humilde y santo portero de Monte Sión fue durante su vida un foco radiante de espiritualidad. Dentro del convento los superiores, so pretexto de poner a prueba su obediencia, le obligaban a pronunciar pláticas en el refectorio y a contestar a consultas sobre temas arduos de doctrina, que eran siempre esclarecidos por la luminosa experiencia de su vida espiritual. Mediante su correspondencia con personalidades de Palma y de España entera ejerció un verdadero magisterio: pero aún sería mas importante la lista de cuantos recibieron directamente su enseñanza, desde los padres superiores del colegio hasta los novicios que por él pasaban.

Representativa de esta influencia del humilde portero es la gran figura de San Pedro Claver. Cuando Ilegó como novicio tuvo San Alonso la revelación de que aquel joven había de ser santo por los merecimientos de su apostolado en las Indias. Es uno de los episodios más conmovedores de la historia de la espiritualidad española esta profunda y tierna intimidad entre los dos santos. Cuando el joven Pedro Claver partió de Monte Sión consiguió licencia para poder llevarse el cuadernito de avisos espirituales que le había dado el hermano portero Alonso. Estas hojas, que hoy se conservan piadosamente en el Archivo de Loyola, acompañaron al Santo en todas las tremendas vicisitudes de su vida. Su última gran alegría fue recibir en Cartagena de Indias, poco antes de su muerte, la Vida de San Alonso Rodríquez, publicada por el padre Colín. Paralítico y clavado en un sillón escuchaba la lectura de este libro, que evocaría en su mente recuerdos de su juventud en el colegio de Monte Sión, haciéndole sentir la nostalgia de aquellas tierras y de aquellos mares impregnados del recuerdo de Raimundo Lulio, que marcó a la cristiandad aquella ruta de apostolado heroico en cuya práctica consumió su vida abnegada el santo apóstol de los negros esclavos.

Finalmente San Alonso Rodríguez es uno de los grandes santos de ia Compañía de Jesús. Hombre de pocas letras, aunque muy dado a piadosas lecturas, su doctrina no es producto de una cultura libresca, sino el resultado de una experiencia espiritual, que logró elevarse a las más altas cimas de la vida mística. Como hemos visto, por circunstancias que parecen providenciales, toda su formación estuvo vinculada desde la niñez a la Compañía de Jesús, viniendo a ser este humilde hermano portero una de las pruebas vivientes de que se equivocan los que sostienen que la espiritualidad jesuítica es casi exclusivamente ascética.

PEDRO SAINZ RODRIGUEZ

martes, 29 de octubre de 2013

Muere con 84 años el padre Ignacio Larrañaga, fundador de los Talleres de Vida y Oración


Un método evangelizador con presencia en 40 países

Muere con 84 años el padre Ignacio Larrañaga, fundador de los Talleres de Vida y Oración

Muere con 84 años el padre Ignacio Larrañaga, fundador de los Talleres de Vida y Oración
La semilla plantada por el padre Ignacio Larrañaga (a la derecha) dará mucho fruto y seguirá creciendo muchos años

Muere con 84 años el padre Ignacio Larrañaga, fundador de los Talleres de Vida y Oración


 Larrañaga: «Una sociedad sin Dios se acaba convirtiendo en una sociedad contra el hombre»


Los capuchinos de Chile han informado que el padre franciscano Ignacio Larrañaga, nacido en Loyola, España, y fundador de los Talleres de Oración y Vida (www.tovpil.org) falleció en la mañana del lunes 28 de octubre en México, con 84 años, después de una vida fecunda en frutos evangelizadores. 

Los capuchinos de Chile han proclamado a través de su cuenta de Facebook que "esta mañana ha partido a la casa del Padre nuestro hermano Ignacio Larrañaga, conocido por sus libros espirituales y la fundación de los Talleres de Oración y Vida".

Ha muerto en pleno trabajo evangelizador. El sacerdote, explican, "se encontraba en México, dando retiros y conferencias, cuando en la madrugada de hoy fue encontrado ya sin vida".


De Loyola a Chile y al mundo
Ignacio Larrañaga nació en Loyola el 4 de mayo de 1928, fue ordenado sacerdote en Pamplona y desarrolló durante unos años su ministerio sacerdotal en España. 

Enviado después a Chile, desde muy joven desarrolló una obra pastoral inmensa, como predicador, escritor y organizador de conferencias, cursos, retiros.

En el año 1965 fundó, el Centro de Estudios Franciscanos y Pastorales para América Latina (CEFEPAL), desarrollando a lo largo de una década una intensa actividad animadora en la línea franciscana y en la renovación conciliar en diversos países de América Latina y España.

"Encuentro de experiencias": miles de personas
En 1974 en Brasil, inició un método de evangelización llamado "Encuentro de Experiencia de Dios", de seis días de duración que llevó a cabo durante 23 años, en los que participaron decenas de miles de personas, delegando después esa tarea evangelizadora a matrimonios de distintos países, que hoy día prosigue.



Desde el año 1984 inició la obra, considerada más importante de su vida: los Talleres de Oración y Vida (TOV), a cuya fundación y consolidación dedicó aproximadamente diez años, escribiendo para su eficaz funcionamiento, dos libros fundamentales: el ‘Manual del Guía TOV’ y ‘Estilo y Vida de los Guías’ y grabando siete casetes con la misma finalidad.

Libros de autoayuda cristiana y sanadora
El Padre Larrañaga es asimismo autor de 16 libros que han alcanzado numerosas ediciones y han sido traducidos a 10 idiomas. 

En España tuvo un éxito especial su libro "El arte de ser feliz", un libro de autoayuda cristiana que pone el Evangelio y a Cristo como fuente de paz y transformación interior. 



Otros de sus libros de espiritualidad son "Muéstrame tu rostro", "El hermano de Asís", "El pobre de Nazaret", "Salmos para la vida", "El silencio de María", "Del sufrimiento a la paz" y "El matrimonio feliz".

Un ejemplo de la fecundidad y adaptabilidad de los Talleres de Vida y Oración se puede encontrar, por ejemplo, en el testimonio recientísimo del padre Juan Luis Rascón Ors, un párroco de Madrid que explica en su blog en ReL cómo está usando la variante para niños de los Talleres para suscitar en los pequeños la experiencia de Dios, antes de pasar a la catequesis, ya que ésta es más adecuada para los que ya han tenido esa experiencia.

Evangelizar "con el amor, no el temor"
El padre Larrañaga fundó los Talleres de Oración y Vida en 1984, como una forma de nueva evangelización "vibrante y positiva, basada en el amor, no en el temor". 

Tienen presencia en unos 40 países y cuentan con 18.000 responsables de taller (llamados "Guías") que "enseñan a la gente a orar, de una manera experimental y progresiva, introducióndolos en la oración litúrgica y en la vida sacramental". 

El método recibió una primera aprobación del Pontificio Consejo de Laicos en 1997, como Asociación Internacional Privada, de Derecho Pontificio, confirmada después en 2002. 

Las claves de los talleres
Entre sus puntos clave están: 

1. Su basen en la Biblia, con textos para leer cada día 
2. Ponen a Cristo como centro: con la pregunta en el corazón: "¿Qué haría Jesús en mi lugar?"
3. Fomentan las vocaciones apostólicas 
4. Son un servicio eminentemente laical 
5. Son prácticos, experienciales: "el Taller no es una doctrina; tampoco una teoría o teología; orando se aprende a orar".
6. La actividad orante se da paso a paso y adaptada a la persona: la oración es gracia, pero también arte
7. Son "liberadores y sanadores": el participante llega paulatinamente a "liberarse de tristezas y angustias, sanarse de las heridas, superar complejos, recuperando el sentido de la vida y la alegría de vivir".
8. Suscitan el compromiso con los pobres y promueven los valores del evangelio.

Santo Evangelio 29 de Octubre de 2013



Día litúrgico: Martes XXX del tiempo Ordinario

Texto del Evangelio (Lc 13,18-21): En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».


Comentario: Rev. D. Lucas Francisco MATEO Seco (Pamplona, Navarra, España)
¿A qué es semejante el Reino de Dios?

Hoy, los textos de la liturgia, mediante dos parábolas, ponen ante nuestros ojos una de las características propias del Reino de Dios: es algo que crece lentamente —como un grano de mostaza— pero que llega a hacerse grande hasta el punto de ofrecer cobijo a las aves del cielo. Así lo manifestaba Tertuliano: «¡Somos de ayer y lo llenamos todo!». Con esta parábola, Nuestro Señor exhorta a la paciencia, a la fortaleza y a la esperanza. Estas virtudes son particularmente necesarias a quienes se dedican a la propagación del Reino de Dios. Es necesario saber esperar a que la semilla sembrada, con la gracia de Dios y con la cooperación humana, vaya creciendo, ahondando sus raíces en la buena tierra y elevándose poco a poco hasta convertirse en árbol. Hace falta, en primer lugar, tener fe en la virtualidad —fecundidad— contenida en la semilla del Reino de Dios. Esa semilla es la Palabra; es también la Eucaristía, que se siembra en nosotros mediante la comunión. Nuestro Señor Jesucristo se comparó a sí mismo con el «grano de trigo [que cuando] cae en tierra y muere (...) da mucho fruto» (Jn 12,24).

El Reino de Dios, prosigue Nuestro Señor, es semejante «a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo» (Lc 13,21). También aquí se habla de la capacidad que tiene la levadura de hacer fermentar toda la masa. Así sucede con “el resto de Israel” de que se habla en el Antiguo Testamento: el “resto” habrá de salvar y fermentar a todo el pueblo. Siguiendo con la parábola, sólo es necesario que el fermento esté dentro de la masa, que llegue al pueblo, que sea como la sal capaz de preservar de la corrupción y de dar buen sabor a todo el alimento (cf. Mt 5,13). También es necesario dar tiempo para que la levadura realice su labor.

Parábolas que animan a la paciencia y la segura esperanza; parábolas que se refieren al Reino de Dios y a la Iglesia, y que se aplican también al crecimiento de este mismo Reino en cada uno de nosotros.

San Cayetano.-29 de Octubre



San Cayetano (Gaetano) Errico, Presbítero y fundador

Octubre 29


Presbítero y Fundador de la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones

Martirologio Romano: En Secondigliano, cerca de Nápoles, en la Campania, san Cayetano Errico, presbítero, que fomentó los retiros espirituales y la devoción a la Eucaristía, para ganar almas para Cristo, fundando también la Congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María.

Nació en Secondigliano (Nápoles), el 19 octubre de 1791. Era impedido por la ley de su tiempo, de ingresar a un Instituto Religioso, pero se adhirió al Clero de Nápoles, frecuentando así el Seminario Arquidiocesano de Esterno, siendo ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1815.

Se dedicó mucho al trabajo sobre la promoción social con los más pobres y abandonas, luego, más adelante, sin dejar de lado esta labor, se dedicó con gran fervor a la evangelización y con bastante particularidad al ejercicio del Sacramento de la Reconciliación.

Su acción apostólica fue muchas veces obstaculizada y combatida, dado que luchaba por abolir los residuos que quedaban del jansenismo y marginar toda acción anti-cristiana de las sectas. Fue fuertemente apaleado, fue atentado y amenazado de estar preso y de muerte.

En 1833 funda una Congregación misionera, dedicada a la "consagración de las acciones, estudios, experiencias y la vida toda, para así poder hacer conocer a todos los pueblos el ardiente amor del Sagrado Corazón hacia ellos y encender en sus corazones el fuego del divino amor".

Esta Congregación es aprobada definitivamente por el Papa Pío IX en 1846. Fue el gran Apóstol de la devoción al Santísimo Corazón de Jesús y de María al sur de Italia, propagando tal devoción ante mediante la "Pía Unión de los Santísimos Corazones" y el "Culto Perpetuo al Santísimo Corazón" instituidos por él. Constantemente se dedicaba a la oración, pasando frecuentemente la noche en adoración al Santísimo Sacramento. 

Dotado de dones sobrenaturales (bilocación, éxtasis y escrutinio del corazón) fue aclamado y amado por el pueblo, consultado y estimado por Cardenales y Pontífices. El Cardenal Riario Sforza, Arzobispo de Nápoles, al enterarse de su muerte, el 29 de octubre de 1860, exclamó: "Se ha partido la columna más fuerte de mi diócesis". El 4 de octubre de 1974 se le fueron reconocidas su Virtudes en Grado Heroico, por el Papa Pablo VI. 

Su hijos espirituales trabajan anunciando el Evangelio en Italia, América del Sur, América del Norte y en la India. 

El Padre Gaetano Errico fue beatificado el 14 de abril de 2002 por S.S. Juan Pablo II, y canonizado el 12 de octubre de 2008 por S.S. Benedicto XVI.

lunes, 28 de octubre de 2013

Iba a ser Julieta en el papel de su vida, pero debía mostrarse semidesnuda ante Romeo: renunció

Iba a ser Julieta en el papel de su vida, pero debía mostrarse semidesnuda ante Romeo: renunció

Para Maria Luce, de 18 años, el «pudor» es importante


Iba a ser Julieta en el papel de su vida, pero debía mostrarse semidesnuda ante Romeo: renunció
María Luce Gamboni.



El pasado 2 de octubre se estrenó en la Arena de Verona el musical Romeo & Julieta: ama y cambia el mundo, que llegó al Gran Teatro de Roma el día 17. Es una producción de la RAI, la cadena pública italiana de televisión, y está considerado el musical del año, destinado además a su emisión en directo y en prime time.

Con música de Giuliano Peparini y bajo la dirección de Gérard Presgurvic, la obra lleva seis millones de discos vendidos en el mundo y ha sido vista ya por dos millones de espectadores en una gira por veinte países. Se trata de una superproducción de David Zard que suma 45 artistas (30 de ellos bailarines), 35 técnicos, 22 personas de producción, un equipo internacional de intérpretes y más de 250 trajes.

Una Julieta de primer nivel
Un auténtico caramelo, pues, para cualquier mujer destinada a ser la protagonista del espectáculo, inspirado en la célebre tragedia de William Shakespeare. Y la elegida había sido Maria Luce Gamboni, una bellísima joven de 18 años que tiene además una voz prodigiosa.

Estudia el último año en el Liceo Clasico Mamiani de Pesaro (Italia), y séptimo curso de piano en el Conservatorio Rossini. En 2004 participó en el Zecchino de Oro, un certamen internacional de canciones para niños, y en 2008, con 13 años, participó en el programa de la RAI Ti lascio una canzione [Te dejo una canción].

Cuando le comunicaron que había pasado la prueba para ser Julieta, supo que era la oportunidad de su vida. Firmó el contrato y se trasladó a Roma, aun sabiendo que perdería un año de conservatorio. Pero...

La escena de la discordia
Ya cuando estaba metida en harina preparando el espectáculo, un día el director le dijo que en el segundo acto, en la escena de la noche de bodas, debía mostrarse semidesnuda, con un camisón transparente, antes de entregarse a Romeo. Su contrato no decía nada de eso, y Maria Luce, con personalidad, lo hizo notar. El director dejó pasar la queja, quizá esperando que el paso del tiempo mermaría su voluntad, y durante dos meses la joven continuó los ensayos de diez horas al día.

Pero una semana antes del estreno, la cuestión se planteó como una exigencia: o Maria Luce hacía la escena tal como estaba prevista, o no haría el espectáculo. Y Maria Luce dijo que no. Anuló la reserva que había hecho en un hotel de Verona, y se volvió a casa, con su familia.

Por pudor
Y escribió una carta a sus sorprendidos compañeros de clase, para responder en una única a sus continuas demandas de explicaciones: "Me sentí como un objeto en manos de quien quería utilizarme a mí y a mi feminidad para su propio éxito. He fracasado en el sentido de que no obtuve aquello que quería, pero he triunfado ante mí misma porque he preferido mi pudor antes que el dinero o que mis mismos sueños", recoge L´Avvenire. Y anima a todos "a no ceder nunca en los compromisos con la vida, a saber renunciar si se comprende que una cosa no es buena para uno mismo, aunque eso signifique perder la oportunidad".

La responsable de promoción del musical, Giulia Riccardi, explicó a los medios que lamentaban la pérdida de la joven: "Tiene una bellísima voz y una personalidad que deslumbra, pero hemos comprendido su decisión. Ha abandonado una producción que habría podido llevarla a una exposición importante y quizá ha demostrado más valor así del que hacía falta para subirse al escenario en transparencia".

"Muy creyente"
El pudor de Maria Luce no es sólo el rechazo natural a exponer su intimidad. También es una cuestión de su fe y sus convicciones. Así lo explicó a Leggo: "Soy muy creyente y por tanto tengo muchísimo respeto por el cuerpo de la mujer, y no me gusta como es utilizado en la sociedad actual. Muchas mujeres se dejan manipular porque es el único camino hacia el éxito, pero eso me parece insoportable y me opongo a ello".

Deja claro que no pretende "juzgar a nadie" ni "dar lecciones", pero sí ofrecer un testimonio de coherencia: "Tengo valores que me imponen límites y quiero que esos límites sean respetados".

No se arrepiente de lo que ha hecho: "Profesionalmente era una oportunidad única que probablemente no me sucederá más, pero no podía actuar de otra forma". Y al llegar a Pesaro se encontró con unos padres "orgullosos" de ella, y con la conciencia tranquila: "Por la noche, ya en casa, lloré de felicidad porque hice lo que creí que debía hacer".

Santo Evangelio 28 de Octubre de 2013



Día litúrgico: 28 de Octubre: San Simón y san Judas, apóstoles

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.


Comentario: + Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, España)
Jesús se fue al monte a orar

Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa, hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que somos más “seculares”, si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio».

¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo consideremos más cercano, su “práctica” de oración será un ejemplo evidente para nosotros.

Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento de hoy, lo vemos “organizando la Iglesia”, es decir, escogiendo a los que serán los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).

Santo Evangelio 28 de Octubre de 2013



Día litúrgico: 28 de Octubre: San Simón y san Judas, apóstoles

Texto del Evangelio (Lc 6,12-19): En aquellos días, Jesús se fue al monte a orar, y se pasó la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles. A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor. 

Bajando con ellos se detuvo en un paraje llano; había una gran multitud de discípulos suyos y gran muchedumbre del pueblo, de toda Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, que habían venido para oírle y ser curados de sus enfermedades. Y los que eran molestados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.


Comentario: + Rev. D. Albert TAULÉ i Viñas (Barcelona, España)
Jesús se fue al monte a orar

Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa, hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que somos más “seculares”, si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio».

¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo consideremos más cercano, su “práctica” de oración será un ejemplo evidente para nosotros.

Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento de hoy, lo vemos “organizando la Iglesia”, es decir, escogiendo a los que serán los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).

Santos Somón y San Judas 28 de Octubre


28 de octubre

SAN SIMÓN Y SAN JUDAS
apóstoles


El apóstol es un enviado de Jesucristo. Un hombre llamado por Jesucristo para ser un testimonio vivo de su mensaje redentor en el mundo. Así estos dos hombres: Simón y Judas.

Bien poco sabemos de Simón. Unos le identificaron con Simón el Cananeo, o el Zelotes, uno de los doce apóstoles del Señor. Otros aseguran que fue obispo de Jerusalén, sucesor del apóstol Santiago el Menor (hacia el a. 62; cf. EUSEBIO, H. E., 11 t.20 col.245 ). En esta última hipótesis hubiera sellado con su sangre la fe cristiana en la persecución del emperador Trajano, hacia el año 107. Pero esto resulta insostenible, puesto que el Simón obispo de Jerusalén fue, según Eusebio, hijo de Cleofás y no hermano de Santiago.

En la lista de los apóstoles le suelen llamar siempre Simón el Cananeo, o el Zelotes, dos términos que se identifican. Son, en efecto, dos traducciones de un mismo vocabla hebreo, qanná, que quiere decir zelotes o celoso. Así Simón, apóstol fiel de Jesucristo, encarna en su persona el gran celo del Dios omnipotente; "de hecho, el Dios de Israel se muestra como un ser "celoso" de sí mismo, que no puede en manera alguna tolerar cualquier atentado contra su trascendente majestad" (Ex. 20,5; 34,14).

En los albores ya de la era mesiánica los romanos toman definitivamente en sus manos las riendas de la administración palestinense. Los judíos, agobiados por el peso aplastante de la opresión extranjera, se esfuerzan desesperadamente por abrirse un resquicio de libertad y de esperanza. Quieren crear una fuerza de resistencia que los libere. A impulsos de Judas de Gamala y del fariseo Sadduk se organiza un partido de oposición. Los miembros que integran el partido toman el sobrenombre de zelotes.

El partido se ampara en un sentido eminentemente religioso. Quieren ser en medio de la dominación extranjera corrompida por el paganismo, un monumento vivo a la fidelidad a la ley mosaica.

Una gran preocupación mesiánica invadía el sentimiento nacional de estos hombres. La espera incontenida del gran Libertador se vivía en el partido con el alma en tensión, siguiendo la línea de los grandes profetas de Israel.

La impotencia humana para quebrar, por fin, la esclavitud, les empuja irresistiblemente a un patriotismo exaltado y zozobrante, que culmina en la guerra judía.

Simón pertenecía evidentemente a este partido, en el que se habían enlazado indisolublemente la religión y la política. No podemos olvidar que en la historia del pueblo elegido la preocupación social, religiosa y política iba siempre de la mano. Simón fue un zelotes. Es verdad que en su vida pesaba, sobre todo, el matiz religioso. El celo ardiente por la Ley le quemaba el centro de su alma israelita. Como San Pablo, es Simón un judío entregado plenamente al cumplimiento de las tradiciones paternales. Rozando en su persona el formulismo asfixiante y agobiador de los fariseos.

Pero un día, venturoso para él, se encontró con la mirada del Maestro y se convirtió sinceramente al Evangelio (Act. 21,20).

Perdido en su humildad, la Providencia ha querido dejarle olvidado en un casto silencio. De todos los apóstoles, él es el menos conocido. La tradición nos dice que predicó la doctrina evangélica en Egipto, y luego en Mesepotamia y después en Persia, ya en compañía de San Judas.

En la lista de los apóstoles aparece ya al final, junto a su compañero San Judas (cf. Mt. 10,3-4; Mc. 3,16,19; Lc. 6,13; Act. 1,13).

Simón es el Zelotes para distinguirle de Simón Pedro, el príncipe del Colegio Apostólico; Judas es llamado Tadeo (Lebbeo en algunos manuscritos de San Mateo) para distinguirle de Judas el traidor. San Juan le llama expresamente "Judas, no el Iscariote".

San Judas aparece también en el Evangelio con un gran celo apostólico. En la última cena, Jesucristo hace de sí mismo causa común con su Padre. El que le ame a Él, será amado de su Padre celestial. Acaba el Señor de proclamar el mandamiento nuevo. Y Judas siente que se le quema el alma de caridad al prójimo, y no puede aguantarse: "Señor, ¿cómo ha de ser esto, que te has de mostrar a nosotros, y no al mundo?" (Io. 14,22). La inefable dulzura del amor a Jesucristo, el testimonio caliente de la revelación del Verbo, tenía que penetrar el mundo entero. A través de estas palabras tímidas, pero selladas con el marchamo inconfundible de un apóstol, descubrimos la presencia de un alma grande y un corazón ancho.

Los evangelios no nos conservan de él ni una palabra más. La tradición, recogida en los martirologios romanos, el de Beda y Adón, y a través de San Jerónimo y San Isidoro, nos dicen que San Simón y San Judas fueron martirizados en Persia.

Afirma la leyenda que los templos de la ciudad de Suamir estaban recargados de ídolos. Los santos apóstoles fueron apresados. Simón fue conducido al templo del Sol y Judas al de la Luna, para que los adoraran. Pero ante su presencia los ídolos se derrumbaron estrepitosamente. De sus figuras desmoronadas salieron, dando gritos rabiosos, los demonios en figuras de etíopes. Los sacerdotes paganos se revolvieron contra los apóstoles y los despedazaron. El azul sereno de los cielos se enluteció de pronto. Una horrible tempestad originó la muerte a gran multitud de gentiles. El rey, ya cristiano por la predicación de los santos apóstoles, levantó en Babilonia un templo suntuoso, donde reposaron sus cuerpos hasta que fueron trasladados a San Pedro de Roma.

El nombre de Judas es muy frecuente en el Nuevo Testamento y en la Iglesia primitiva (cf. Mt. 13,55, Mc. 6,3). San Clemente de Alejandría, influenciado, sin duda, por el protoevangelio de Santiago, cuenta a Judas entre los hijos del primer matrimonio de San José. San Lucas le llama "Judas de Santiago" (6,13,16). Aquí se suelen apoyar no pocos exegetas para decir que Judas era hermano de Santiago. Así lo afirmaban los escritores eclesiásticos de los primeros siglos testificando al propio tiempo que era "hermano", es decir, "pariente" del Señor, aunque luego no se pongan de acuerdo al darle el título de apóstol. Y así se viene invariablemente repitiendo en la exégesis católica. Y, sin embargo, el genitivo suele indicar siempre relación de paternidad, más que de fraternidad. El mismo San Lucas, en el mismo contexto, habla de "Santiago de Alfeo", es decir, hijo de Alfeo.

Cuando San Judas se presento a sí mismo en su carta apostólica, parece que no se incluye en el número de los doce. Se llama humildemente "un siervo de Jesucristo". Y hasta da la sensación que se excluye positivamente del grupo apostólico (v. 17 ) .

Esto, tal vez, concordaría más con la actitud de Jesucristo, que no elige a sus familiares para ser apóstoles de su doctrina. De hecho los hermanos del Señor se colocan fuera de los doce (cf. Act. 1,13-14).

Pero los católicos han proclamado siempre para San Judas el apostolado apoyados en Mc. 6,3, donde Santiago y Judas son llamados "hermanos de Jesucristo".

A través de la breve carta, escrita con un claro sentido de polémica, contra las primeras herejías nacientes, descubrimos en San Judas un escritor de mentalidad semita, con un conocimiento exquisito de la lengua griega. El clasicismo griego alterna en él con alguna influencia popular del estilo.

Desprecian ya estos herejes primeros del cristianismo la divinidad de Jesucristo, imbuidos indudablemente por las ideas gnósticas. Quieren propalar una doctrina esoterica, con una clara tendencia al iluminismo. Se creen con el monopolio de la santidad y no vacilan en llamarse "pneumáticos" o espirituales, mientras menosprecian a los demás con el nombre de "psíquicos" o carnales. Contra ellos levanta San Judas su voz, llena de un santo celo.

La fuente de inspiración es para él el Viejo Testamento, donde descubre una serie de sentidos típicos en orden al Nuevo Testamento. Tiene San Judas un gran conocimiento de documentos extrabíblicos. Hace referencia a los Apócrifos de Henoc y a la Asunción de Moisés.

Este uso que el apóstol hace en su predicación de la Biblia y de la tradición judaica tenía, sin duda, un valor extraordinario para los convertidos del judaísnio. La fe, según San Judas, constituye el fundamento de la vida cristiana. Pero esta fe, cálida y viva, va necesariamente unida a la caridad. El cristianismo es en él una aventura. Hay que jugárselo todo por el amor de Dios y del prójimo. Así la predicación de San Judas evoca la doctrina del cuarto evangelio. Como San Juan, predica él la confianza plena en el día del juicio, como una consecuencia obligada de haberse refugiado en la misericordia de Jesucristo.

La misericordia, la paz, la caridad, son una maravillosa expresión del ritmo ternario de la epístola y de su doctrina apostólica, La doxología final tiene una gran influencia doctrinal en la literatura cristiana de los primeros tiempos, comenzando por San Pedro y San Pablo. San Policarpo, igual que San Judas, desea a los filipenses la misericordia, la paz, la caridad en abundancia.

El hecho de llamarse a sí mismo "hermano de Santiago", nos indica que San Judas se dirige a cristianos que tenían en gran estima a aquel apóstol. Y estas comunidades hemos de buscarlas en Palestina, Siria y Mesopotamia, donde, como hemos dicho, señala la tradición el campo de actividades al apóstol.

San Judas, tal vez, perteneció a la humilde clase de los trabajadores. Eusebio cuenta que fueron acusados ante el emperador Domiciano unos nietos de Judas, por ser parientes del Señor. Pero el emperador los dejó en libertad, al ver sus manos encallecidas por el trabajo.

EVARISTO MARTÍN NIETO

domingo, 27 de octubre de 2013

“Dios mío, ten compasión de mí que soy un pecador.”



“Dios mío, ten compasión de mí que soy un pecador.”

    “Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy humilde y pobre.” (Sal 85,1) El Señor no inclina su oído al rico sino al pobre y miserable, al que es humilde y confiesa sus faltas, al que implora la misericordia. No se inclina al satisfecho que se jacta y se envanece como si nada le faltara y que dijo: “Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto de los hombres,... ni como ese publicano.” (Lc 18,11) El rico fariseo exhibía sus méritos, el pobre publicano confesaba sus pecados. 

   

    Todos los que rechazan el orgullo son pobres delante de Dios y sabemos que Dios tiende su oído hacia los pobres y los indigentes. Reconocen que su esperanza no puede apoyarse ni en oro o plata ni en sus bienes que, por un tiempo, enriquecen su morada... Cuando un hombre menosprecia en sí todo aquello que infla el orgullo es pobre ante Dios. Dios inclina hacia él su oído porque conoce los sufrimientos de su corazón. 


    Aprended, pues, a ser pobres e indigentes, teniendo o no teniendo bienes de este mundo. Uno puede encontrar a un mendigo orgulloso y a un rico convencido de su miseria. Dios se niega a los orgullosos, tanto si van vestidos de seda o cubiertos de harapos. Otorga su gracia a los humildes, sean o no notables de este mundo. Dios mira lo interior: aquí examina y juzga. Tú no ves la balanza de Dios. Tus sentimientos, tus proyectos, los mete en el platillo... ¿Hay a tu alrededor o dentro de ti algún objeto que estás tentado a retener para ti? 



San Agustín (354-430), obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia 
Discurso sobre los salmos, Salmo 85, 2-3 

       

Santo Evangelio 27 de Octubre de 2013



Día litúrgico: Domingo XXX (C) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 18,9-14): En aquel tiempo, a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano. 

»El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’. 

»En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».



Comentario: Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez Secretario del obispo de Sant Feliu (Sant Feliu de Llobregat, España)
¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí...

Hoy leemos con atención y novedad el Evangelio de san Lucas. Una parábola dirigida a nuestros corazones. Unas palabras de vida para desvelar nuestra autenticidad humana y cristiana, que se fundamenta en la humildad de sabernos pecadores («¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!»: Lc 18,13), y en la misericordia y bondad de nuestro Dios («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»: Lc 18,14).

La autenticidad es, ¡hoy más que nunca!, una necesidad para descubrirnos a nosotros mismos y resaltar la realidad liberadora de Dios en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Es la actitud adecuada para que la Verdad de nuestra fe llegue, con toda su fuerza, al hombre y a la mujer de ahora. Tres ejes vertebran a esta autenticidad evangélica: la firmeza, el amor y la sensatez (cf. 2Tim 1,7). 

La firmeza, para conocer la Palabra de Dios y mantenerla en nuestras vidas, a pesar de las dificultades. Especialmente en nuestros días, hay que poner atención en este punto, porque hay mucho auto-engaño en el ambiente que nos rodea. San Vicente de Lerins nos advertía: «Apenas comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además interpreta con falsedad y fraude».

El amor, para mirar con ojos de ternura —es decir, con la mirada de Dios— a la persona o al acontecimiento que tenemos delante. Juan Pablo II nos anima a «promover una espiritualidad de la comunión», que —entre otras cosas— significa «una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado».

Y, finalmente, sensatez, para transmitir esta Verdad con el lenguaje de hoy, encarnando realmente la Palabra de Dios en nuestra vida: «Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso» (San Juan Crisóstomo).